Moscú/Kiev.— Rusia llamó ayer a las fuerzas ucranianas a salir, antes del mediodía de este lunes, de la ciudad de Mariupol, blanco de los asaltos más brutales por parte de sus fuerzas desde que comenzó la invasión, y donde se denunció ayer domingo un ataque contra una escuela donde se refugiaban unas 400 personas.
“La salida organizada de la ciudad se efectuará de la siguiente forma: de 10 a 12 horas todas las unidades armadas de Ucrania y los mercenarios extranjeros sin armas y municiones [podrán abandonar la localidad] por una ruta acordada con Ucrania”, dijo Mijaíl Mizintsev, jefe del Centro de Control de la Defensa Nacional de Rusia.
Mizintsev acusó a los “nacionalistas” ucranianos de sembrar “el caos” y “el terror” en Mariupol y provocar una grave catástrofe humanitaria en la ciudad. Afirmó que las fuerzas rusas no han utilizado en la ciudad armamento pesado y tampoco lo han hecho las milicias prorrusas de Donetsk que combaten con el ejército de Rusia.
Aseguró que las fuerzas ucranianas que depongan las armas podrán abandonar Mariupol de forma “segura y sin que su vida corra peligro”. En cambio, si no lo hacen, advirtió, “el tribunal militar que los espera es sólo una cosa menor que ya han merecido por la actitud despreciable hacia sus propios ciudadanos, así como por los terribles crímenes y provocaciones ya dispuestos por ustedes”.
A partir del mediodía en la ciudad podrán entrar convoyes humanitarios con alimentos, medicamentos y artículos de primera necesidad tanto de Kiev como de territorios del este del país, que no están bajo su control. Paralelamente, Mizintsev llamó a organismos internacionales, como Naciones Unidas y la Cruz Roja, a enviar a sus representantes para supervisar las evacuaciones de los civiles.
Sin embargo, la viceprimera ministra Iryna Vereshchuk rechazó la rendición. “No es una opción”, dijo. Acusó también a Rusia de “delirio”, “manipulación” y de estar “tomando personas como rehenes”.
El anuncio se produjo horas después de que el presidente ucraniano, Volodimir Zelensky, denunciara un nuevo “acto de terror” por el bombardeo de una escuela donde se refugiaban unas 400 personas, incluyendo mujeres, niños y ancianos.
“El edificio ha sido destruido y la gente todavía está bajo los escombros. Aún se está aclarando el número de muertos”, indicó el ayuntamiento de Mariupol. “Ya no queda ciudad”, dicen los que han podido huir. Algunos han tenido que beber agua de lluvia, o comer palomas callejeras, porque no queda nada más para sobrevivir.
“El que los agresores hayan hecho lo que han hecho con una ciudad pacífica es un acto de terror que será recordado en los siglos venideros”, advirtió Zelensky, quien al mismo tiempo se declaró dispuesto a hablar con su par ruso, Vladimir Putin.
“Creo que sin negociaciones la guerra no se detendrá”, afirmó en entrevista con la cadena CNN. “Si sólo hay 1% de posibilidades de detener esta guerra, debemos aprovecharlas”.
Más tarde, Zelensky se dirigió, via zoom, al Knesset (Parlamento) israelí. El líder ucraniano pidió a los israelíes “tomar una decisión” y apoyar a Ucrania frente a Rusia. El mandatario, de origen judío, evocó la Segunda Guerra Mundial y el horror del Holocausto: “Escuchen qué dice el Kremlin, son las mismas palabras, la misma terminología que los nazis usaron contra ustedes”, dijo y pidió evitar que Rusia aplique a los ucranianos la “solución final”, término que usaban los nazis para referirse al genocidio de unos 6 millones de judíos durante el Holocausto.
De acuerdo con Filippo Grandi, jefe del Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados, “la guerra en Ucrania es tan devastadora que 10 millones de personas han huido, ya sea como desplazados dentro del país o como refugiados en el extranjero”.