Madrid.— La Cruz Roja Internacional, junto a la Media Luna Roja, su equivalente en el mundo musulmán, integran la red humanitaria más grande del planeta, con más de 17 mil empleados, cerca de 14 millones de voluntarios y presencia en 192 países.
La organización realiza actualmente su actividad en varios frentes asistenciales, pero sus prioridades se centran fundamentalmente en reducir las consecuencias de los desastres naturales, promover la salud, el acceso al agua y al saneamiento, disminuir los riesgos ante eventuales desastres y garantizar la seguridad alimentaria, así como proporcionar los medios para la subsistencia a las personas que se encuentran en mayor riesgo. También desempeña tareas en las áreas de inclusión social, educación, promoción del empleo y defensa del medio ambiente.
No obstante, la labor más visible de la Cruz Roja Internacional es la que lleva a cabo sobre el terreno cuando se producen situaciones de crisis o conflictos bélicos en cualquier lugar del planeta. En estos casos, el emblema de la cruz roja o la media luna del mismo color, se han convertido en una referencia humanitaria. Su ayuda no evoca favoritismos de ningún tipo, ya que se rige por los principios de independencia, neutralidad e imparcialidad recogidos en los estatutos del movimiento.
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La guerra de Ucrania ha vuelto a poner de relieve el trabajo de la Cruz Roja Internacional a la hora de atender a los civiles afectados y proporcionar recursos de subsistencia a la población más vulnerable. La organización también participa en los operativos de evacuación de las personas desplazadas por el conflicto bélico.
“Las hostilidades estallan al improviso; pueden sobrevenir desastres naturales y sus devastadores efectos pueden potenciarse en países que ya están arrasados por la guerra. Ante esas imprevisibles situaciones de emergencia, el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) da gran importancia a su capacidad para desplegarse prontamente sobre el terreno”, señala la organización que desde su fundación en 1863 ha intervenido humanitariamente en centenares de crisis y enfrentamientos armados.
A principios de 2020, con la aparición del Covid-19, la Cruz Roja puso en marcha el mayor operativo de su historia en cuanto a movilización de recursos humanos y materiales a fin de amortiguar los efectos de la pandemia en la población. Para ello, ha prestado apoyo en todo el mundo con una derrama de más de mil 500 millones de euros, provenientes sobre todo de fondos gubernamentales y donaciones privadas. A través de la distribución de alimentos y artículos de primera necesidad, la Cruz Roja Internacional y la Media Luna Roja han atendido a más de 80 millones de personas desde el surgimiento del Covid-19.
“El 58% de los fondos se han invertido en materia de salud, el 36% en medidas frente al impacto socioeconómico y el 6% en el fortalecimiento de las capacidades locales”, indica la Cruz Roja.
“Entre las principales medidas abordadas está el control de la epidemia, la comunicación de los riesgos, la prevención y control de la infección y agua y saneamiento, la salud mental, los servicios de ambulancia para casos Covid-19 o la gestión de fallecidos”, detalla la organización.
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Los escándalos más sonados
Por su labor humanitaria, la Cruz Roja Internacional acumula un merecido prestigio y reconocimiento, pero su historial no está exento de irregularidades. Uno de los escándalos más sonados tuvo lugar entre 2014 y 2016 por una gran operación para contener la epidemia del virus del ébola en países de África Occidental en la que intervinieron varios organismos internacionales.
Más de 5 millones de dólares de los fondos destinados a combatir el ébola se desviaron en una maraña de fraude y corrupción que incluía sobreprecios en el suministro, salarios a aviadores y facturas falsas, según concluyó una auditoría de la Cruz Roja realizada para esclarecer unos hechos en los que estaban implicados funcionarios locales, banqueros y personal de la organización humanitaria.
“Estamos aterrados por el desvío de fondos destinados a personas necesitadas durante nuestra respuesta frente al ébola”, lamentó el CICR, luego de reiterar la implementación de una política de tolerancia cero frente al fraude y la corrupción mediante la auditoría continua de sus operaciones en todo el mundo.
