China revive una vieja pesadilla 17 años después.
El país asiático está en emergencia otra vez luego de que un nuevo coronavirus, el "2019-nCoV", obligara a las autoridades a poner en cuarentena un área con 40 millones de personas.
Desde que las primeras informaciones sobre la enfermedad aparecieran hace unas semanas, más de 40 personas han muerto y cientos se han contagiado en una decena de países.
Mientras, la ansiedad y la preocupación se ciernen sobre China en la fiesta del Año Nuevo Lunar, una celebración que conlleva el traslado de 400 millones de personas y que las autoridades han tratado de limitar para evitar los contagios
Publicaciones en redes sociales de residentes de la ciudad de Wuhan, el epicentro de la enfermedad, han denunciado que los centros de salud se han visto desbordados y no admiten nuevos pacientes, en tanto el gobierno anunció que construiría un hospital en diez días para lidiar con la demanda.
Expertos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) alertaron el viernes que modelos por computadora sugieren que el brote podría durar meses, por lo que proyectaron que miles de personas se podrían contagiar en fechas venideras.
Pero la actual crisis es también un mal recuerdo: en 2002 un brote de otro coronavirus, el SARS (o síndrome respiratorio agudo severo) dejó cientos de muertos antes de que se contuviera a mediados de 2003.
Las similitudes entre los síntomas de ambos -y el caos y la preocupación que han generado en el país asiático y a lo largo del mundo- han hecho que muchos comparen la actual situación con lo que pasó hace 17 años.
Y, también, a preguntarse qué cambió desde entonces y qué se puede aprender de la experiencia que puso al mundo en vilo hace casi dos décadas.
¿Qué tienen en comúnlos dos virus?
Epidemiólogos han señalado que las conexiones entre los dos coronavirus parten desde sus cepas.
Arnaud Fontanet, jefe del departamento de epidemiología del Instituto Pasteur en París, indicó que el 2019-nCoV era 80% genéticamente idéntico al virus del SARS, lo que ha llevado a algunos a plantearse si podría tratarse de una evolución del mismo.
Los estudios preliminares indican que ambas cepas se desarrollaron primero en murciélagos y luego pasaron a otros animales antes de contagiar a humanos.
En el caso del SARS, se cree que la infección pasó de los murciélagos a un gato de civeta (un animal salvaje considerado un manjar en partes del sur de China), mientras el actual parece haberse trasmitido desde una serpiente en el mercado de Wuhan.
Las formas de contagio también suelen ser similares: el nuevo virus se propaga a través del contacto de persona a persona.
Y como en el caso del SARS, alguien infectado puede esparcir el virus al toser o estornudar o al dejar gérmenes en otras superficies.
Sin embargo, la OMS no ha querido sacar conclusiones sobre el 2019-nCoV e indicó que todavía falta para comprender cómo se propaga e infecta a las personas, que también podrían cambiar con el tiempo.
Los síntomas que generan tanto el virus del SARS como el 2019-nCoV se manifiestan como trastornos respiratorios que evolucionan y pueden llevar a una neumonía y ocasionalmente, a la muerte.
Sin embargo, las autoridades chinas han notado que cómo se manifiestan y los efectos que causan las dos cepas parecen diferir en su intensidad, que en el nuevo virus suele ser menor.
"Es difícil comparar esta enfermedad con el SARS. Es más leve. La forma en que afecta el pulmón no es como la del SARS", indicó esta semana en una conferencia de prensa Zhong Nanshan, un reconocido científico de la Comisión Nacional de Salud de China.
Sin embargo, la naturaleza más leve del virus también puede ser motivo de preocupación.
Según dijo a la agencia AFP Antoine Flahault, director del Instituto de Salud Global de la Universidad de Ginebra, el hecho de que el virus sea menos intenso es "paradójicamente más preocupante", ya que permite la movilidad de las personas antes de que se detecten los primeros síntomas.
De ahí que la celebración del Año Nuevo Lunar haya sido una preocupación para las autoridades del país asiático.
Hasta este viernes, 24 días después de que se reportaran oficialmente la existencia de los primeros casos, se habían confirmado más de 850 contagios y 40 muertos, y el virus se había extendido a diez países.
El SARS se esparció a 26 naciones y dejó casi 800 muertos y más de 8.000 contagiados durante los ocho meses que duró el brote.
