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Washington.— La mayoría de los jueces de la Corte Suprema de Estados Unidos indicaron que permitirían a los proveedores de servicios de aborto apelar una estricta ley de Texas que prácticamente impide interrumpir un embarazo después de seis semanas de gestación.
No estaba claro qué tan rápido emitirá un fallo el tribunal, si emitirá una orden que bloquee la ley que entró en vigencia hace dos meses, o si pedirá a los proveedores que pidan a un tribunal inferior que suspenda la ley.
Los jueces Brett Kavanaugh y Amy Coney Barrett, dos conservadores nominados por el expresidente Donald Trump, votaron en septiembre a favor de permitir que la ley entrara en vigor, pero el lunes plantearon dudas sobre su novedosa estructura. La ley, redactada para dificultar la presentación de impugnaciones legales, puede imponer fuertes cargas económicas a clínicas, médicos y cualquier otra persona que facilite los abortos.
“Los jueces parecieron reconocer que la posición de Texas es extrema y amenaza los cimientos de nuestra democracia constitucional”, comentó luego de la audiencia Marc Hearron, abogado de la organización Whole Woman’s Health, que opera cuatro clínicas de interrupción del embarazo en Texas.
Desde el 1 de septiembre está prohibido abortar en Texas tan pronto se perciben los latidos del corazón del embrión, o sea, en torno a las seis semanas de embarazo, incluso en casos de incesto o violación.
La ley texana confía a los ciudadanos la tarea de hacer cumplir esta prohibición, alentándolos a emprender acciones civiles contra las personas y organizaciones que ayudan a las mujeres a tener abortos más allá de las seis semanas. Reflejo de las divisiones en la sociedad estadounidense, defensores y opositores al aborto se reunieron el lunes en Washington frente a la sede de la Corte, portando pancartas con mensajes irreconciliables: “El aborto es esencial” o “Deja latir sus corazones”.