Con más de 147.700 infectados y cerca de 5.500 muertos hasta el 14 de marzo, el covid-19 se ha expandido a más de 110 países.
Aunque aún quedan muchas dudas sobre este nuevo virus que apareció por primera vez en la provincia central de Hubei en China, hacia finales de 2019, se estima que el contagio se produce cuando aspiramos pequeñas gotas expulsadas a través de la tos o el estornudo de una persona infectada.
También cuando entramos en contacto con una superficie contaminada por el virus.
Conocemos también sus síntomas: cansancio, fiebre y tos seca son los principales, pero también algunos pacientes pueden tener dolores, congestión nasal, dolor de garganta y diarrea, según la página informativa de la Organización Mundial de la Salud.
¿Pero qué le hace exactamente el coronavirus a nuestro cuerpo? ¿Cómo lo infecta? ¿Y cómo queda nuestro organismo después de superar la enfermedad?
"El coronavirus es principalmente un virus respiratorio", le explica a BBC Mundo William Schaffner, profesor de medicina preventiva y enfermedades infecciosas del Centro Médico de la Universidad Vanderbilt, en Estados Unidos.
Por está razón, comienza infectando la garganta.
Cuando el virus entra en nuestro cuerpo —ya sea por los ojos, la boca o la nariz— "se sujeta a las células de la mucosa del fondo de la nariz y la garganta", dice el experto.
Gracias a sus proteínas en forma de lanza que sobresalen de la superficie, el coronavirus puede penetrar la membrana de estas células.
"Y una vez dentro de la célula, al igual que los demás virus, comienza a darle la orden de producir más virus".
Esta es la forma que tiene el virus de replicarse, ya que al ser un agente infeccioso microscópico acelular, solo puede multiplicarse dentro de las células de otros organismos.
Una vez que las copias están listas, salen de la célula donde se originaron, la destruyen, y comienzan a infectar a otras células.
Cada virus, puede crear entre 10.000 y 100.000 réplicas.
"Cuando esto ocurre, el cuerpo se da cuenta de que el virus está allí y produce una respuesta inflamatoria para tratar de combatirlo", explica Schaffner.
"Por eso es que empezamos a sentir un poco de dolor de garganta y es posible que sintamos la nariz tapada".
"El virus se dirige luego hacia los conductos bronquiales (las vías respiratorias que llegan hasta los pulmones) y allí produce una inflamación en las mucosas de estos conductos".
"Esto provoca irritación y por ello empezamos a toser", señala Schaffner.
Mientras esto ocurre, "aumenta la respuesta inflamatoria porque el cuerpo está peleando contra el virus, y, como consecuencia, aparece la fiebre".
En este punto es cuando cuando empezamos a sentirnos mal y perdemos el apetito.
De acuerdo a un análisis de la Organización Mundial de la Salud basado en el estudio de 56.000 pacientes, el 80% de los infectados desarrollará síntomas leves (fiebre, tos, y en algunos casos neumonía), el 14% síntomas severos (dificultad para respirar y falta de aire) y un 6% sufrirá una enfermedad grave (falla pulmonar, choque séptico, fallo orgánico y riesgo de muerte).
La situación puede empeorar si el virus "deja el conducto bronquial y llega a los pulmones, donde provoca una inflamación (neumonía)".
"Si una porción suficiente de tejido pulmonar está afectada, al paciente le resultará más difícil respirar, porque no puede exhalar el 'aire malo' e inhalar el 'bueno'".
Cuando el cuerpo no puede recibir oxígeno suficiente, el paciente debe ser hospitalizado y posiblemente necesitará que lo conecten a un respirador.
El problema no es solo la infección, sino la forma en que responde nuestro organismo para luchar contra ella, le explica a BBC Mundo Kalpana Sabapathy médica clínica y epidemióloga del equipo de salud global de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical en Londres, Reino Unido.
"Para evitar que la infección secuestre a nuestras células, nuestro cuerpo produce sustancias químicas que son bastante agresivas".
En el caso de la neumonía, "crea congestión en los pequeños sacos de aire en la base de nuestros pulmones (alvéolos)".
Estas pequeñas estructuras son las que normalmente se llenan de aire, y a través de sus paredes se produce el intercambio gaseoso por el cual el oxígeno llega a la sangre, y de allí al resto del cuerpo.
"Pero si estos sacos están llenos de infección, combinada con la respuesta de nuestro cuerpo a esa infección, tienen menos capacidad para el aire", señala Sabapathy.
"Y si el cuerpo no recibe suficiente oxígeno esto da lugar a una falla respiratoria, y el corazón, al no recibir suficiente oxígeno a través de la corriente sanguínea, no puede funcionar".
Schaffner compara la respuesta inflamatoria con un conflicto bélico.
"Imagínate que es una guerra. Hay dos ejércitos que pelean entre sí, pero a veces las bombas lastiman a civiles. O pueden caer sobre el hospital, o el museo, pero no sobre el enemigo", afirma.
Es decir, la respuesta puede ser tan potente que acaba dañando el tejido donde se aloja el virus.
"Lo llamamos daño colateral. Es lo que puede ocurrir cuando la respuesta inflamatoria es tan vigorosa que se suma al problema de la neumonía (...)".
Esto significa que no hace falta que la infección se traslade a otra parte del cuerpo para que una persona infectada se encuentre en estado crítico.
Entonces... ¿puede el coronavirus propagarse también por otra parte del cuerpo?
Según le explicó al New York Times Amy Compton-Phillips, directora clínica del Sistema de Salud de Providence, en Estados Unidos, la infección puede propagarse desde la nariz hasta el recto.
Un estudio publicado en marzo en la prestigiosa revista The Lancet no es concluyente, pero también sugiere que el covid-19 "no solo es capaz de provocar neumonía, también podría provocar daños en otros órganos como el corazón, el hígado y los riñones, así como en sistemas corporales como el de la sangre o el sistema inmunitario".
En base a estudios que se han hecho sobre el SARS (síndrome respiratorio agudo grave), "primo" del covid-19, "pensamos que puede ir a otras partes del cuerpo", dice Schaffner.
Esto puede explicar en parte porque algunos pacientes infectados han sufrido diarrea y dolores abdominales, problemas que no están directamente vinculados a una infección respiratoria.
Estas enfermedades, dice Schaffner, en referencia al SARS y al MERS (coronavirus del síndrome respiratorio de Oriente Medio) "se ven muy parecidas en sus estadios más graves".
Pero para llegar a esta conclusión, habrá que "conocer los resultados de las autopsias, y esa información recién está empezando a revelarse", afirma.
En cuanto al daño a largo plazo, tanto en los pulmones como en otros órganos, el especialista dice que la vasta mayoría se recupera completamente.
Aunque también "hay algunos reportes de pacientes que, como consecuencia de la inflamación, pueden tener algunas cicatrices en los pulmones y una función pulmonar más reducida".
"Llevará tiempo determinar esto con más precisión y, en este momento, la atención está dirigida a los casos agudos de la enfermedad".
"No hemos tenido tiempo aún de pensar en el largo plazo", concluye el experto.
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