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Bruselas.— Con su comportamiento hostil en Ucrania, Rusia no sólo pone en peligro las conversaciones con Estados Unidos para reemplazar el acuerdo nuclear Nuevo START, sino que complica los esfuerzos globales para frenar la propagación de armas de destrucción masiva.
Las potencias mundiales han reanudado en Viena las conversaciones con Irán para revivir el acuerdo de 2015 diseñado para evitar que se haga de la bomba atómica, pero la fallida experiencia de Ucrania, que renunció a su arsenal nuclear a cambio de la promesa de Moscú de que su integridad territorial sería preservada, podría tener repercusiones en el diálogo con Teherán y con el resto de las naciones dispuestas a desarrollar ese tipo de armamento, como es el caso de Corea del Norte.
La tensión con Ucrania también pone en peligro las conversaciones entre Washington y Moscú para actualizar el Nuevo START, un instrumento creado por las dos principales potencias atómicas para el control y reducción de su armamento. El tratado firmado el 8 de abril de 2010 fue extendido el año pasado hasta febrero de 2026, a fin de darse tiempo para reanudar las conversaciones y seguir avanzando. “Un conflicto con Ucrania sin duda pondría en peligro el compromiso diplomático de EU y varios socios europeos con Rusia, lo que tendría enormes y profundas ramificaciones. Las conversaciones sobre estabilidad estratégica podrían consumirse en el proceso”, dice a EL UNIVERSAL Steven Keil, experto del German Marshall Fund.
Sostiene que para la administración del presidente Joe Biden, el diálogo con Rusia sobre proliferación nuclear es prioridad. A la Casa Blanca le inquieta la desaparición del Tratado sobre Fuerzas Nucleares de Rango Intermedio (INF) y la acelerada expansión militar de China.
Para que avancen las conversaciones con Moscú es importante que Washington tenga la impresión de que su contraparte está dispuesta a negociar en buena fe. “Una invasión de Ucrania sólo provocará que esa percepción vaya en dirección negativa”, precisa el analista.
Cuando Ucrania se independizó, en agosto de 1991, decidió renunciar al arsenal de misiles balísticos soviéticos que se encontraban en su territorio, con alrededor de mil 800 ojivas nucleares. Kiev rubricó el Memorando de Budapest de 1994, a cambio de garantías de seguridad por parte de Moscú, Londres y Washington, así como la promesa de que recibiría ayuda financiera para integrarse en la economía global. Comentaristas políticos en Ucrania aseguran que si su país hubiera conservado las armas no estaría en la situación actual.
“Las acciones de Rusia demuestran cómo fracasó el Memorando de Budapest, que intentaba dar garantías a Ucrania para que entregara sus armas. De ahí que sean cada vez más los comentarios que lamentan que Ucrania haya renunciado a la bomba a principios de la década de 1990”, dice el experto en seguridad trasatlántica.
“Ucrania ciertamente tendría una ficha de disuasión más amenazante para jugar [si tuviera la bomba], aunque no está claro cómo le ayudaría en un escenario de crisis”. Keil no ve cómo el tener un arma de destrucción masiva haría más segura a Ucrania. Afirma que la disuasión se da al comunicar al adversario la capacidad de lanzar un ataque de represalia con éxito y, en este contexto, hay dos elementos que irían en contra de Ucrania en un escenario de posible confrontación nuclear.
Uno es el tamaño de las fuerzas nucleares rusas, el otro, el avance tecnológico de sus sistemas: cuenta con 753 lanzadores estratégicos, lo que neutralizaría la capacidad de un segundo ataque o un intento de represalia por parte de las fuerzas ucranianas. “Tendría que contar con una fuerza considerable (...) probablemente crearía una realidad regional más volátil y peligrosa en caso de crisis, sin garantizar completamente que la dinámica regional sería tan diferente”.
En cuanto a Irán, Keil dice que la crisis de Ucrania podría proyectar la idea de que el desarrollar una capacidad nuclear ofrece ventajas disuasorias, “pero también tiene costos, como aislamiento político y sanciones económicas (...) aumentaría los riesgos en caso de conflicto, al tiempo que abriría la posibilidad de malentendidos sobre cómo se desarrollan los acontecimientos durante una crisis, con potencial de una rápida escalada hasta el umbral nuclear”.