“El sistema descentralizado de gestión que hemos usado por cuatro décadas es el que nos permite tomar decisiones de vida o muerte en términos de seguridad y suministro de ayuda, pero cuando se trata de malas conductas ha sido difícil compilar datos exactos”, reconocería la dirección de la Cruz Roja Internacional tras el escándalo. A raíz de las irregularidades descubiertas en el operativo contra el Ébola, la organización anunciaría la imposición de protocolos más estrictos para investigar los fraudes, ratificando su compromiso de denunciar a todos los trabajadores que pudieran estar involucrados en actividades ilícitas.
A principios de 2018, y coincidiendo con la revelación de acosos y abusos sexuales por parte de trabajadores de organizaciones humanitarias como Oxfam y Médicos Sin Fronteras, la Cruz Roja Internacional informó también de varios casos de conducta sexual inapropiada por parte de algunos de sus empleados, lo que calificaría de traición a la gente y comunidades a las que servían. El CICR reconocería en esas mismas fechas que desde 2005 habían sido despedidos de la organización 21 trabajadores (algunos de ellos renunciaron a sus puestos durante la investigación), por haber pagado por servicios sexuales en países donde estaban operando. Tras la auditoría interna, a otros dos empleados no se les renovó el contrato por sospecha de comportamiento irresponsable.
La Cruz Roja prohíbe expresamente a sus colaboradores el pago de servicios sexuales, incluso en lugares donde la prostitución es legal, porque considera que se trata de una conducta incompatible con los valores y la misión de la organización.
Con el fin de atajar cualquier actividad ilícita o detectar comportamientos delictivos dentro de la organización, algunas delegaciones de la Cruz Roja, como la española, disponen de un canal externo de denuncias abierto al público y que garantiza la confidencialidad del denunciante.
“Las denuncias son una pieza imprescindible en todos los sistemas de prevención y detección de comportamientos irregulares, ilícitos o delictivos (…) la existencia y la efectividad de los canales de denuncia representan un test fidedigno para medir la efectividad de un sistema preventivo”, señala la organización humanitaria.
Nacida a mediados del siglo XIX bajo la inspiración del banquero suizo Henry Dunant quien, preocupado por la falta de asistencia médica en los campos de batalla, se planteó crear sociedades de socorro en tiempos de paz, la organización toma forma en 1863 con el surgimiento del CICR y sus ramificaciones en distintos países a fin de ayudar a los heridos de guerra mediante voluntarios calificados para el trabajo.
Luego de que la iniciativa humanitaria de Dunant fuera reconocida con el Premio Nobel de la Paz en 1901, tras la Primera Guerra Mundial la Cruz Roja enuncia sus principios fundamentales: imparcialidad, independencia política, religiosa y económica, la universalidad del movimiento y la igualdad de los miembros que lo integran. Durante las dos guerras mundiales, la Cruz Roja se sometería a sendos bautismos de fuego en conflictos que requerían la prestación de asistencia humanitaria en una escala hasta entonces desconocida.
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Los Convenios de Ginebra
La experiencia adquirida durante la II Guerra Mundial se traduce en los Convenios de Ginebra de 1949, donde por primera vez se estipula el deber de brindar protección específica no sólo a soldados heridos y prisioneros de guerra, sino también a los civiles atrapados en conflictos internacionales.
En 1965, en Viena, la Cruz Roja establece sus siete principios fundamentales definitivos: Humanidad, Imparcialidad, Neutralidad, Independencia, Voluntariado, Unidad y Universalidad.
Naciones Unidas reconoció más tarde varios de estos principios como consustanciales a la acción humanitaria que desarrollan tanto la Cruz Roja como la Media Luna roja, que comenzó a actuar en el mundo islámico donde la presencia de la cruz como emblema podía herir la susceptibilidad de los soldados musulmanes.
La Cruz Roja Internacional se financia mediante las contribuciones voluntarias de los Estados Partes en los Convenios de Ginebra (Gobiernos), Sociedades Nacionales de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, organizaciones supranacionales, como la Unión Europea, y fuentes públicas y privadas. Cada año realiza campañas para sufragar sus gastos, con llamados adicionales si las necesidades en el terreno aumentan. El CICR detalla su labor y expendios en los informes de actividad que realiza periódicamente.