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Venecia, la ciudad que tuvo que poner molinetes y cobrar una tasa de acceso para limitar la cantidad de visitantes, se encuentra de puertas abiertas pero desierta.
Ya no hay que esperar a que se abra un hueco entre los turistas sobre el Puente de Rialto para poder admirar la belleza del Gran Canal. Ni se camina esquivando a los grupos que van detrás de una banderita, ni se hacen largas filas para subirse al vaporetto, ni se escucha aquel murmullo permanente en casi todos los idiomas del planeta.
Como una ciudad-balneario cuando termina el verano, la Venecia en tiempos de pandemia de coronavirus quedó vacía y muda, habitada solo por sus residentes, que además no la pueden disfrutar debido a las medidas de confinamiento obligatorio.
"Lo más extraño de todo es el silencio, lo único que se escuchan son las gaviotas que sobrevuelan la ciudad buscando alimento. No estamos acostumbrados a este tipo de silencio, a no sentir más el rumor permanente de las valijas que arrastran los turistas", le dice a BBC Mundo Giacomo Cosua, fotoperiodista veneciano de 36 años.
Es fácil imaginar ese vacío en una ciudad acostumbrada a recibir 30 millones de turistas al año (con 80.000 residentes registrados). Y es lógico sospechar que ese vacío impacta directamente en los bolsillos de una población que ha hecho del turismo su principal fuente de ingresos.
Primeros balances
"Es un drama. Solo en el sector hotelero tenemos 10.000 personas desocupadas, parcialmente despedidas o en seguro de desempleo. El turismo deja en Venecia 3.000 millones de euros al año (US$3.280 millones) y estamos estimando una caída de al menos un 70%", señala Claudio Scarpa, director de la Asociación Veneciana de Hoteleros.
En los 300 hoteles que tiene la ciudad, el ingreso turístico de marzo cayó en un 98% con respecto al mismo mes del año pasado.
Esta caída abrupta de los ingresos se traslada a toda la cadena: restaurantes, bares, negocios de venta de souvenirs y artesanías, transportistas, verduleros, pescadores, industria cultural, museos y los contadores que le llevan los números a todos los anteriores.
En el puerto de Venecia, trabajan unas 10.000 personas, de las cuales 4.000 se dedicaban al turismo receptivo de cruceros. Todos esos puestos, si no se perdieron ya, están en riesgo.
Los coletazos de este vacío de turistas tienen en vilo al gobierno local, como explica Simone Venturini, asesor de la actividad productiva y desarrollo económico de la alcaldía de Venecia: "Es pronto para hacer una estimación de pérdidas económicas, pero lo que ya sabemos es que nuestras arcas estarán recaudando 100 millones de euros menos (US$109 millones) por concepto de turismo, rubro que representa una parte significativa de nuestros ingresos".
Solo el "impuesto de pernoctación" que cobran los hoteles a sus pasajeros representaban para la alcaldía 30 millones de euros (US$32,8 millones) al año.
Esto tendrá un impacto directo en muchos de los servicios a los ciudadanos, como por ejemplo el mismísimo transporte público. "En este momento nuestra empresa de transporte está en problemas. Sin ese dinero no podrá garantizar los servicios que ofrecía", cuenta Venturini.
Tampoco la tienen fácil los 433 gondoleros habilitados y registrados. "No tengo mucho para decirte, estamos en cero ingresos", cuenta uno de ellos, Emiliano Lorenzato, de 42 años, gondolero desde sus jóvenes 22.
"Para nosotros la materia prima es el turismo. Sin turistas no hay trabajo. Mi situación es la misma que la del dueño de un restaurante, un hotelero, una persona que alquila cuartos, un camarero. En una ciudad que vive en un 80% del turismo saca tú misma las conclusiones", dice.
A la fuga total de turistas hay que sumarle el impacto de las medidas de cuarentena adoptadas por el gobierno italiano para frenar la ola de contagios por coronavirus, que hacen que en Venecia -como en el resto de Italia-, los únicos negocios habilitados para trabajar sean los supermercados, tiendas de alimentos, farmacias, venta de comida pero solo en entrega a domicilio y actividades productivas consideradas esenciales.
"La gran belleza" sin admiradores
En el país que ocupa el primer lugar en la cantidad de sitios declarados patrimonio histórico de la humanidad por Unesco, y que por tanto atrae tantos turistas, es lógico pensar que las pésimas previsiones no afectan solo a Venecia.
En un artículo publicado el 19 de marzo por la Federación Italiana del Turismo, su presidente Vittorio Messina lo explicaba en estos términos: "El coronavirus ha cancelado más de medio siglo de turismo… el efecto de la pandemia en el mercado internacional y en la confianza de los viajeros nos llevará a cerrar el año con 260 millones de visitantes menos (-60%)".
