San José.— Costa Rica, que hace más de 50 años avanzó a pionero mundial en defensa de la naturaleza para llegar a proteger más del 25% de su territorio y se afianzó como destino y tránsito de la migración irregular en América, podría convertirse en santuario de migrantes desplazados a la fuerza por culpa del cambio climático.
La Asamblea Legislativa de Costa Rica debate un plan para modificar la Ley General de Migración y Extranjería y otorgar el rango de refugiado a personas que demuestren que fueron obligadas a desplazarse al exterior desde sus países natales por impacto de los desastres naturales en su vida cotidiana.
En una modernización unilateral de Costa Rica, la reforma repercutiría en el derecho internacional ante la crisis de movilidad humana por el cambio climático y regularizaría a las víctimas del desplazamiento forzado para que residan legalmente en suelo costarricense y ejerzan sus derechos y obligaciones socioeconómicas.
“El mundo reconoce la ‘migración climática’, pero sin tener herramientas para reconocerle a las personas una condición de protección especial como es el refugio relacionado al cambio climático”, afirmó el diputado oficialista costarricense Enrique Sánchez, del gobernante Partido Acción Ciudadana (PAC) y promotor de la reforma.
“La meta es que, dentro de las razones que existen en la ley para otorgar refugio, esté la del desplazado por cambio climático”, dijo Sánchez a EL UNIVERSAL.
Tras admitir que el cambio sería un “acto unilateral” de Costa Rica, planteó que este país podría llevarlo a foros mundiales “y proponer, en el marco de pactos internacionales de refugio, ampliar la posibilidad de que sea una de las condiciones a las que quizás más nos vamos a enfrentar en los próximos ante los flujos migratorios”.
“Se violentan los derechos humanos cuando las personas se desplazan obligatoriamente porque en su hábitat carecen de una situación normal para vivir. En los países (emisores y receptores) de estos migrantes deben existir condiciones para que sean recibidos con respeto a los derechos humanos”, adujo.
El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) definió que refugiado es la persona que, por miedo fundado a persecución por sexo, raza, religión, nacionalidad, afiliación social o política o por ser apátrida (sin nacionalidad), huye de su país de origen y, por su integridad física, teme regresar.
Provocado por la intensificación del efecto invernadero ante las emisiones industriales por la quema de combustibles fósiles, entre otros factores, el cambio climático ampliaría los términos para conceder refugio en Costa Rica.
En la segunda mitad del siglo XX, decenas de miles de centroamericanos y suramericanos migraron a Costa Rica para huir de las dictaduras militares de derecha e izquierda que gobernaron a sus naciones de origen.
Costa Rica se consolidó en el siglo XXI como paso de centenares de miles de migrantes irregulares latinoamericanos, caribeños, africanos y asiáticos en ruta a México y Estados Unidos y, desde 2018, en hogar de unos 100 mil nicaragüenses que escaparon del régimen gobernante en Nicaragua.
En una política que empezó en la década de 1960 y con el 5% de la biodiversidad mundial, Costa Rica llegó progresivamente a transformar al 25% de sus 51 mil 100 kilómetros cuadrados en área protegida y emergió como líder ambientalista global.
Como una de las democracias más estables hace más de 70 años en América, sin ejército desde 1948 y albergue de perseguidos políticos, Costa Rica sumó la ecología: 27 parques nacionales, 58 refugios de vida salvaje, 32 zonas protegidas y 15 de humedales pantanosos, 11 reservas forestales y ocho biológicas y 12 regiones de conservación.
La propuesta de Sánchez entró al trámite legislativo sustentada en el informe Groundswell que el Banco Mundial actualizó a septiembre de 2021: como pieza crucial en los procesos migratorios al dañar los medios de subsistencia humana, el cambio climático obligaría a 216 millones de personas de seis zonas de todo el mundo a desplazarse dentro de sus países para 2050.
Del total, 17 millones estarían en América Latina y el Caribe, precisó.
Sofocada por la contaminación, con deficiente manejo de desechos sólidos, sequía incesante hace más de 20 años, sitios en estrés hídrico y blanco de huracanes, tormentas, tornados, inundaciones y otras tragedias naturales por efecto del cambio climático, Centroamérica exhibió su vulnerabilidad a la crisis ambiental.
Con hambruna, pobreza, violencia, inseguridad e inestabilidad institucional, Nicaragua, El Salvador, Guatemala y Honduras son fuentes de la masiva migración irregular a EU y México. Centenares de centroamericanos que, en noviembre de 2020, migraron por el azote de los huracanes Iota y Eta, ya están en el límite de México y EU.
“Hay gran diferencia entre el que migró a Costa Rica desde naciones vecinas por política, como una guerrilla, y el que migra por cambio climático”, alertó el bioético costarricense Luis Jiménez, doctor en sistemas de producción agrícola tropical sostenible y vicepresidente del (no estatal) Instituto Interamericano de Derechos Humanos (IIDH), de esta capital.
Al mencionar que, según varios cálculos, unos 30 millones de personas se moverán por el planeta por líos climáticos, Jiménez explicó a este diario que Costa Rica “tiene que estar preparada para eso” y que la reforma a la ley sobre refugio “requiere de recursos para aceptar a los nuevos migrantes” y su secuela en salud y educación.
“Si se compara con el resto del área, Costa Rica es el que más migrantes recibe en Centroamérica en proporción a su población (5 millones). Debe identificarse si el cambio climático, sin ser el único de los problemas acumulados, es realmente la gota que derramó el vaso”, aclaró a este periódico.
La reforma legislativa deberá someterse a múltiples consultas técnicas y políticas.