Cuando se trata de la pandemia de coronavirus , si hay algo en lo que los líderes mundiales están de acuerdo es en que nadie está completamente protegido hasta que todos lo estemos.
Pese a ello, les está costando esfuerzo lograr un consenso sobre cómo impulsar la producción de vacunas ante la enorme diferencia entre las tasas de vacunación en las naciones avanzadas y las más pobres.
Esta semana, Estados Unidos expresó su apoyo a un levantamiento temporal de las patentes sobre las vacunas. Pero algunos países se resisten a esta posibilidad, insistiendo en que hay mejores opciones.
Los medicamentos y otras invenciones están cubiertos por patentes que brindan protección legal para evitar que sean copiados. Las vacunas no son una excepción.
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Las patentes otorgan a los fabricantes los derechos sobre sus descubrimientos, así como los medios para hacer dinero con ellos, lo que constituye un incentivo para fomentar la innovación.
Pero estos no son tiempos normales.
El pasado otoño, un grupo de naciones en desarrollo lideradas por India y Sudáfrica propusieron a la Organización Mundial del Comercio (OMC) que las patentes sobre vacunas y otros artículos relacionados con el coronavirus deberían ser eximidas de esta protección.
Argumentaban que, dada la naturaleza extrema de la pandemia, la receta de estas inyecciones que salvan vidas debería estar ampliamente disponible para que otros fabricantes puedan producirlos localmente de forma masiva.
Las propuestas fueron recibidas con críticas inmediatas por parte de las compañías farmacéuticas y las naciones occidentales, incluida la Unión Europea, Reino Unido e, inicialmente, Estados Unidos.
La mayoría de los costos involucrados en la creación de vacunas ocurre durante la etapa de investigación y desarrollo: la parte de fabricación tiende a costar menos.
La objeción obvia al levantamiento de patentes es que podría erosionar los ingresos y disuadir la innovación.
Y no, no es solo cuestión de dinero. La exención sería temporal y algunos fabricantes como AstraZeneca están ofreciendo las vacunas a precio de costo.
El argumento clave de los productores de vacunas y sus países de origen para oponerse a esta posibilidad es que la renuncia a las patentes por sí sola no resolvería mucho.
Sería, dicen, como entregar una receta sin los ingredientes ni las instrucciones.
La patente cubre lo fundamental del proyecto, pero no las instrucciones del proceso de producción preciso.
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Eso es crucial aquí. Las vacunas de tipo ARNm, como las de Pfizer y Moderna, usan una nueva tecnología muy sofisticada y solo un pequeño número de personas sabe cómo producirlas.
BioNTech, la empresa alemana que se asoció con Pfizer, ha dicho que desarrollar el proceso de producción llevó una década y verificar los sitios de producción puede tomar hasta un año. La disponibilidad de las materias primas necesarias también ha sido un problema.
Los representantes de la industria farmacéutica temen que sin acceso a todos los conocimientos técnicos y a las piezas, una exención podría dar lugar a problemas de calidad, seguridad y eficacia, y posiblemente incluso a falsificaciones.
Señalan que Moderna ya ha dicho que no procesará a los que infrinjan su patente, pero nadie lo ha hecho todavía.
La UE dice que está lista para hablar, pero anteriormente dijo que la mejor solución a corto plazo sería mejorar la cadena de suministro y presionar a los países más ricos para exportar más vacunas.
Reino Unido afirma que es uno de los mayores donantes de Covax, el mecanismo internacional que está dirigiendo la distribución de vacunas en muchos países más pobres. También favorece las licencias voluntarias, como las colaboraciones entre el Instituto Serum de India y Oxford-AstraZeneca.
Quiere que la OMC, que supervisa las reglas del comercio mundial, apoye el establecimiento de más asociaciones de este tipo.
El sistema de la OMC permite que este arreglo de licencias vaya aún más lejos.
Los gobiernos pueden imponer licencias obligatorias a los fabricantes de vacunas, obligándolos a compartir sus conocimientos y supervisando el proceso de producción en el camino. Pero esas compañías farmacéuticas tendrían que ser compensadas por hacerlo.
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, expresó el miércoles su apoyo a liberar las patentes en un aparente cambio de posición respecto a la posición inicial de su país.
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El anuncio se produjo después de que la Representante Comercial de Estados Unidos, Katherine Tai, se reuniera con los grandes fabricantes de vacunas en un esfuerzo por impulsar la producción de vacunas.
Pero algunos especialistas en comercio deben haberse preguntado si esa jugada podría ser una táctica de negociación para persuadir a los fabricantes de vacunas de que cooperen en mayor medida con la concesión de licencias, ya sea de forma voluntaria o por un precio reducido.
Ahora, las discusiones deben seguir en la OMC donde las decisiones se toman por consenso.
Sin el respaldo de otras naciones clave, las propuestas pueden estancarse. Y de hecho ya Alemania expresó su oposición a la medida.
En cualquier caso, la discusión también pueden allanar el camino hacia un compromiso que podría impulsar la producción.
La pregunta clave es cuándo y cuán grande sería ese empuje.
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