San José.— Una peligrosa chispa de tensiones militares volvió a encenderse hace 15 días en un sector de los 2 mil 219 kilómetros de la entre Venezuela y Colombia, sembrados con más de 10 años de intrigas y de odios políticos que florecieron en una y otra orilla de los conflictivos pasos limítrofes en una cosecha de inquietud, alarma y zozobra para el resto del vecindario interamericano.

Con efectivos militares colombianos y venezolanos distribuidos en los pasos fronterizos con la orden de alerta y separados en algunos sitios por menos de una decena de metros, el temor continental es que, aunque aparentemente se mantendrá por ahora sin cambios, la chispa crezca, salte y haga detonar un pleito bilateral de impacto hemisférico.

La ya añeja crisis de pugnas castrenses, políticas, diplomáticas, socioeconómicas y humanitarias entre Bogotá y Caracas subió de tono a partir del 21 de marzo anterior, luego de que el cuestionado régimen gobernante en Venezuela desplegó fuerzas militares en el “Escudo Bolivariano 2021” en La Victoria, poblado del suroccidental estado de Apure, para atacar a grupos armados ilegales de Colombia.

“La dinámica de comportamiento está avanzando a un punto que el ELN se autodenomina como una guerrilla binacional [de Colombia y de Venezuela]”; Rocío San Miguel, Presidenta de Control Ciudadano

“Es una demostración de poder del régimen [de Venezuela] hacia los gobiernos de Colombia y Estados Unidos de que existe todavía capacidad operativa en las fuerzas militares venezolanas para ejercer poder militar en su territorio”, dijo el economista colombiano Jorge Restrepo, director del (no estatal) Centro de Recursos para el Análisis de Conflictos, de Bogotá.

“Esto tiene incluso connotaciones geoestratégicas, porque termina hablándole el régimen venezolano a EU y a sus propios aliados, como Rusia y Cuba, sobre esa puesta en práctica con su capacidad militar”, explicó Restrepo a EL UNIVERSAL.

Tensión militar en la frontera entre Venezuela y Colombia
Tensión militar en la frontera entre Venezuela y Colombia

Caos

En los más de 2 millones 219 mil metros de extensión de la frontera común merodean venezolanos y colombianos conectados a guerrillas comunistas, disidencia guerrillera, paramilitarismo anticomunista, bandas criminales, tráfico de personas, contrabando de drogas, migración irregular y venta y compra de alimentos, medicinas y múltiples bienes comerciales.

Apure, que colinda con los departamentos (estados) colombianos de Vichada y Arauca, es una de numerosas de zonas de ambas naciones que en el siglo XXI se consolidaron como inseguro bazar o mercado público y clandestino de todo tipo de transas entre colombianos y venezolanos y con mercaderes de otros países, desde mexicanos, peruanos y ecuatorianos hasta cubanos, brasileños y bolivianos.

El gobierno de Venezuela alegó que ejecutó la maniobra para responder ataques a su estructura estratégica lanzados por instrucciones del presidente de Colombia, Iván Duque, en lo que denunció como aval de Bogotá a narcotraficantes y paramilitares que funcionan en esa área.

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Duque contestó el viernes anterior que en Apure existe un choque armado entre el Cártel de los Soles, cadena narcotraficante venezolana presuntamente integrada por elementos de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB), y disidentes de las ya disueltas guerrillas comunistas de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), que en 2016 firmó la paz con el gobierno colombiano tras 52 años de guerra. La situación causó una nueva y multitudinaria migración de unos 6 mil venezolanos que, con el horror de los violentos choques armados, huyeron a Colombia a buscar refugio en medio de la conmoción regional. Venezuela se hundió en 2014 en la peor crisis democrática, política, institucional y socioeconómica desde 1958.

EU, que confirmó que sigue de cerca los hechos, y Colombia rechazaron las reiteradas acusaciones de Maduro de que planean lanzar una agresión bélica a Venezuela para derrocar a la revolución socialista que empezó a instalarse en 1999.

El Ministerio de Defensa de Venezuela informó el jueves pasado que el saldo preliminar del operativo llegó a cuatro militares venezolanos muertos y nueve heridos, 13 “terroristas” abatidos y 72 detenidos, en un trabajo en desarrollo.

Los datos, sujetos a la actualización oficial, precisaron que las tropas venezolanas desmantelaron nueve campamentos de fuerzas irregulares, de los cuales uno se usó para producir pasta de coca para elaborar cocaína.

Incomunicados

Los dos países carecen de relaciones diplomáticas. En enero de 2019, Colombia se unió a decenas de países de América que desconocieron a Nicolás Maduro como presidente de Venezuela al aducir que se reeligió en 2018 en comicios ilegítimos.

En febrero de 2019, y en el ámbito de los sucesos violentos fronterizos bilaterales que estallaron por el frustrado tránsito de ayuda humanitaria de Colombia a Venezuela, Caracas rompió los últimos lazos con Bogotá.

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Colombia y Venezuela “no pueden tomar los sucesos de Apure y Arauca” ocurridos desde el 21 de marzo “como excusa para un escalamiento de tensiones”, advirtió un pronunciamiento de la sociedad civil de los dos países emitido el 31 de marzo por más de 60 organizaciones no estatales y personalidades. La declaración, encabezada por Control Ciudadano (venezolana) y Puentes Ciudadanos Colombia Venezuela (binacional) y suscrita por grupos e individuos vinculados a universidades, gremios económicos e instituciones humanitaria, insistió en que “sin cooperación” entre Caracas y Bogotá “la situación en la frontera va a empeorar en el corto plazo, con consecuencias dramáticas para las poblaciones”.

Colombia y Venezuela corren “el riesgo de escalar en la confrontación y que ambos estados se vean tentados a dirimir sus diferencias por fuera del marco del derecho internacional”, alertaron.

Sin visos de solución, la peligrosa chispa de tirantez militar parece controlada… pero volvió a encenderse.