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La tirantez político—militar de Estados Unidos con Cuba, Venezuela y Nicaragua—nervio del eje socialista en América Latina —se agudizó en la Cuenca del Caribe durante la pandemia del coronavirus Covid-19 .
Venezuela realizó este 21 de mayo en una isla caribeña una serie de pruebas con misiles que Rusia le suministró. Tras esos ejercicios, el presidente venezolano, Nicolás Maduro , quedó la espera del arribo a su país, escoltados por aeronaves y barcos militares de Venezuela, de cinco buques petroleros de Irán repletos de combustibles en desafío a la fortalecida presencia naval castrense de Estados Unidos en el Caribe . El primero llegó este sábado.
Estados Unidos informó este 22 de mayo que, por apoyar al régimen del presidente nicaragüense, Daniel Ortega, impuso sanciones económicas al general Julio Avilés, jefe del Ejército de Nicaragua , y al ministro de Hacienda de esa nación, Iván Acosta.
El viejo choque Washington— La Habana volvió a subir de tono conflictivo luego de que, el 13 de mayo anterior, la Casa Blanca incluyó a Cuba en la lista de gobiernos que se abstienen de cooperar en la lucha contra el terrorismo por albergar a la comandancia de la guerrilla comunista del Ejército de Liberación Nacional (ELN), de Colombia.
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“El gobierno de EU y los regímenes de Maduro y de Ortega ven en la coyuntura (de la crisis sanitaria) una ocasión para cortejar a sus electorados”, dijo el colombiano Jorge Restrepo, director del (no estatal) Centro de Recursos para el Análisis de Conflictos, de Bogotá.
“EU ve que es una oportunidad para que, cualquier presión que se ejerza para endurecer las sanciones (a Venezuela) y lo que es ya casi un bloqueo al régimen y a la economía venezolana, el endurecimiento sea más efectivo”, explicó Restrepo a EL UNIVERSAL .
La intención es “provocar una posible transición del régimen o por lo menos un ablandamiento” del aparato gobernante en Venezuela para que ceda “a los intereses estadounidenses”, agregó.
Managua y Caracas “saben” que una invasión militar de EU “no es tan probable o tendría mayor costo político”, subrayó.
A juicio del analista, periodista y escritor hondureño Manuel Torres, frente al escenario interamericano “el problema es que ni Honduras, ni ningún otro país de la región, está en capacidad de poner en segundo plano la crisis de la pandemia y sus consecuencias”.
“Es evidente que el incremento de la tensión entre Estados Unidos y Venezuela preocupa en Honduras debido a que siempre hemos padecido los efectos de nuestra estratégica ubicación geográfica en la Cuenca del Caribe y el alineamiento incondicional de los gobiernos locales a las políticas de Washington”, explicó Torres a este diario.
“Sería inevitable que el territorio nacional sirva de plataforma militar y política de intervención, como lo fue en repetidas ocasiones en el pasado. No se puede olvidar que Honduras comparte frontera marítima con Cuba y terrestre con Nicaragua”, destacó.
Confidencial, un influyente periódico digital de Nicaragua, publicó esta caricatura sobre la sanción de Estados Unidos al general Julio Avilés, jefe del ejército de ese país. (Cortesía)
Despliegue. Con el pretexto de reforzar el combate al narcotráfico con una “operación mejorada”, el presidente de EU, Donald Trump, anunció el pasado primero de abril el envío de buques, destructores, barcos de combate, aviones y helicópteros de guerra al mar Caribe—cerca de Venezuela—y al sector oriental del Océano Pacífico.
“El área del Caribe es enorme. Cualquier reforzamiento en las operaciones contra el tráfico de drogas siempre es importante, especialmente si se establecen mecanismos de cooperación entre países para dar la mayor cobertura posible”, adujo la abogada venezolana Rocío San Miguel, presidenta de Control Ciudadano, agrupación no estatal de Venezuela sobre seguridad, defensa y fuerzas armadas,
“En este caso, 22 naciones respaldan la misión, según se ha informado, con efectivos castrenses e información de inteligencia”, aclaró, a consulta de este diario.
Con este panorama regional, Maduro confirmó que la Fuerza Armada de Venezuela completó pruebas con misiles rusos Buk en la norteña isla venezolana de La Orchila y relató que fueron ejercicios bélicos con “sistemas misilísticos de máxima precisión para la defensa de las aguas y las costas”.
“Precisión absoluta” y “gran alcance”, narró.
De manera paralela, la más aguda tempestad política, institucional y socioeconómica de Venezuela en el siglo XXI, y una de las más severas de su historia, volvió a insertarse en la puja Washington—Teherán.