Así, Italia cerrará 2020 con 172 millones de visitantes, "niveles que se registraban a mediados de los años 60, cuando el mundo estaba dividido en bloques y los viajes aéreos eran un lujo para pocos".
El sector turístico italiano equivale al 4% del Producto Interno Bruto y emplea a más de 4,2 millones de personas (datos de Eurostat de noviembre de 2019).
Aunque la crisis que trajo el coronavirus afecta a todos los sectores de la economía, en materia de ingresos por turismo será Venecia la que se lleva la peor parte.
"Probablemente será la que pague el precio más alto porque otras ciudades italianas adonde el sector es importante, como Roma o Milán, tienen también otro tipo de turismo, como el de negocios, y posiblemente volverán a recibir reservas antes que nosotros", dice el Claudio Scarpa.
Que la ciudad no volverá a llenarse de turistas de la noche a la mañana es algo que tiene claro Emiliano, el gondolero: "Puede que resueltas las cosas en Italia empecemos a recibir a italianos que vengan a pasar el fin de semana, pero ¿qué ocurrirá con los demás países adonde el virus llegó más tarde?".
Situación sanitaria
Si bien el coronavirus espantó a los turistas y puso en cuarentena a la población, desde el punto de vista sanitario, la situación de Venecia es menos dramática que en otras regiones italianas.
"Por suerte la situación está bajo control, las terapias intensivas no están al colapso como en otras regiones… estamos resistiendo", señala el asesor de la alcaldía, Simone Venturini.
En toda la región Véneto, cuya ciudad principal es Venecia, se registraban hasta el 30 de marzo 8.853 casos positivos y 436 muertos. Y en toda la provincia de Venecia -que incluye también otros territorios sobre tierra firme- los positivos eran 1127.
A nivel nacional, los casos positivos hasta el mismo día eran 101.739 y los fallecidos 11.591. En Lombardía, la región más golpeada, había 42.161 positivos y 6.818 fallecidos.
La lección de Venecia
El refranero en español tiene entre sus joyas uno que dice: "No pongas todos los huevos en la misma canasta". Y se refiere, claro está, a la importancia de diversificar la fuente de ingresos, sea de una persona, una familia, una ciudad o un país.
Como indican los números arriba mencionados, Venecia está sufriendo en carne propia el hecho de haber puesto todos sus huevos en la canasta del turismo.
Y así parecen interpretarlo los entrevistados:
"Nos hemos dado de frente con la realidad. Probablemente después de esto habremos aprendido que no debemos poner todo en manos del turismo y que debemos intentar crear otro tipo de trabajo. Esto podría convertirse en una oportunidad", dice Emiliano Lorenzato, gondolero.
"Hoy la ciudad se dio cuenta que sin turismo está muerta. Y, por otro lado, es cierto que demasiado turismo de baja calidad hace mucho mal a la ciudad...Tenemos la oportunidad de reanudar con un mensaje diferente: vengan a Venecia a quedarse unos días, a habitarla, no se puede venir a una ciudad como esta solo a pasar el día", afirma Simone Venturini, asesor de la actividad productiva y desarrollo económico de la alcaldía de Venecia.
"Seguramente se harán promociones con precios más accesibles", añade.
"Nadie se había preguntado qué sucedería si los turistas no vinieran más. En realidad, nos planteábamos el problema opuesto: cómo hacer para que vengan menos. Creo que la búsqueda de nuevas fuentes de ingresos será uno de los grandes temas de la próxima campaña electoral para la elección de alcalde, previstas para fines de mayo", opina Giacomo Cosua, fotoperiodista.
"Podemos decir que es esta la ocasión para cambiar la cara de la ciudad. Y esto vale para Venecia para Barcelona, París y todas las grandes capitales del turismo de masas. Creo que podemos utilizar esto que pasó para hacer una política de atracción de un turismo diferente, uno de mayor calidad que respete más la ciudad", señala Claudio Scarpa, director de la Asociación Veneciana de Hoteleros.
Todos coinciden en que las posibles alternativas de Venecia se analizarán más adelante, que ahora toda la energía está puesta en la salud.
A Emiliano lo que más le preocupa es que no haya una fecha de reinicio y entre risas dice que es demasiado optimista como para haber pensado alternativas a su trabajo de gondolero.
Venturini habla de un pueblo sometido a una dura prueba, pero "con muchas ganas de salir adelante". Y manda un tirón de orejas al gobierno nacional por lo que considera "ayudas insuficientes, desordenadas y confusas".
Y Scarpa cita a la rica historia local para transmitir confianza en el futuro: "Los venecianos no se rindieron ante una epidemia de peste, tenemos como recuerdo la basílica de Santa María de la Salud", construida después de la peste de 1630 que se llevó la vida de 80.000 venecianos.
"Y no nos rendiremos antes este virus".
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