Con las nuevas cifras reportadas este fin de semana, Brasil se convirtió en el cuarto país con más casos registrados de coronavirus del mundo (241 mil) y el sexto con más muertes (16 mil 118), hasta el 17 de mayo.
No obstante, expertos de la salud advierten que el número total de infecciones confirmadas podría ser mucho más alto que las cifras oficiales, debido a la falta de pruebas realizadas a la población.
Varias regiones del país han entrado en una situación crítica, con los sistemas de salud al borde del colapso por el creciente número de pacientes y la escasez de medios.
El alcalde de Sao Paulo, Bruno Covas, declaró que los hospitales públicos la ciudad más poblada de Brasil estaban al 90% de su capacidad.
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El estado de Amazonas es otro de los peor afectados con 20 mil 300 casos confirmados hasta este domingo, según cifras oficiales.
Los servicios de salud en Manaos, la capital del estado, no han podido dar abasto y los numerosos muertos están siendo enterrados en fosas comunes.
Los expertos están tan preocupados con la velocidad de la propagación y la perspectiva de un escenario tan crítico en los sistemas de salud que ven como única solución una más estricta restricción del movimiento de personas e incluso el confinamiento obligatorio.
Por lo menos seis estados ya han tomado medidas en ese sentido, aunque en algunas de las ciudades dentro de estos territorios las restricciones no son obligatorias.
Juliana Gragnani, de BBC News Brasil, consultó con cinco expertos en salud para poder entender cuáles fueron los errores cometidos y por qué el confinamiento obligatorio podría ser la mejor opción para algunas de las regiones del país.
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La primera razón citada por los expertos para una posible necesidad de restricción severa del movimiento de personas o confinamiento obligatorio es que simplemente muchos no han cumplido con el aislamiento social propuesto hasta ahora o han abandonado la cuarentena a mitad de camino.
"Si pensamos en el país en su conjunto, el aislamiento fue muy irregular. En algunos lugares, prácticamente no existía", dice Raquel Stucchi, infectóloga de la Universidad Estatal de Campinas (Unicamp) y consultora de la Sociedad Brasileña de Enfermedades Infecciosas.
Por otra parte, la epidemióloga Raquel Martins Lana opina que "el aislamiento comenzó a relajarse en el momento más crucial".
Como el virus tardó un tiempo en llegar a Brasil, las regiones del país incluso comenzaron a prepararse con anticipación. "Lo estábamos haciendo relativamente bien, con tiempo para construir hospitales de campaña, aumentando el número de camas y obteniendo una cierta ventaja en la disminución de la transmisión", considera.
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"La epidemia empezó más lenta en Brasil y hubo un ligero retraso en el colapso del sistema en algunos lugares. Pero cuando fuimos a atender eso, el aislamiento fue abandonado en muchos lugares y hubo un rápido aumento de casos graves".
La doctora Lana es miembro de MAVE, un grupo de trabajo de investigadores de computación científica de la Fundación Oswaldo Cruz y matemática aplicada de la Funcación Getúlio Vargas que ha estado analizando la situación de la propagación del virus en Brasil.
"Si hubiéramos continuado con el aislamiento como al principio, probablemente ahora no necesitaríamos una medida radical como el aislamiento obligatorio. Teníamos una alta adherencia. No era uniforme, no era lo mismo en todos los estados, pero estaba funcionando", dice.
Para el epidemiólogo de la Universidad de Sao Paulo (USP), Paulo Lotufo, los funcionarios que anunciaron el levantamiento gradual de la cuarentena en el futuro cometieron un grave error. El Estado de Sao Paulo, por ejemplo, gobernado por João Doria, decidió adoptar el aislamiento social con cierta anticipación y al mismo tiempo aumentar la capacidad del sistema de salud.
Pero el 20 de abril, Doria anunció que la cuarentena se podría relajar antes si se cumplían ciertos criterios. Cuando el gobernador hizo el anuncio, faltaban tres semanas para cumplir la fecha que había previsto para el inicio del relajamiento.
