Rina Cáceres, coordinadora de la cátedra de Estudios de África y el Caribe de la Universidad de Costa Rica, expresa que en su país es necesario: “Reconocer y nombrar a los diferentes grupos, principalmente de las comunidades indígenas, algo que es más claro con las comunidades afrodescendientes por su participación política y empoderamiento. Reconocer su historia como parte de nuestra historia y crear un nuevo nosotros, que sea inclusivo, que implicará por lo tanto un cambio en los programas educativos de primaria, secundaria y universidad. Cambiar el chip decimonónico para reconocer los aportes de los diferentes grupos que componen la identidad latinoamericana. No verlo en singular, más bien verlo en plural”.

El escritor y excomisionado de los pueblos afrodescendientes costarricenses, Quince Duncan, reconoce que en su país se han dado esfuerzos importantes en los últimos años por parte de los gobiernos y de la población, principalmente joven, para combatir el racismo. Sin embargo, afirma que aún tiene hay mucho camino por recorrer. “En cuanto a leyes existe un vacío muy grande. El castigo por la discriminación racial es ridículo. Aquí se ve realmente como una contravención y se ha insistido en que tiene que ser penal y en que tiene que ser un delito que tiene que sancionarse con más fuerza”, comentó Duncan para el diario La Nación .

Algo similar ocurre en Puerto Rico. Bárbara I. Abadía Rexach – antropóloga y portavoz del Colectivo Ilé dice para el diario El Nuevo Día: “Me parece que una manera práctica es hablar del tema. En la medida que sea visible el problema se puede identificar y combatir. Aquí los vemos en las representaciones de la gente negra en la sociedad. La discriminación racial muchas veces se da de manera solapada, pero cala hondo y cuando hacemos las denuncias muchas veces nos enfrentamos a un monstruo que niega el racismo y dice que estamos mal… También hay un contexto histórico que se tiene que mirar. En los libros, se habla de la esclavización, pero se enseña muy poco de quienes eran los esclavizadores y cómo actuaban. Tiene que haber un reconocimiento de los valores para que no se repitan. Se tiene que mirar el problema, mostrar estadísticas y se tienen que unir esfuerzos”.

Por eso en el país centroamericano siguen ocurriendo casos como el que narra Emma Ramos Ortiz, en el programa radial “Negras”, que produce el Colectivo Ilé: “Cuando llevaba a mi hija a la escuela en ocasiones escuchaba los insultos por el color de su piel. En todo despectivo los otros niños la llamaban “negra” y, en burla, le decían “Mamá Inés”, como el personaje de servidumbre afrodescendiente que protagonizó la publicidad de la marca de café puertorriqueño Yaucono”.

Una de las experiencias más traumáticas, ella la vivió poco después de enamorase de su esposo. La familia de él no la aceptaba por su color de piel. “Lo primero que le dice la suegra a él era que no se podía casar con una negra sucia. Yo me preguntaba por qué decía que yo era una negra sucia. Era bien chocante porque era prohibitivo. No podíamos ser pareja”, recordó.

Los ataques discriminatorios contra Ramos Ortiz no necesariamente han mejorado desde entonces. Hace apenas unos años, se enteró que unas amigas, con las que se reunía regularmente en un restaurante de San Juan, se burlaban a sus espaldas de ella y cuestionaban su matrimonio multirracial.

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