San José.— Enfrentados al creciente enojo social, el presidente de Argentina, Alberto Fernández, y su vicepresidenta, la expresidenta Cristina Fernández viuda de Kirchner, protagonizan un pugilato político dentro de los trillos de la Casa Rosada —sede del Poder Ejecutivo— que los debilitó como coalición gobernante para los comicios parlamentarios del próximo 14 de noviembre.
Las elecciones parlamentarias de medio periodo podrían agudizar la desconfianza hacia el tándem Fernández-Fernández y estrechar el cerco opositor sobre el oficialismo para los últimos dos años de gobierno, mientras que, lejos de las intrigas palaciegas con su mezcla de vanidades e intereses personales y forcejeos partidistas, millones de argentinos están más preocupados por la realidad de la difícil sobrevivencia cotidiana.
En su primera prueba de fuego en las urnas desde que asumió en diciembre de 2019 para un cuatrienio que finalizará en diciembre de 2023, la pareja gobernante y sus fuerzas del Frente de Todos sufrieron el 13 de septiembre una derrota ante la alianza opositora Juntos por el Cambio y otros adversarios en las elecciones primarias abiertas y simultáneas que definieron las listas de candidatos a senadores y diputados.
El revés ahondó las pugnas entre el presidente y la vicepresidenta como bisagras cruciales de la pieza central de las maniobras políticas de la Casa Rosada.
Los bloques mayoritarios —el oficialista Frente de Todos y el opositor Juntos por el Cambio— acaparan casi 80% de los votos “y no se han desarmado, más allá del enojo que tiene la gente con toda la política en Argentina”, alertó el argentino José Octavio Bordón, exembajador en Estados Unidos y Chile y presidente del (no estatal) Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI), de Buenos Aires.
Al reiterar que hay “muchos problemas internos” en el oficialismo, Bordón precisó que “habrá que ver en qué medida hay madurez en el gobierno sabiendo que se ha quedado debilitado en las urnas. La única posibilidad es establecer un diálogo en el Congreso [Cámara de Diputados y Senado] que habilite un diálogo con la sociedad y la recuperación de la confianza interna y externa”.
“La confianza está perdida. Sin confianza no va a haber inversiones” nacionales y extranjeras, relató Bordón a EL UNIVERSAL, tras aclarar que “no tengo una visión catastrófica, pero sí difícil” y puntualizar que “Argentina ha demostrado una tremenda volatilidad e incapacidad para aprovechar sus momentos de auge y de éxito en estos años de la democracia”. Como joven democracia de apenas 37 años, Argentina inició en 1983 el retorno a las senda democrática luego de la férrea dictadura militar que se instaló en 1976.
La campaña empezó ayer y, según el cronograma oficial, el 20 de octubre comenzará la prohibición de actos públicos, el 6 de noviembre quedará prohibido publicar encuestas y el 12 de ese mes se iniciará la veda electoral, en lo que será el preludio de otra gran batalla política: las elecciones presidenciales y legislativas de octubre de 2023.
El futuro del dúo al timón del Ejecutivo está en duda como jerarcas del oficialista Partido Justicialista, bastión de los herederos del peronismo y de su figura histórica referente, el general Juan Domingo Perón, presidente de Argentina de 1946 a 1955 y de 1973 a 1974, cuando falleció.
El peronismo está “ante dos anomalías históricas: el fracaso y la bicefalia” o doble cabeza, advirtió la argentina Florencia Ventosa, coordinadora académica del Instituto de Política Internacional de la (autónoma) Academia Nacionales de Ciencias Morales y Políticas, de Buenos Aires.
“Esta convivencia bicéfala del peronismo, por cuestiones aritméticas de voto, pone en tensión el modelo de poder del peronismo bajo el agravante de una derrota. Desatada la frustración por los resultados de las primarias, de manera pública y salvaje, ni Cristina de Kirchner, ni Alberto Fernández, pueden ganar con este desgaste”, explicó Ventosa a este diario.
Tras recordar que en “la lógica de poder” del peronismo, “no existe lugar para la derrota por el voto popular”, explicó que “siempre ha resultado traumático, mucho más que para otras fuerzas políticas argentinas, un resultado negativo, que deviene en movimientos tectónicos desde el interior hacia el exterior de la arena política, con los consecuentes cimbronazos que sufre el sistema”.
“El peronismo funciona de manera más vertical que el resto de las fuerzas. Las órdenes van desde arriba hacia abajo y con una figura líder que conduce al resto. Sólo hay lugar para uno”, por lo que el escenario de “más de un [político] emergente” genera un conflicto “disfuncional al sistema de decisiones” de los “peronistas”, subrayó.
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