Para Lotufo, fue un error pensar en esta posibilidad. "El mensaje que le transmitió a la población fue que 'vayan, está bien, quedan libres'", apunta. "De lo que nos estamos dando cuenta es que cuando impones una fecha firme, la gente ya la ha asumido".
No fue solo en el gobierno del estado. Algunas ciudades de Sao Paulo también querían relajar la cuarentena incluso antes de la fecha estipulada por Doria, y eso le comunicaron a la población.
Stucchi, de Unicamp, dice que anuncios como este dan la impresión de que "todo está bien".
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"Esta noticia termina confundiendo mucho. La lectura de la gente es: 'Si ya están diciendo que se va a relajar en el futuro, es porque ahora todo está bien, puedo abrir mi tienda aquí, reunirme con mis amigos'".
Otro error, según Lotufo, fue que no hubo restricciones durante la temporada de Semana Santa en Sao Paulo.
Durante el período de vacaciones, del 5 al 11 de abril, muchas personas viajaron al interior del estado y a la costa. "Debió haber un bloqueo, (donde) nadie pudiera entrar o salir de la ciudad. Hubo una gran cantidad de ir y venir entre los municipios", indica.
Stucchi menciona que hubo tres días festivos consecutivos en el último mes: Pascua, Tiradentes (conmemoración del héroe nacional el 21 de abril) y 1 de mayo. "Debió haber más bloqueos y restricciones en las carreteras para restringir el movimiento de las personas", consideró.
Desde el comienzo de la pandemia en Brasil, el presidente Jair Bolsonaro ha ignorado abiertamente las reglas de distanciamiento social, alentando, participando e incluso causando aglomeraciones en la capital federal.
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El 15 de marzo, cuando el Ministerio de Salud recomendó evitar las multitudes y la Organización Mundial de la Salud (OMS) ya había recomendado el asilamiento social, Bolsonaro celebró en su cuenta de Twitter los actos que ocurrían en todo el país, después de negar que él los hubiera convocado.
Llamó al covid-19 "gripezinha" (una gripecita), minimizando la enfermedad en la televisión nacional el 24 de marzo.
El 29 de marzo, el día después de que el ahora exministro Mandetta abogara por el aislamiento social y recomendara que la gente no saliera a la calle, Bolsonaro dio un paseo por varias partes de Brasilia.
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Entró en una farmacia y una panadería, causando una aglomeración y tomándose fotos con sus seguidores, entre ellos, personas mayores de 60 años, parte del grupo de riesgo de coronavirus.
Después de eso, en otras dos ocasiones, los días 9 y 10 de abril, volvió a caminar en Brasilia, causando otra concentración de multitudes y abrazándose y estrechándose la mano con sus partidarios.
El presidente también participó en una manifestación. El 19 de abril, respaldó y estuvo presente en una protesta con pancartas que llamaban al cierre del Congreso y la Corte Suprema. El presidente incluso habló en la manifestación.
Una de sus últimas apariciones violando claramente las recomendaciones de la OMS y su propio Ministerio de Salud fue el domingo 3 de mayo, cuando fue a la rampa del Palacio de Planalto para hablar con sus partidarios. Sin mascarilla protectora y sin respetar el distanciamiento social, puso niños en su regazo para tomar fotos.
Además, desde el comienzo de la pandemia, el presidente ha estado haciendo una serie de declaraciones minimizando la enfermedad causada por el coronavirus y rechazando las medidas para contener su propagación en todo Brasil. "¿Y qué? Lo siento. ¿Qué quieres que haga?", declaró cuando el país pasó el umbral de los 5.000 muertos, hace unas semanas.
"Es un gran perjuicio e influye mucho en la población", opina Stucchi.
