El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, lo llama con orgullo “el modelo venezolano” para hacer frente a la pandemia del coronavirus.
Mientras la mayoría de países han aplicado un confinamiento más o menos estricto pero continuado, en Venezuela se ha establecido una inusual cuarentena intermitente, conocida como el sistema 7-7, en la que se alternan las restricciones con la relajación de las medidas.
Con 4 mil 365 contagios reportados y 38 fallecidos hasta el 25 de junio, Venezuela muestra unas cifras mucho más bajas que las de la mayoría de países de América, desde luego, muy lejos de las de Brasil o Estados Unidos.
Pero la Oficina para la Coordinación de Asuntos Humanitarios de las Naciones Unidas ha advertido de que la mayoría de los tests que se realizan en el país son pruebas rápidas y poco fiables, y que el número real de infectados podría ser muy superior al reportado por las autoridades.
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Sea como sea, en las últimas semanas se ha registrado un aumento de los casos que lleva a muchos expertos a temer que el país se esté acercando al pico de la pandemia.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) afirma que el epicentro de la enfermedad se encuentra ahora en América Latina.
Fue la vicepresidenta ejecutiva, Delcy Rodríguez, la que anunció en un mensaje televisado el pasado 5 de junio los detalles de la peculiar cuarentena venezolana.
'Siete días de trabajo más siete días de cuarentena. Pero debe ser una cuarentena rigurosa, disciplinada”, dijo.
En los días de flexibilización de la cuarentena, diez sectores económicos pueden volver a la actividad, pero se fijan restricciones horarias muy específicas para cada uno de ellos.
En los 12 estados del país en los que se ha detectado un mayor aumento del número de casos no se aplicará por ahora la flexibilización.
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Rodríguez afirmó que el esquema venezolano se adoptó después de conocer las recomendaciones del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC) y la Comisión de Salud del gobierno, pero no explicó cuáles son sus bases científicas.
BBC Mundo consultó al Ministerio de Comunicación, pero no obtuvo respuesta.
Aunque el gobierno venezolano no ha explicado si se inspiró en él, su modelo se parece al desarrollado en Israel por los científicos del Instituto Weizmann, que propone que las personas trabajen en ciclos de dos semanas, con diez días de cuarentena y cuatro de ir al trabajo y a la escuela.
"Es un camino intermedio que ofrece un equilibrio entre salud y economía", le dijo a BBC Mundo Uri Alon, profesor de Biología y uno de los investigadores que desarrolló el modelo israelí.
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El modelo 10-4 busca aprovechar el llamado periodo de latencia del virus, los tres días que se cree que pasan desde que una persona se contagia hasta que puede contagiar a otras.
Alguien que se contagiara durante su periodo de actividad, no desarrollaría los síntomas ni la capacidad de infectar hasta que no estuviera ya de vuelta a la fase de aislamiento. De manifestarse la enfermedad, debería prolongarse el confinamiento, lo que prevendría que contagiara a otros.
Maduro suele asegurar en sus frecuentes apariciones en la televisión estatal que Venezuela “está derrotando al coronavirus” y se felicita por la evolución de la pandemia en su país.
Pero no todos lo ven de la misma manera.
José Felix Oletta, exministro de Salud y miembro de la Sociedad Venezolana de Salud Pública, le dijo a BBC Mundo que “las condiciones de Venezuela no son las de Israel, porque tiene una población mucho mayor y no cuenta con la tecnología y los medios israelíes”.
El doctor Jaime Torres, experto en Epidemiología de la Universidad Central de Venezuela, asegura que “la experiencia en otros países indica que los resultados de las medidas de confinamiento empiezan a verse a las dos semanas de haberse aplicado”, por lo que la alternancia semanal que se plantea en Venezuela “podría no ser suficiente”.
No se ha probado una relación causa-efecto, pero desde que se implantó el nuevo modelo de cuarentena, el número de infecciones reportadas no ha hecho más que aumentar.
Además, el sistema 7-7 del gobierno venezolano no encaja con el periodo estimado de latencia del virus, ya que una semana es tiempo suficiente para que alguien lo contraiga, incube y transmita. La reducción del riesgo de contagio derivada del modelo israelí desaparecería si se altera su frecuencia
Oletta cree que "el gobierno está actuando bajo la premisa del ensayo-error desde que comenzó la pandemia".
Antes del 7-7, el gobierno había anunciado la aplicación de un modelo 5-10 que se abandonó en solo una semana.
También rectificó el cierre del metro de Caracas y otros medios de transporte público muy utilizados después de que se vieran grandes aglomeraciones y confusión en las estaciones el día en que entró en vigor la medida.
Funcione o no su modelo de cuarentena, Venezuela se enfrenta al coronavirus después de años de una grave crisis que ha golpeado tanto su economía como sistema sanitario.
La Organización Panamericana de la Salud lo considera uno de los países de América Latina más vulnerables frente a la pandemia y la Encuesta Nacional de Hospitales, que elabora anualmente la organización Médicos por la Salud, detectó importantes carencias en los centros médicos.
Más de un 53% de los hospitales no contaban con mascarillas, lo que agrava el riesgo de que los profesionales sanitarios se conviertan en grandes difusores del virus.
La escasez de medicamentos y la falta de agua en muchos centros hospitalarios ha sido denunciada por activistas locales y medios de comunicación durante años.
Muchas comunidades carecen de un suministro estable de agua corriente, lo que hace difícil cumplir con el lavado frecuente de manos que se recomienda como primera medida de prevención.
La comida también falta. De acuerdo con Programa Mundial de Alimentos de Naciones Unidas, un tercio de la población venezolana se encuentra en situación de inseguridad alimentaria.
Las fronteras se han convertido otro gran problema. Muchos venezolanos que emigraron están tratando de regresar ante el cierre de las economías de los países en los que se instalaron y el gobierno ha detectado que algunos lo hacen infectados por virus.
Como respuesta, estableció unos reducidos cupos de acceso que impiden a la mayoría de estos venezolanos volver a su país y Maduro ha denunciado a los “trocheros criminales”, en alusión a las trochas por las que muchos entran irregularmente a territorio venezolano.
A quienes se les permite entrar por los pasos habilitados se les obliga a un polémico aislamiento que, según varias denuncias, no cumple con las condiciones adecuadas.
El político opositor Tomás Guanipa ha calificado de “campos de concentración” los centros en los que se les aísla.
Para el doctor Oletta, el gobierno está incurriendo “en una criminalización de las víctimas de la enfermedad, un ejemplo más de la falta de información y educación al público".
En este contexto, el experto teme que la tendencia al alza de la curva de contagios se acentúe en las próximas semanas.
“El gobierno decretó rápido una cuarentena en marzo, pero eso no hace desaparecer el virus y el tiempo que ganamos entonces no se ha aprovechado. El virus va más despacio en Venezuela, pero nosotros vamos aún más despacio. Estamos viviendo una epidemia en diferido”.
Jaime Torres recuerda que esta es “una situación sin apenas precedentes en todo el mundo, por lo que en todas partes se están haciendo pruebas”.
"Solo el tiempo dirá si el modelo 7-7 dio resultado".
lsm