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Washington. El funeral de Estado oficial en Washington para el expresidente Jimmy Carter se llevará a cabo el 9 de enero, confirmó la Casa Blanca este lunes.
El domingo, horas después de que se anunciara el deceso de Carter, el presidente estadounidense, Joe Biden, declaró el 9 de enero como Día Nacional de Luto, en una proclamación en la que llamó "al pueblo estadounidense a que se reúna ese día en sus respectivos lugares de culto para rendir homenaje a la memoria del presidente James Earl Carter, Jr. Invito a los pueblos del mundo que comparten nuestro dolor a que se unan a nosotros en esta solemne celebración”.
Además, Biden ordenó que la bandera estadounidense ondee a media asta desde ayer y durante 30 días, en señal de luto.
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¿Qué más se sabe sobre el funeral de Carter?
Habrá ceremonias públicas para honrar el legado de Carter tanto en Atlanta, donde vivió la mayor parte de su vida, como en Washington, antes del entierro privado en la ciudad natal de Carter, Plains, en el estado de Georgia, donde creció en una granja de cacahuates, según lo que ha informado The Carter Center.
Allí fue donde su esposa, Rosalynn, fue sepultada el año pasado en una parcela que eligieron hace años.
Desde la fundación de la nación, Estados Unidos ha despedido a los expresidentes con una serie intrincada de eventos que entrelazan viejas tradiciones y toques personales.
Los funerales a menudo son planificados por los propios presidentes, quienes generalmente tienen años después de dejar la Casa Blanca para reflexionar sobre cómo desean ser recordados.
“Están muy involucrados en el proceso de planificación, y las decisiones que toman nos dicen mucho sobre quiénes son, cómo ven la presidencia y cómo desean ser recordados por el pueblo estadounidense”, dijo Matthew Costello, historiador principal de la Asociación Histórica de la Casa Blanca, quien coescribió un libro “Mourning the Presidents: Loss and Legacy in American Culture” (“Luto por los Presidentes: Pérdida y Legado en la Cultura Americana”).
Carter tuvo más tiempo para planificar que la mayoría. Vivió 43 años después de que su presidencia terminara, la pospresidencia más larga en la historia de Estados Unidos, antes de fallecer el domingo a los 100 años.
A reserva de más detalles, lo que se sabe es que Carter será velado, como han sido la mayoría de los presidentes estadounidenses, en el Capitolio; por lo general hay un servicio en la Catedral Nacional de Washington.
El presidente Joe Biden reveló el año pasado que Carter le había pedido que diera la elegía. (“Perdón, no debería decir eso”, admitió Biden).
Biden dijo el domingo que su equipo está trabajando con la familia de Carter y otros “para asegurarse de que sea recordado adecuadamente, aquí en Estados Unidos y en todo el mundo”. El hijo de Carter, Chip, es su principal punto de contacto, aunque Biden dijo que ha hablado con todos los hijos de Carter.
A veces, los expresidentes ayudan incluso con los detalles más pequeños.
Jeffrey Engel, director del Centro de Historia Presidencial en la Universidad Metodista del Sur en Dallas, recordó haberse reunido con George H.W. Bush poco después de que el expresidente revisara el plan de asientos para su funeral.
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“Y le dije, ‘¿Es eso extraño? Sabes, es tu propia muerte’”, recordó Engel. “Y él dijo, ‘Sabes, lo haces cada tres meses. Te acostumbras’”.
El presidente Dwight Eisenhower, quien comandó las tropas aliadas durante la Segunda Guerra Mundial antes de convertirse en político, quería ser enterrado en un ataúd emitido por el gobierno de 80 dólares. Aparte de un sello de vidrio que se añadió al diseño, era indistinguible del ataúd de cualquier otro soldado.
Los detalles de las procesiones también pueden reflejar aspectos de la vida de un presidente. El ataúd de Ronald Reagan fue llevado por la escalinata oeste del Capitolio que mira hacia su estado natal, California. Cuando Gerald Ford falleció, su ataúd pasó por la Cámara de Representantes, un homenaje a sus años como legislador.
La tarea de llevar a cabo los funerales presidenciales recae en la Fuerza de Tarea Conjunta-Región Capital Nacional, que incluye 4 mil elementos militares y civiles. La unidad dijo en un comunicado que “es un privilegio proporcionar este apoyo en nombre de la nación”.
Los funerales presidenciales pueden dejar marcas duraderas en la conciencia estadounidense. Una de las descripciones más memorables de George Washington —“primero en la guerra, primero en la paz y primero en el corazón de sus compatriotas”— provino de una elegía que se reimprimió mucho cuando el primer líder del país falleció.
Después de que John F. Kennedy fue asesinado, su hijo John Jr. fue fotografiado saludando al ataúd. El ataúd de Kennedy fue transportado por la Avenida Pennsylvania en el mismo carruaje que llevó a Abraham Lincoln después de que fue asesinado un siglo antes, y se incluyó un caballo sin jinete en la procesión.
El de Kennedy fue el primer funeral presidencial ampliamente televisado.
“La tecnología ha hecho que el luto sea de alguna manera más accesible, más democrático. Más personas tienen la oportunidad de tomar un momento y reflexionar sobre lo que esta persona significó”, dijo Costello. “Y creo que también abre la puerta a que más personas participen en el proceso de duelo”.
apr / mahc