"Por un lado, vemos noticias en la televisión sobre la pandemia, sobre el coronavirus. Por otro lado, vemos al presidente dando besos, abrazos, caminando sin máscara y atrayendo multitudes", dice, comparando la actitud del presidente brasileño con la de la primera ministra de Nueva Zelanda, Jacinda Arden, y sus pronunciamientos sobre el coronavirus y la importancia de la distancia social.
Para ella, "la postura del presidente ha obstaculizado el trabajo de todos los que intentan mostrar, en el área de la salud y la prensa, cuál es el camino que funcionó en otros lugares y qué es importante para controlar la transmisión".
"Ciertamente no es un camino a seguir con esta falta de ejemplo, esta lucha contracorriente que ha hecho el presidente", valora.
La postura inadecuada de Bolsonaro frente a las recomendaciones de la OMS para abordar el coronavirus se suma a la discordancia de los discursos entre el presidente, los gobernadores y los alcaldes.
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Si bien Bolsonaro minimizó la pandemia en Brasil y abogó por la continuidad del comercio para evitar daños económicos, los gobernadores fueron los primeros en adoptar medidas de aislamiento social en los estados brasileños para tratar de aplastar la curva de infección en el país.
La disputa se ha prolongado desde el comienzo de la crisis. Bolsonaro incluso llegó a aseverar que la factura de muertos debería "enviarse a los gobernadores".
Para Ana Maria Malik, profesora de la Fundación Getúlio Vargas y coordinadora del Centro de Gestión de la Salud de la institución, este es un problema porque muestra que "no hay una gobernanza nacional clara, en la que las personas puedan creer" y saber "cuál es la guía para el país y para cada región".
"Los discursos no están en sintonía, lo que causa inseguridad en la población", señala. "La población termina pensando que puede tomar sus decisiones de aislarse o no, ya que los directores no están de acuerdo entre sí".
Para Stucchi, la falta de unión de directrices también afecta a los municipios y estados, "lo que termina causando mucha confusión a la población". A pesar de las medidas del gobierno de Sao Paulo, las ciudades de Campinas y Ribeirao Preto, por ejemplo, ya han anunciado planes para reabrir el comercio.
En medio de la pandemia, el 16 de abril, Bolsonaro despidió a su ministro de Salud, Luiz Henrique Mandetta. Brasil aún no había alcanzado el pico de la epidemia y estaba creciendo en contaminación.
Antes de la renuncia de Mandetta, hubo semanas de enfrentamientos entre Bolsonaro y su ministro, principalmente porque el presidente no estaba de acuerdo con sus declaraciones a favor de las medidas de aislamiento social.
"El cambio de administración en el ministerio en medio de la crisis ocurrió cuando recibíamos más apoyo de la población. Perdimos mucho tiempo con esto", dice la doctora Lana, de Fundación Oswaldo Cruz. "Esto paralizó a toda la población, que no sabía qué hacer. Desmovilizó la gestión de la salud y, en consecuencia, a la población".
Ahí no terminaron los problemas. El oncólogo Nelson Teich, que Bolsonaro desginó para sustituir a Mandetta en el Ministerio de Salud, renunció la semana pasada después de menos de un mes en el cargo.
Aunque en una rueda de prensa no dio razones de su renuncia, Teich había criticado un decreto del presidente en el cual autorizaba la reapertura de gimnasios y salones de belleza.
"Perder a un ministro de Salud fue incómodo, pero perder dos en menos de un mes no solo es vergonzoso para Bolsonaro, sino profundamente preocupante para Brasil", señaló la corresponsal de la BBC en el país, Katty Watson, entonces.
"Parece que el trabajo de ministro de Salud para Bolsonaro es una tarea ingrata en este momento, pero es una vacante complicada en el peor momento posible en el país", subrayó Watson.
Las promesas de tratamientos que "curarían" el covid-19, la enfermedad causada por el coronavirus, también pueden haber dado la impresión de que el confinamiento obligatorio no era necesario, según los especialistas consultados.