Sin embargo, varios analistas y modelos matemáticos sugieren que la propagación inicial de la nueva cepa podría haber afectado al menos a 1.700 personas y los videos en redes sociales muestran que los hospitales de Wuhan ya no dan abasto.
Cuando se conoció del SARS en 2003, Pekín dijo que solo había reportado unos 300 casos, una cifra que luego se demostró era varias veces mayor.
Steve Tsang, director del Instituto Soas China en Londres, le dijo a la BBC que se enteró de los rumores que circulaban sobre un nuevo virus en Wuhan hace varias semanas, mucho antes de que se confirmaran los primeros casos el 31 de diciembre.
"El presidente Xi Jinping presta mucha más atención a la imagen internacional de China que sus predecesores y ha concentrado mucho más poder que sus predecesores", afirma.
"Por lo tanto, todo lo que podría tener un impacto negativo en la imagen internacional de China se vuelve sensible", agrega.
Críticos del gobierno chino han señalado que, como antes pasó con el SARS, las autoridades inicialmente minimizaron la importancia del nuevo brote o trataron de ocultar su magnitud.
En la epidemia anterior, no fue hasta la denuncia en 2003 de Jiang Yanyong, un médico retirado del ejército chino, que gran parte de China y el resto del mundo se dieron cuenta del peligro.
Sin embargo, los primeros casos se habían detectado en noviembre del año anterior.
Ahora, diversos reportes indican que las autoridades de Wuhan también minimizaron los riesgos del virus durante varias semanas, lo que retrasó una respuesta adecuada y aumentó la propagación del virus.
Sin embargo, el gobierno asegura que informó sobre la nueva cepa poco después que se detectara el primer caso y el propio presidente Xi habló sobre el tema, lo que contribuyó a acelerar la respuesta y llamar la atención sobre el asunto.
Y, a diferencia de lo que pasó hace 17 años, China publicó rápidamente el mapa genético del virus para ayudar al trabajo de otros investigadores de la comunidad internacional en la creación de una vacuna.
Los medios estatales chinos han llamado en sus editoriales a una mayor transparencia, sin embargo, disidentes y analistas han denunciado que la información sobre el nuevo brote es escasa en el interior del país y que los noticieros locales no dan cuenta de la magnitud de la crisis.
Como pasó con el SARS, las autoridades chinas minimizaron inicialmente el peligro y aseguraron que era poco probable que el virus se propagara de persona a persona.
Reportes de medios estatales indican que la policía arrestó a ocho ciudadanos a inicios de este mes, luego de acusarlos de difundir "rumores" de que el virus estaba relacionado con el SARS.
Según diversos estudios académicos, la falta de transparencia en el brote de 2002-2003 perjudicó la posición de China en el escenario internacional y provocó que su crecimiento económico se desacelerara.
La epidemia de SARS se estima que dejó US$30.000 millones en pérdidas económicas en todo el mundo.
El brote de SARS fue visto como un catalizador para el cambio en el sistema médico de China y el gasto en salud aumentó posteriormente.
Según cuenta el servicio chino de la BBC, antes de 2003, los médicos solían reportar enfermedades infecciosas llenando tarjetas a mano y luego enviándolas por fax a una oficina central.
Después del SARS, el gobierno creó un sistema centralizado en línea que conecta clínicas y hospitales en todo el país y les permite informar casos en tiempo real.
El jefe de Salud Pública de la Universidad de Hong Kong, Gabriel Leung, considera que el tiempo para "reconocer, caracterizar, divulgar y reportar información" también mejoró desde el momento del brote de la anterior epidemia.
"Lo que tomó meses durante el tiempo de SARS ahora es cuestión de semanas o días", dijo en una conferencia de prensa a principios de esta semana.
Sin embargo, el nuevo brote también ha mostrado falencias en el sistema de salud que han llevado a la propagación del nuevo virus.
Ya en 2006, Zhong Nanshan, el médico que identificó el SARS y que lidera los esfuerzos del gobierno chino en Wuhan, alertó que era crucial el saneamiento de los mercados de China, "mal administrados, insalubres y una fuente peligrosa de posibles nuevas infecciones".
Sin embargo, la situación sanitaria del mercado de Wuhan, donde se venden animales como ratas, cachorros de lobo vivo, serpientes y civetas, parece estar detrás del nuevo brote.
El uso de estos animales trasmisores en comidas tradicionales o medicinas locales ha obstaculizado los esfuerzos para limitar el comercio de animales.
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