El aura de Las Vegas quedó manchada el pasado domingo tras el tiroteo más mortífero de la historia de Estados Unidos, y los casinos y resorts de la ciudad, adalides de la diversión desenfrenada y el vicio despreocupado, se han visto en la necesidad de tomar acciones para que los 43 millones de visitantes mensuales (casi cinco veces la población de la Ciudad de México) no sientan que su ocio está amenazado por la pandemia de las armas en EU.

“Es una pena que tengan que pasar estas cosas para tomar medidas”, lamenta Dillon, un hombre blanco corpulento, nacido y criado en Las Vegas, que asegura haber pasado por delante del Mandalay Bay 15 minutos antes de la matanza. “¿Cómo puede ser que acumulara tantas armas en una habitación del hotel?”, reflexiona.

Esa pregunta, además del móvil del crimen, es la cuestión que más preocupa a la gente. A pesar de que el Mandalay Bay tiene en sus instalaciones carteles que prohíben portar armas en su casino —como comprobó EL UNIVERSAL—, Stephen Paddock consiguió meter 23 rifles.

Nevada es uno de los estados con la legislación más laxa de armas. No prohíbe la venta de armas de asalto, no hay límite del número de armas que pueden tenerse en casa ni hay necesidad de un permiso especial. Es legal llevar armas encima en cualquier recinto, abierto o cerrado, incluso en bares y bebiendo alcohol.

Y aunque hace poco se aprobó una ley que obliga a realizar análisis de antecedentes penales a aquellos que quieren adquirir una, la medida no se está aplicando por orden del fiscal general del estado. Por ese motivo, y ante la improbabilidad de cambios en la legislación de porteo de armas, los casinos decidieron actuar.

Desde el lunes, casinos y resorts como el Wynn Las Vegas o el Encore empezaron a revisar las bolsas y propiedades de sus clientes con detectores de metales, siendo los primeros en implementar medidas para intentar evitar otra masacre. En una ciudad desacostumbrada a estas acciones, las filas para entrar a jugar a la ruleta o al póker superaron los 10 minutos, algo que desanimó a muchos de acceder al recinto.

Dillon dice no importarle tener que pasar por un arco detector de metales por su seguridad. Sin embargo, ante la posible pérdida de clientes, tanto el Wynn como el Encore modificaron al poco rato su política y las revisiones y chequeos se centraron en elementos sospechosos.

“MGM Resorts ha incrementado su nivel de seguridad para añadir un nivel de confort y seguridad a nuestros huéspedes y trabajadores”, explica a este diario Debra DeShong, portavoz de MGM Resorts, empresa que controla 13 casinos y hoteles en Las Vegas, entre ellos el Mandalay Bay.

EL UNIVERSAL vio cómo el Mandalay Bay incrementó su equipo de seguridad. Empleados del casino, que pidieron quedar en el anonimato, aseguraron que hay más presencia de policía y seguridad privada que antes. Para acceder a los ascensores que llevan al hotel hay que mostrar a policías que se está en posesión de llaves y se es huésped.

“Por política de empresa no hacemos público el detalle de las medidas de seguridad que están en pie”, comenta a este periódico Jeff Morris, vicepresidente de asuntos públicos de Penn National Gaming, compañía con casinos en 16 estados de EU, incluido el Tropicana de Las Vegas, aledaño al Mandalay Bay y que se convirtió en el principal refugio de los que escapaban de la masacre.

Pero a las puertas del resort, como en la mayoría de los casinos de The Strip —la principal calle de Las Vegas—, la presencia policial se ha multiplicado. Desde el lunes, hay patrullas custodiando las puertas. Un consultor de seguridad de Las Vegas, que pidió mantenerse en el anonimato por su trabajo, aseguró a este diario que, además de las patrullas visibles, todos tienen una furgoneta negra con un equipo especializado en ataques con armas o sucesos especiales.

“Trabajamos consistentemente con las agencias de seguridad locales y nacionales para mantener los procedimientos en nuestros resorts al día, y siempre mejorando y evolucionando. Continuaremos trabajando de cerca durante la investigación en curso tras el trágico incidente”, añade DeShong.

El jueves fue la reunión mensual de fuerzas de seguridad y personal de vigilancia de los principales casinos a puerta cerrada, un encuentro que se hace desde hace 20 años pero que tuvo más relevancia tras el incidente del domingo. El objetivo es “compartir inteligencia y discutir los retos de seguridad en las instalaciones”.

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