La hidroxicloroquina, por ejemplo, fue anunciada por Bolsonaro como la solución de Brasil a la enfermedad. El presidente recomendó el uso de la droga, que aún no se ha demostrado científicamente que sea efectiva contra covid-19, en sus redes sociales e incluso en un comunicado en la radio y televisión nacional.
"Brasil y Estados Unidos han hecho un uso inapropiado de las promesas de tratamientos curativos y milagrosos. Esto significa que posiblemente muchas personas comenzarán a automedicarse y tardarán más en ir al hospital", señala Stucchi. "El uso político de la cloroquina fue perjudicial y puede haber tenido un impacto negativo en el aislamiento. La gente piensa que tiene una cura, un medicamento barato que cualquiera puede comprar, y que todo estará bien".
También destaca el papel que posiblemente las noticias falsas pueden haber jugado en la cuarentena.
De hecho, hubo una circulación relevante de noticias falsas que minimiza la gravedad de covid-19 en Brasil. La Universidad Federal de Minas Gerais y la Universidad de Sao Paulo realizaron una investigación conjunta que analizó 2.108 audios que circularon entre el 24 y el 28 de marzo, en 522 grupos de WhatsApp, con la participación de más de 18 mil usuarios activos.
El estudio concluyó que entre los 20 audios con mayor circulación, cinco negaban la gravedad de la enfermedad causada por el coronavirus. Cuatro de estos cinco audios se encontraban entre los diez más compartidos por los usuarios y contenían testimonios de profesionales de la salud que supuestamente habían visto unidades de cuidados intensivos vacías o funerarias sin muertos, entre otros.
La epidemia ha evolucionado de diferentes maneras en diferentes regiones de Brasil. Por lo tanto, las órdenes de confinamiento obligatorio deben considerarse localmente, no a nivel nacional, dicen los expertos.
"Cada lugar tiene una historia, un número mayor o menor de casos. Las epidemias son locales", explica Aluisio Barros, profesor del programa de posgrado en epidemiología de la Universidad Federal de Pelotas, en Rio Grande do Sul.
En algunas regiones de Brasil, el bloqueo se está considerando o ya se ha aplicado. Por lo menos seis estados han efectuado medidas de confinamiento. Incluidas varias ciudades del estado de Río de Janeiro, como Niterói y Sao Gonçalo. La ciudad de Río está en "semiconfinamiento" donde las restricciones se imponen sólo a unos vecindarios.
El alcalde de Sao Paulo, Bruno Covas, dice estar en discusiones con el gobernador del estado para implementar un confinamiento estricto para evitar que los hospitales queden abrumados.
Sin embargo, la infectóloga Raquel Stucchi considera que un cierre eventual en las regiones del país debe hacerse al "estilo brasileño" y no necesariamente copiar el aislamiento obligatorio hecho en otros países. La especialista considera que no tendría sentido imponer multas a los brasileños, por ejemplo, ya que sería "una cuenta más que el brasileño quedaría debiendo" por la situación económica de la mayoría de la población.
Defiende, en su caso, restringir el movimiento de las personas de manera visible, bloqueando la movilidad urbana. "De lo contrario, se pierde el control y la pérdida de vidas será aún mayor".
Por su parte, la doctora Lana considera que en regiones más críticas, el confinamiento debe recomendarse ahora mismo, porque lleva tiempo movilizar a todos nuevamente a seguir las reglas del aislamiento social voluntario. "Para cuando se haga todo el trabajo de movilización, ya se ha perdido mucho tiempo. No tenemos más tiempo en algunos estados donde la crisis es muy grave".
"Cualquier descuido puede conducir a la falta de control", advierte Barros. "Hay personas que piensan que la epidemia es como un grifo, que estamos controlando. Creo que la epidemia es más como un incendio en el monte, cuando llega a un cierto punto, ya nadie puede manejarlo".
*Este reportaje se basa en el trabajo realizado por la periodista de BBC News Brasil Juliana Gragnani, que puedes ver en video (en portugués) aquí o en texto aquí .