"Por favor, llévate a mi hija y hazte cargo de ella, que no le falte nada". La periodista Sol Macaluso reveló la petición que le hizo un compañero, en Leópolis .
Su fixer Max, su guía, le pidió que se llevara a su hija. La reportera argentina, que trabaja en Telecinco, España, se comprometió a sacar a la menor de Ucrania , narró.
“Es mi familia ahora, es mi hermana (...) Mi familia cada vez se hace más grande con cada uno de ellos. Son personas increíbles así que lo que haga falta”, sostuvo, mientras se secaba las lágrimas del rostro.
Después aclaró que la niña "no es la hija de mi camarógrafo Stephan”. Además, decidió quedarse más tiempo en Leópolis, "por mi compromiso con la profesión y mi compromiso con mi camarógrafo".
La joven indicó que la menor "se la lleva una pequeña gran gigante de nuestro equipo que regresa a España. Estará muy bien cuidada. Como he comentado somos todos una gran familia en este equipo de trabajo. Ojalá se pueda reencontrar con su familia pronto, ya sea acá en su país o en cualquier lugar que sea seguro para todos ellos”.
En Kiev se vive la desesperación y angustia por salir de la capital frente a la invasión rusa . Los ucranianos dejan todo atrás.
Christopher Miller, enviado de Buzzfeed News, narró postales de lo que se vive en la estación de tren: una joven madre que "fue separada de su hija cuando un policía subió a la niña al tren, pero comenzó a alejarse antes de que la mujer pudiera subirse. Mientras dejaba escapar un aullido espeluznante, la joven corrió junto al automóvil en movimiento hasta que pudo agarrar el brazo extendido de otro hombre que la subió a bordo".
En el caos, "una mujer mayor se desmayó de agotamiento y tuvieron que llevarla. Las mascotas que no fueron permitidas a bordo debido al espacio fueron entregadas por sus dueños llorando a amigos que se quedaron atrás", contó Miller.
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En la terminal, la pregunta era "qué vía iría a Lviv, Rakhiv, Kamyanets-Podilskiy y otras ciudades del oeste de Ucrania que podrían proporcionar refugio seguro y paso a los países de la Unión Europea", sin embargo, los tickets, "no se podían encontrar, comprar o intercambiar (...) pero a nadie que trabajara en la estación parecía importarle si alguien realmente los tenía".
Serhiy, Veronika y su pequeña hija Sofia, buscaban llegar a Odesa. "“Es una auténtica pesadilla”, dijo Veronika sobre la situación, y agregó que no tenían boletos pero que tratarían de subirse a un tren siete horas después", narró el periodista de Buzzfeed News.
Jóvenes estudiantes y profesionales en tecnología de la información también buscaban llegar a las fronteras, como Muhammed Ali, un estudiante de Turkmenistán que había estado estudiando programación en la Universidad Pedagógica Nacional Drahomanov de Kiev, quien junto con cinco amigos intentaban llegar a Rumania, donde esperaban tomar vuelos a sus países.
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En la terminal, narró Miller, en el café France de la sala internacional, Natalia, una maestra jubilada, que buscaba ir con su hija en Ivano-Frankivsk, había dado bollos a los soldados y a los combatientes. “Es importante que sean fuertes. Están defendiendo nuestro país”, dijo Natalia. “Soy una anciana. Estaré muerto pronto. Pero Ucrania vivirá”.
Molvina, difundió Miller, es otra madre de dos niñas, quien "se fue de Georgia a Ucrania después de que Rusia invadió su país de origen en 2008. Pasó los últimos 14 años construyendo una nueva vida, sólo para que Putin la destruyera una vez más".
* Con información de La Nación
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