La crisis electoral se agravó más ayer en Kenia, donde la votación prevista para hoy en bastiones de la oposición volvió a retrasarse por motivos de seguridad, y con ella, el anuncio de la prevista victoria de Uhuru Kenyatta en la presidencial.
La Comisión Electoral (IEBC) decidió posponer la votación en Homa Bay, Kisumu, Migori y Siaya, cuatro regiones occidentales de las 47 del país, donde la elección presidencial no pudo celebrarse el jueves por la falta de material de voto y los temores de seguridad.
Cuanto más avanzaba la jornada, más se tensaba la situación en los bastiones opositores, con enfrentamientos en la barriada de Kawangware, en Nairobi, donde grupos de jóvenes se enfrentaban a la policía, y en ciudades del oeste.
Una persona murió ayer en las nuevas protestas por disparos de la policía en Bungoma (oeste), y otra sucumbió a las heridas que sufrió el jueves en Homa Bay al margen de la votación, elevando de cuatro a seis el número de muertos en dos días, según fuentes policiales y hospitalarias.
El cómputo de votos continuaba. La Comisión Electoral recibió los resultados de más de 36 mil de los 40 mil 883 colegios electorales, indicó Chebukati. El resultado deja lugar a pocas dudas. Kenyatta, de la etnia mayoritaria kikuyu, será muy probablemente reelegido frente a su histórico rival, Raila Odinga, de la etnia luo, que decidió no participar en unos comicios que calificó como una “mascarada” electoral.
La participación, según las estimaciones, fue de menos de 35% de los 19.6 millones de electores en más de 90% de las circunscripciones escrutadas, precisó Chebukati. La baja participación hace que los observadores se planteen la legitimidad del próximo presidente. Además del boicot de la oposición y las amenazas contra electores de Kenyatta en los bastiones de Odinga, muchos partidarios tradicionales del presidente saliente no votaron.
“Al término de esta elección, el país está más dividido e inestable que nunca”, denunció el periódico The Nation.