A medida que la pandemia continúa, muchos países están lanzando sus vacunas de refuerzo. En Reino Unido, la campaña de refuerzo de otoño ofrece una cuarta dosis para aquellas personas de mayor riesgo de contraer Covid-19, incluyendo las que tienen condiciones preexistentes y los mayores de 50 años.
Las inyecciones de refuerzo de otoño son vacunas bivalentes, lo que significa que se enfocan en la cepa original de SARS-CoV-2 (el virus que causa la covid-19) y la variante ómicron.
Estas vacunas son efectivas recargando y ampliando nuestra inmunidad. Pero se anticipa que, como se vio con las vacunas originales de covid, la protección que proveen, especialmente contra la infección, se reduce meses después.
De manera que hay que considerar una estrategia de vacunas que provea una inmunización de largo plazo. Un nuevo tipo -las vacunas de mucosa- pueden ser prometedoras en este frente.
Las vacunas de mucosa se aplican en la nariz o garganta, por vía de fórmulas inhalables. Puede sonar como algo nuevo, pero realmente venimos usándolas durante años para vacunar contra enfremedades como la influenza.
Mientras que las vacunas tradicionales de inyección hipodérmica producen una respuesta inmune más sistémica, las vacunas de mucosa hacen algo diferente. Los virus como el SARS-CoV-2 penetran nuestro sistema por la nariz o boca cuando inhalamos pequeñas gotículas que contienen el virus. Eso significa que la inmunidad en la nariz, boca o garganta es muy importante para frenar las infecciones.
Las vacunas de mucosa están diseñadas para actuar sobre este "sistema inmune mucoso". El sistema inmune mucoso tiene el potencial de frenar en seco el virus cuando entra en el cuerpo, de manera que los científicos pronostican que las vacunas de mucosa podrían prevenir la infección.
La inmunidad de la mucosa también podría ser mejor para que nuestro sistema inmune recuerde el SARS-CoV-2. Los linfocitos de memoria son células inmunes de larga vida que recuerdan el virus y portan las instrucciones para que estas puedan ser rápidamente desplegadas frente a un ataque. Las vacunas sistémicas no son tan buenas para activar los linfocitos de memoria en la nariz o garganta, pero las vacunas de mucosa sí lo son.
Por otra parte, el hecho que las vacunas de mucosa actúan localmente implica que se necesitaría una dosis más pequeña. Eso, combinado con las medidas menos estrictas para su almacenamiento comparadas a las de las vacunas tradicionales, podría permitir que se puedan implementar mucho más eficientemente en países de bajos recursos y volverse en una herramienta importante en la equidad de las vacunas.
Las vacunas de mucosa podrían ser además más atractivas para aquellos que le tienen fobia a las agujas. Aproximadamente 26% de la población en Reino Unido reconoce tener miedo a las agujas, con las tasas más altas de fobia entre grupos de jóvenes negros y asiáticos -la demografía que sabemos que vacila ante la posibilidad de vacunarse y se vacuna menos.
Se están explorando varias candidatas para las vacunas de mucosa en pruebas clínicas y preclínicas. Los resultados recientemente publicados de una vacuna de refuerzo nasal probada en ratones mostró que hubo repuestas robustas de inmunidad de mucosa en los tractos nasales y respiratorios superiores.
Hay resultados igualmente optimistas que se reportaron en macacos y hámsteres. Se están realizando varias pruebas para ver si estos resultados pueden ser repetidos en humanos.
Irán, Rusia, India y China ya han introducido vacunas de mucosa a pesar de que los datos publicados de sus vacunas candidatas siguen siendo escasos. Aunque algunos datos sí se han publicado.
Los resultados de la fase II en pruebas humanas de una vacuna inhalable, que se está aplicando ahora en China, fueron revelados en un estudio que todavía no ha sido revisado por pares. Aunque el estudio no evaluó las respuestas de mucosa, sí mostró que los niveles de anticuerpos sistémicos eran más altos y permanecieron más altos a lo largo de los seis meses de evaluación cuando se compararon con un refuerzo tradicional.
Pero es un panorama ambiguo. Una fase I de una fórmula nasal de la vacuna Oxford-AstraZeneca mostró poca o ninguna iniciación en la respuesta de la inmunidad de mucosa ni de anticuerpos sistémicos más débiles comparada a la vacuna tradicional.
La razón de estas disparidades no está clara, pero podría deberse al método de aplicación. La aplicación de las vacunas de mucosa requiere una ingeniería y ciencia del aerosol precisas para garantizar que las gotículas que contienen la vacuna sean inhaladas fácilmente.
Se han usado varias estrategias en la aplicación de vacunas de mucosa, incluyendo nebulizadores (una máquina que transforma los líquidos en un vapor fino que puede ser inhalado), aerosoles nasales y dispositivos como los inhaladores que comúnmente usan los asmáticos.
El tamaño de las partículas, la fórmula (los ingredientes y cómo se combinan), además de la habilidad de la vacuna de adherirse a y penetrar nuestras células tendrán un efecto en qué tan efectivamente las partículas de la vacuna pueden ser absorbidas por el cuerpo. Esto se llama "bioviabiliad" de la vacuna. Todavía nos falta saber qué estrategia de aplicación es la óptima para qué vacuna.
Esta pandemia todavía está muy vigente. Y estamos aprendiendo cada día más sobre las implicaciones a largo plazo de las infecciones de covid sobre nuestra salud, incluyendo las complicaciones cardíacas y la covid de larga duración.
Esto, combinado con el surgimiento de variantes aún más persistentes, indica lo importante que es que continuemos protegiéndonos a nosotros mismos y nuestros seres queridos de los peores efectos de esta enfermedad. Las vacunas son algunas de las mejores armas que tenemos.
Será importante observar y aprender de los programas de vacunas de mucosa en otros países y escudriñar sus datos cuando los lancen.
Entretanto, dada la urgente necesidad de vacunas de larga duración, sería prudente invertir en nuevas estrategias, no solo para el desarrollo sino también para la producción de este tipo de vacunas. Serían una herramienta invaluable contra esta pandemia y muchas otras infecciones, incluyendo con las que todavía no nos hemos topado.
*Sheena Cruickshank es profesora de Ciencias Biomédicas de la Universidad de Manchester, Reino Unido. Su artículo en inglés lo puedes leeraquí
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