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Londres.— La primera ministra británica Theresa May luchó ayer contra un nuevo intento de sus rivales y exaliados de destituirla, al tiempo que sus gestiones para sacar a Reino Unido de la Unión Europea (UE) parecen dirigirse a un punto muerto.
May se resistió a las peticiones de desechar su proyecto del Brexit y de poner fin a su asediado mandato, luego de que su intento para llegar a un acuerdo fue rechazado tanto por su propio Partido Conservador como por los legisladores de la oposición, pero parecía ser una cuestión de tiempo. En medio de un ambiente febril y en momentos en los que versiones y complots rondan por el Parlamento, los legisladores conservadores programaron una reunión con May para el viernes, dándole menos de 48 horas para anunciar si seguirá en el cargo o si enfrentará un nuevo intento de destituirla.
Además, una ministra importante del gabinete anunció su renuncia en una carta en la que criticó el fracaso de May para sacar a Gran Bretaña de la UE y mantener unido a su gobierno. La líder de la Cámara de los Comunes, Andrea Leadsom, alegó que hubo una “ruptura completa de responsabilidad colectiva” en el gobierno, y dijo que el plan de May para el Brexit no “cumplirá con el resultado del referéndum”, en el que los votantes decidieron abandonar el bloque europeo en 2016.
Leadsom estuvo a favor de abandonar la UE en el referéndum y fue una voz fuerte a favor del Brexit en el gabinete. Se reportó que otros ministros importantes buscaban reunirse con May para expresarle su inconformidad con su plan y posiblemente para pedirle que renuncie. Pero su portavoz, James Slack, dijo que no estaba “al tanto de ninguna discusión” con los colegas.
El legislador Tom Tugendhat dijo que la única posibilidad de llevar a cabo un Brexit ordenado era que May “se fuera, y sin demora”.
“Debe anunciar su renuncia luego de las elecciones europeas del jueves. Y el Partido Conservador debe acelerar el proceso de liderazgo para reemplazarla”, escribió en el diario Financial Times.
En la Cámara de los Comunes, May recibió una oleada de críticas y preguntas hostiles mientras imploraba a los legisladores apoyar la propuesta que implementa la salida de Reino Unido de la UE que planea someter a votación en el Parlamento en junio.
Casi tres años después de que los votantes británicos eligieron abandonar la UE, May dijo: “Necesitamos ver que ocurra el Brexit para honrar el resultado del referéndum y para entregar el cambio que la gente británica pidió de la manera más clara”. Si el Parlamento rechaza el acuerdo, comentó, “todo lo que tenemos ante nosotros es división y un estancamiento”. Eso podría servir como un resumen justo de la situación que se vive en Reino Unido.
“Con el tiempo, otro primer ministro estará en este lugar”, dijo May, reconociendo que su liderazgo estaba llegando a su fin.
“Pero, mientras esté aquí, tengo el deber de ser clara con la Cámara de los Comunes sobre los hechos. Si vamos a tener un Brexit en este Parlamento tendremos que aprobar la ley de acuerdo de retiro”, dijo la primera ministra británica.
Los legisladores ya han rechazado en tres ocasiones el acuerdo de salida negociado por May con los otros 27 países del bloque, y el Brexit, programado originalmente para el 29 de marzo, tuvo que postergarse. En un último intento desesperado para garantizar el apoyo para su plan del Brexit, May anunció el martes unas concesiones, incluida una promesa para darle al Parlamento un voto sobre si sostener otro referéndum sobre la permanencia británica en el bloque, algo que había descartado.
Pero hubo pocas señales de que su petición fuera escuchada. Los legis- ladores a favor de permanecer en la UE y a favor del Brexit sólo han endurecido sus posturas.
El líder laborista Jeremy Corbyn consideró que las medidas fueron integradas de forma deficiente y sin garantías. Es “poco más que una versión aderezada de su acuerdo rechazado tres veces”, afirmó. “Puede que la retórica haya cambiado, pero el acuerdo no”, dijo.
Según la prensa británica, hay incluso voces en el gobierno de May que intentan convencerla de no someter el plan al Parlamento para evitar otra humillación.