Australia.- Las operaciones de rescate tras la avalancha que enterró a un remoto poblado de Papúa Nueva Guinea continúan con la llegada de maquinaria pesada y entre las dificultades que presenta el terreno, mientras las esperanzas de hallar sobrevivientes se desvanecen seis días después.
"Es extremadamente improbable, sino imposible, que haya sobrevivientes; han pasado ya prácticamente siete días desde el deslizamiento", declaró este jueves a EFE Máté Bagossy, consejero humanitario de la ONU en Papúa Nueva Guinea.
El remoto poblado de Yambali fue sepultado en la madrugada del viernes mientras sus pobladores dormían por una enorme lengua de rocas y lodo de entre seis y ocho metros de altura.
Sobre un terreno que todavía no se encuentra completamente asentado, los voluntarios y equipos de emergencia tratan de cavar con palas y retirar piedras con las manos para sacar cuerpos de los habitantes enterrados.
A la zona ya ha llegado una excavadora, pero ante los peligros que acarrea su uso se ha limitado prácticamente a trabajar en la limpieza de la rudimentaria carretera que da acceso a la población, misión en la que también colabora la compañía minera Barrick, que opera el yacimiento aurífero Porgera, a unos 30 kilómetros de la zona de desastre.
"La zona no está todavía estabilizada y es un riesgo muy grande utilizar maquinaria pesada", apuntá Bagossy desde Wabag, capital de la montañosa región de Enga donde se registró el suceso.
El representante de la ONU subraya además que la vía terrestre que conecta la zona del desastre "se está hundiendo" a causa del movimiento del terreno, lo que complica aún más el acceso y las tareas de rescate y recuperación de cadáveres lideradas por la Fuerza de la Defensa de Papúa.
En un comunicado, la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) indicó que su equipo en el terreno realizó entrevistas a familiares, que agradecieron la ayuda recibida para localizar a su seres queridos y algunos pidieron que se cree un memorial en recuerdo de los fallecidos.
Algunos familiares también dijeron que esperaban más apoyo de la empresa responsable de la mina de oro Porgera, situada a unos 30 kilómetros y cuyos camiones usaban una carretera que pasaba por la zona afectada.
Según la OIM, las Fuerzas de la Defensa van a crear una zona de cuarentena ante el riesgo de salud que supone la descomposición de los cadáveres atrapados en la avalancha.
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Los trabajos de búsqueda proseguirán al menos hasta el 6 de junio, cuando se cumple el plazo mínimo de 14 días establecido por el país. Una vez alcanzada esta fecha, las autoridades deberán determinar si continúan con las tareas o las suspenden, y declarar a los enterrados como desaparecidos.
"Por razones de salud publica, en gran parte, es probable que se declaren a la mayoría de las victimas (como) desaparecidas", precisó Bagossy.
Fuentes de la OIM dijeron hoy a EFE que sus contenedores llegarán este viernes, después de que la víspera se empezara a recibir la ayuda humanitaria a la zona afectada, cinco días después de la tragedia, en medio de dificultades por el hundimiento de un puente y condiciones meteorológicas adversas.
Las cifras y las causas de la tragedia todavía siguen siendo una incógnita.
El Centro Nacional de Desastres del depauperado país informó a la ONU en una carta el lunes de que más de 2.000 personas habían quedado "enterradas vivas" por el alud. Pero agencias de Naciones Unidas, muchas con equipos sobre el terreno, urgen a la prudencia a la hora de dar la cifra como definitiva.
Según Unicef, el desastre afectó a unas 7.800 personas, incluyendo los enterrados y potenciales evacuados, de los que el 40% son menores de 16 años.
Papúa Nueva Guinea es un país rico en recursos naturales que tiene a una gran parte de los más de nueve millones de habitantes en extrema pobreza y se encuentran aislados por problemas de comunicaciones y déficit de infraestructura, especialmente en áreas remotas, donde faltan servicios básicos de salud y educación.
mcc