Algunos se muestran incrédulos ante la guerra, otros tienen miedo, pero son miles los civiles ucranianos que han decidido unir fuerzas con su ejército para defender el país de la invasión rusa ordenada por Vladimir Putin el pasado 24 de febrero.
Ciudadanos de todos los orígenes han respondido al llamado del gobierno Kiev, que tiene una fuerza bélica y una población significativamente menor a la de Rusia.
Algunos han recurrido a los llamados cócteles molotov, bombas incendiarias caseras hechas con sustancias inflamables en un recipiente de cristal.
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Las imágenes de personas comunes dedicadas a la elaboración de estas bombas caseras han dado la vuelta al mundo.
Con este tipo de explosivos, así como con otras armas entregadas por el Estado, los civiles han ayudado a que las principales ciudades ucranianas, como Kiev o Járkiv, se mantengan aún bajo su control.
El Ministerio de Defensa incluso los orientó en sus redes sociales sobre cómo usarlos contra los vehículos del ejército ruso.
El nombre de estas "bombas caseras" proviene de un antiguo dignatario de la desaparecida Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), Vyacheslav Mikhailovich Molotov, quien fue protagonista de otro conflicto militar.
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Aquí te contamos su historia.
Vyacheslav Mikhailovich Molotov, de nacionalidad rusa y nacido con el apellido Scriabin, fue ministro de relaciones exteriores de la URSS en dos ocasiones, entre 1939-1949 y 1953-1956.
Nacido en 1890 de padres de clase media, fue desde 1906 parte de la facción bolchevique del Partido Socialdemócrata ruso, que posteriormente se convirtió en el Partido Comunista de la URSS.
De acuerdo con el Centro Wilson en Estados Unidos, fue colaborador de Vladimir Lenin y Joseph Stalin en la revolución de 1917, que desembocó en la caída de la dinastía zarista y dio paso a la República Socialista Federativa Soviética de Rusia.
Más tarde, ocupó varias posiciones en el partido, como secretario del Comité Central y la dirección del Comité del Partido en Moscú.
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Este último cargo, según el centro Wilson, lo logró tras participar de la llamada "purga" del Partido Comunista Soviético, un proceso de persecución contra los opositores de Stalin.
No obstante, es conocido sobre todo por firmar -como comisionado de asuntos exteriores- el pacto Molotov-Ribbentrop en agosto de 1939, un tratado de no agresión entre la URSS de Stalin y la Alemania nazi de Adolfo Hitler.
El convenio, según varias fuentes, también contenía un acuerdo entre ambas potencias para dividir sus intereses de conquista en Polonia y el resto de Europa.
Sin el temor de provocar a la URSS, en septiembre de 1939 el gobierno nazi atacó Polonia, invasión que dio paso a la Segunda Guerra Mundial.
Los soviéticos, por su parte, entraron en Finlandia en noviembre del mismo año, lo que se conoció como la Guerra del Invierno.
Este conflicto fue en el que los cócteles Molotov ganaron su fama.
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Una reseña del libro "Un infierno congelado: la guerra ruso-finlandesa del invierno de 1939-1940", del historiador William Trotter, da cuenta de por qué los soldados finlandeses llamaron de forma improvisada a sus bombas caseras "cócteles Molotov".
El diplomático Molotov, en la radio soviética, dijo que el ejército de su país durante el conflicto no lanzaba bombas en territorio de Finlandia, sino "suministros y alimentos".
Ante sus palabras, los soldados comenzaron a llamar de forma sarcástica los bombardeos soviéticos "cestas de picnic Molotov".
Más adelante, adoptaron el nombre para sus propias bombas improvisadas.
Aunque el artículo relaciona el nombre con la intervención de la URSS en Finlandia, establece que el origen de las bombas Molotov data de años antes, pues hay registros del uso de estos artefactos, por ejemplo, en la Guerra Civil Española de 1936-39.
Ahora, los cócteles molotov vuelven a estar de actualidad con la resistencia del pueblo ucraniano ante la invasión rusa.
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