En lo que el Departamento de Estado de EU alertó que sería un trueque de oro de Venezuela por combustibles de Irán, una expedición de cinco buques petroleros iraníes navega hacia el litoral venezolano a descargar gasolina y auxiliar a Caracas ante la aguda escasez de derivados del crudo, en medio de la turbulencia con el virus.
Maduro culpó de la carencia energética a las sanciones de EU contra Venezuela en los últimos tres años.
Los barcos iraníes son escoltados por naves, buques y aviones de la Fuerza Armada “para darles la bienvenida” y agradecerle al pueblo iraní “por tanta solidaridad y cooperación”, dijo el ministro de Defensa de Venezuela, general Vladimir Padrino.
Ante las inquietudes regionales, Washington prometió que se abstendrá de actuar contra los buques iraníes, que transportan mil 500 millones de barriles de combustible que oxigenarán al régimen de Caracas por unas cinco semanas. Sin incidentes, la primera nave ingresó este sábado a Venezuela.
Sobre Cuba. En un sensible escenario geopolítico, el presidente de EU, Donald Trump, reafirmó su alianza con su colega colombiano, Iván Duque, al certificar el 13 de este mes que Cuba se resiste a cooperar en combatir al terrorismo y reafirmar que el ELN es una organización terrorista.
La censura a La Habana se registró porque esa insurgencia colombiana aceptó que en enero de 2018 ejecutó un atentado con bomba a una escuela de cadetes de Bogotá con saldo de 22 muertos.
El acto provocó la ruptura indefinida de las negociones de paz en Cuba entre el gobierno colombiano y la cúpula del ELN, que vive en la capital cubana. Sin éxito, Duque solicitó reiteradamente a Cuba la entrega de los jerarcas insurgente, a lo que La Habana respondió que
El Comando Central del ELN respondió el jueves anterior que es “de máxima perfidia calificar a Cuba como violadora del derecho internacional y hacerlo como pago por sus servicios a la paz, cuando los violadores son Trump y Duque”.
El Consejo Político Nacional de la Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común (FARC), que es el partido en que en el proceso colombiano de paz iniciado a finales de 2016 se convirtió lo que fue la guerrilla comunista de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), también fustigó a EU.
“A Cuba se le quiere castigar (…) por no entregar a Colombia” a los comandantes del ELN que “están legal y legítimamente protegidos por protocolos fundados” en el derecho internacional y suscritos entre el Gobierno colombiano y esa agrupación rebelde como parte de los diálogos de paz, recalcó.
En abril de 2015, y como parte del deshielo Washington—La Habana que se inició en diciembre de 2014 tras 18 meses de gestiones secretas entre ambas naciones sin nexos diplomáticos desde 1961, EU sacó a Cuba de la lista de países patrocinadores del terrorismo. El acercamiento finalizó con el ascenso de Trump a la presidencia, en enero de 2017, y se reanudaron las hostilidades políticas bilaterales.
A esta tensa coyuntura se sumó la previsible decisión de la administración Trump de sancionar al general Avilés y al ministro Acosta, piezas claves del gobierno de Nicaragua.
El 18 de abril de 2019, Nicaragua se precipitó a su más grave crisis del siglo XXI y a su más honda sacudida interna desde 1990, en un conflicto que mezcló dinastía dictatorial, corrupción, represión callejera, intolerancia partidista, colapso socioeconómico, debacle institucional, censura de prensa, éxodo al exterior y presidio político y que remató en 2020 con la pandemia del Covid—19.
EU argumentó que Avilés, en su cargo de Comandante en Jefe del Ejército de Nicaragua, “está alineado políticamente” con Ortega y “se negó a ordenar la inhabilitación y el desmantelamiento de las fuerzas paramilitares o parapoliciales durante y después de los levantamientos políticos que comenzaron” hace más de 25 meses.
“Los militares proporcionaron armas a la parapolicía, la cual llevó a cabo actos de violencia contra el pueblo nicaragüense, lo que resultó en más de 300 muertes, actos de violencia significativos y abuso de los derechos humanos contra personas asociadas con las protestas”, añadió.
Sobre el ministro Acosta, adujo que “ha seguido organizando un importante apoyo financiero para el régimen de Ortega” y “amenazó personalmente a los bancos para que no participaran” en una huelga opositora en marzo de 2019 para “impulsar la liberación de los presos políticos”.
Avilés y Acosta se unieron a otros elementos de la cúpula de Ortega sancionados por EU, como la vicepresidenta Rosario Murillo, esposa del mandatario, y otros miembros de la familia gobernante.
Murillo y Ortega guardaron silencio el viernes sobre esas acciones que confirmaron que, con o sin Covid—19, La Habana, Caracas y Managua permanecen en el radar de Washington en la Cuenca del Caribe.
grg