Nicolás Maduro hizo el pasado fin de semana un anuncio que sorprendió a muchos.
El presidente de Venezuela dijo que su país comenzará a probar la vacuna contra el coronavirus desarrollada por Rusia, y que su hijo y su hermana estarían entre los voluntarios en los ensayos.
Pocas horas antes, la vicepresidenta ejecutiva, Delcy Rodríguez, había infomado en la televisión estatal de la llegada al país sudamericano del primer cargamento de Sputnik V, como se llama la vacuna, mientras a su mensaje se superponían las imágenes de los operarios descargando las bodegas de un avión ruso en el aeropuerto de Caracas.
Kirill Dimitriev, director del Fondo Ruso de Inversión Directa (FRID), el fondo soberano ruso que promueve la vacuna confirmó el 2 de octubre que "Venezuela se convirtió en el primer país de América Latina en iniciar ensayos clínicos de la vacuna".
Científicos occidentales han puesto en duda la validez del medicamento por la rapidez con la que las autoridades rusas aprobaron su producción y suministro, y por no haber agotado las etapas habituales de prueba, pero el FRID informó de que ha recibido solicitudes de más de 50 países, también en América Latina, donde México y Brasil ya figuran en la lista.
Para Venezuela, Rusia ha sido durante años uno de sus grandes valedores internacionales, vital para resistir la presión y las sanciones impulsadas por Estados Unidos, que considera a Maduro un "dictador".
El mandatario venezolano agradeció a su homólogo ruso, Vladimir Putin, la llegada de la vacuna.
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Las autoridades venezolanas habían informado hasta este jueves de 80.404 casos de coronavirus y 671 fallecidos, cifras más bajas que las de muchos países de su entorno.
Aunque, con un sistema de salud deteriorado, una larga crisis económica y gran parte de la población dependiente del sector informal, numerosas voces han alertado del grave impacto social de la pandemia en un país que vive una de las cuarentenas más estrictas del continente desde marzo.
En una alocución televisada, Maduro anunció que su gobierno reclutará a 2.000 voluntarios para participar en los ensayos de la vacuna, que actualmente se encuentra en la llamada fase 3.
Maduro dijo que, una vez esté disponible a gran escala, su gobierno iniciará una campaña de vacunación que comenzará con la población vulnerable, los trabajadores sanitarios y los profesores.
"Cuando culminen la pruebas, yo me la pondré de primerito", añadió.
El ministro de Salud, Carlos Alvarado, explicó este martes que "el proceso de selección pasa a un llamado de voluntarios a través de una página web, con una serie de preguntas y luego se hacen evaluaciones, básicamente tienen que ser personas sanas». También dijo que todos los participantes deberán ser mayores de 18 años.
Los voluntarios venezolanos se someterán a lo que se conoce como Fase 3 de la prueba de la vacuna, en la que se busca comprobar su seguridad y eficacia en una población amplia.
Para ello, se realiza el llamado estudio de doble ciego, en el que se mezclan dosis reales con placebos sin que ni los voluntarios ni los investigadores que las administran puedan diferenciarlas.
Normalmente, esta se hace antes de que se haya aprobado definitivamente la vacuna, pero en el caso de Sputnik V será un "estudio de poscomercialización" en el que participarán 40.000 voluntarios repartidos por los diferentes países que se han sumado, entre los que figuran Bielorrusia, Brasil, India y Emiratos Árabes Unidos.
Ni el gobierno venezolano ni las autoridades rusas han informado de cuántas dosis de la vacuna llegaron ni qué organismo supervisará la salud de los voluntarios durante la fase de investigación.
Tanto la embajada rusa Caracas como el FRID declinaron dar esa información a BBC Mundo, que no pudo contactar con ningún portavoz del Ministerio de Salud.
Se desconoce también cuánto pagará el Estado venezolano por las vacunas que le ha comprado a Rusia.
Dimitriev señaló que el único objetivo del fondo es recuperar la inversión realizada en el desarrollo de la vacuna, que calculó en torno a 53 millones de dólares.
La carrera por conseguir una vacuna contra la covid-19 se ha convertido en una obsesión mundial y sus repercusiones van más allá de lo sanitario.
Mientras el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, promete insistentemente que en su país habrá pronto una vacuna, el gobierno chino ya ha comenzado a probar una vacuna experimental.
Rusia fue el primer país que dijo tener una vacuna efectiva disponible, lo que despertó dudas sobre su fiabilidad en el mundo occidental, donde las vacunas más avanzadas, las desarrolladas en Estados Unidos por la empresa Moderna y los Institutos Nacionales de Salud, y en Reino Unido por la compañía AstraZeneca y la Universidad de Oxford, aún se hallan en fase de pruebas.
Muchos analistas creen que Rusia busca apuntarse un tanto en la esfera internacional con su Sputnik V, bautizada igual que un satélite de la era de la carrera espacial entre Estados Unidos y la Unión Soviética.
Desarrollada por el Centro de Investigación en Epidemiología y Microbiología N. F. Gamalei de Moscú, la Sputnik V recibió el visto bueno de las autoridades sanitarias rusas el pasado agosto antes de que se hicieran públicos los resultados de las primeras dos fases de ensayos clínicos -que no revelaron efectos secundarios graves y sí una importante respuesta inmunológica en los 76 participantes- y ya la está aplicando localmente entre voluntarios pertenecientes a grupos en riesgo.
El gobierno ruso prevé iniciar la vacunación masiva de su población ya antes de que acabe el año y mas tarde empezar a producirla y distribuirla en los países que han querido sumarse.
Dimitriev reprochó a los fabricantes de vacunas occidentales que "confían en tecnologías experimentales poco estudiadas y no probadas a largo plazo", en contraste con la fiabilidad que atribuye a su Sputnik V.
Aunque no todos están convencidos de sus bondades.
El virólogo venezolano José Esparza le dijo al portal Prodavinci: "Sabemos mucho sobre las vacunas que se están desarrollando en Estados Unidos o Europa porque los investigadores publican la información y es accesible. Sobre las vacunas que se fabrican en China y en Rusia es muy poca la información".
También alertó de posibles efectos adversos imprevistos si no se completa adecuadamente la fase 3 antes de empezar a suministrar la vacuna.
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