Managua.— Edén Pastora brincó a la fama mundial como el Comandante Cero el 22 de agosto de 1978, cuando encabezó la ocupación del Palacio Nacional de Managua. En esa operación su comando se enfrentó a tropas del régimen de Anastasio Somoza Debayle, tomó más de 3 mil rehenes y logró, unas 24 horas después, la liberación de 69 presos políticos.
A cuatro décadas de aquellos hechos, que contribuyeron a la caída de la dinastía Somoza, Pastora dice en entrevista con EL UNIVERSAL que el conflicto que vive ahora Nicaragua —que tiene al país hundido en la más grave y mortal crisis del siglo XXI— es provocado por “terroristas” y “golpistas”, opositores derechistas que han asesinado y herido a policías, atacan edificios, incendian emisoras de radio y alcaldías y causan múltiples estragos socioeconómicos e institucionales.
Aunque advierte, en referencia a Estados Unidos, que “el imperio se molesta cuando los revolucionarios hacemos revolución” con planes de salud, educación, vivienda y seguridad para la mayoría de nicaragüenses, aclara que pese a los esfuerzos de “la derecha golpista”, hay una realidad geopolítica: “Nicaragua no es prioridad para el imperio”.
Nacido el 22 de enero de 1937 en Ciudad Darío, del norcentral departamento (estado) de Matagalpa, Pastora actualmente tiene 81 años y está casado desde hace más de medio siglo con la costarricense-nicaragüense Yolanda Torres Jirón.
Reconoce que tiene 21 hijos de “cuatro matrimonios y seis romances”; este hombre combatió a los Somoza y luego se alzó en armas, de 1982 a 1986, contra el gobierno revolucionario izquierdista del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), presidido por Daniel Ortega, con quien se reconcilió en 2007, cuando el mandatario regresó al poder tras ganar los comicios de 2006.
Pistola al cinto, el Comandante Cero recibe a este diario en un corredor en la entrada de su casa y bajo protección policial. “Como soy figura, estoy amenazado de secuestro”, explica, al justificar la portación de su arma.
“El golpe de Estado fracasó”, alega Pastora, al referirse al conflicto que estalló el 18 de abril con protestas para repudiar, primero, una reforma a la seguridad social —que Ortega debió derogar— y luego para exigir la renuncia del mandatario, el anticipo de las elecciones de 2021 a 2019 y otras medidas para la democratización que han sido rechazadas por el presidente.
A juicio del Comandante Cero, el balance preliminar de la crisis —de 198 muertos, según el gobierno, o de 300 a 448, de acuerdo con organismos no estatales de derechos humanos— es culpa de “la derecha”, que en los últimos 11 años hizo dinero y ahora está “a favor del golpe” y se declaró “antidanielista”.
Pastora señala que en los últimos 11 años del gobierno de Ortega, Nicaragua logró progreso socioeconómico, con más de 100 mil jóvenes estudiando en las universidades.
Al preguntársele por qué 40 años después de la toma de Palacio todavía corre sangre por la lucha política en Nicaragua, contesta: “El crecimiento [de la economía del país]; era el tercero en América Latina, después de Panamá y República Dominicana. El pueblo con más baja drogadicción y menos incidencia en la migración desordenada. Con salud, educación, vivienda y 11 años sin presos políticos, sin bombas lacrimógenas, sin torturados, sin exilados, sin asesinatos. Y esto, que era un ejemplo en América Latina, le molestaba al imperio”.
Lograr la paz, aduce, “cuesta porque hay un imperio que se molesta”, porque se edificó la libertad y la democracia en estos 11 años con Ortega.
Asegura que la derecha aprovechó el tema de la reforma de la seguridad social, se quitó “la careta” y planificó un golpe de Estado con terrorismo.
Señala que la oposición exigió la retirada del gobierno “sólo porque lo querían” tres obispos católicos, la empresa privada y los disidentes sandinistas, “que fueron los más radicales comunistas y que ahora son los más radicales de derecha”.
Pastora insiste en que Nicaragua está recuperando su normalidad y asegura que hace cinco días llegó el primer crucero desde abril con 500 turistas estadounidenses a un balneario nicaragüense en el litoral del océano Pacífico. “Quiere decir” que Estados Unidos les dio permiso de atracar en Nicaragua y de que “bajaran”, comenta.
En el fragor de la crisis “vimos cómo gente que alababa al gobierno sandinista como el mejor [de la historia de Nicaragua] se volvía ‘antidanielista’” porque creía que anularían “la revolución y al sandinismo” y que iban a quedarse “en lugar de Daniel”, explica Pastora.
Sin embargo, considera que al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, le inquieta que la situación se agrave. “Si se descalabra [el gobierno de Ortega] el narcotráfico se generaliza en Centroamérica, que sería un caos y eso no le conviene” a Trump, concluye.