Washington.— Hasta este lunes, en Estados Unidos era posible (y legal) despedir a alguien por ser homosexual o transgénero.
En una de las decisiones más importantes para los derechos civiles de los últimos años, comparable a la de legalizar el matrimonio homosexual en 2015, el Tribunal Supremo de Estados Unidos protegió de la discriminación laboral a la comunidad LGBT, un paso más hacia la igualdad en el contexto de una Alta Corte de marcado carácter conservador.
“Un empleador que despide a un individuo por ser homosexual o transgénero despide a esa persona por rasgos o acciones que no habría cuestionado en miembros de un sexo diferente”, resolvió el tribunal, en una decisión seis a tres redactada por el juez conservador Neil Gorsuch, nominado por el presidente Donald Trump.
El caso se centraba en la definición de “sexo” en el denominado Título VII de la Ley de Derechos Civiles de 1964, que prohíbe la discriminación laboral basada en raza, color, religión, sexo o nacionalidad. Con su decisión, el tribunal amplía la definición e incluye orientación sexual e identidad de género.
“Es una victoria trascendental para la igualdad LGBT”, declaró Alphonso Davis, presidente de Human Rights Campaign, una organización que lucha por los derechos de los homosexuales y los transgénero.
Los cuatro jueces liberales, Gorsuch y el conservador y presidente del tribunal, John Roberts, votaron conjuntamente en una resolución importante por el desequilibrio conservador del alto tribunal. En el lado opuesto, otros tres jueces conservadores se opusieron a la mayoría, considerando que el concepto de “discriminación por sexo” que implica la ley es diferente por la “discriminación por orientación sexual o identidad de género”, escribió en su texto de discrepancia Samuel Alito.
La decisión judicial es, en parte y de forma indirecta, un revés a las políticas sociales de la administración Trump, que apoyada y presionada por los grupos más conservadores de la sociedad estadounidense, especialmente los sectores religiosos evangélicos, había dado marcha atrás en la ampliación de derechos a la comunidad LGBT impulsada por su antecesor Barack Obama.
Desde su llegada al poder en 2017, Trump ha impulsado políticas contra la comunidad homosexual y transgénero: la última el pasado viernes, quitando la protección contra la discriminación a la población LGBT en temas de sanidad y seguro médico.
El impacto de la decisión de la Corte será grande. Según datos del Williams Institute de la Universidad de California, en Los Ángeles (UCLA), se calcula que hay 8.1 millones de trabajadores que se declaran LGBT en total, de los cuales casi la mitad vivían en estados donde, hasta ahora, no había leyes que les protegieran de la discriminación laboral por su orientación sexual. Se estima que esa comunidad en Estados Unidos supera los 13 millones de personas.
“Realmente no hay palabras para describir lo eufórico que estoy”, declaró Gerald Bostock, uno de los demandantes de uno de los casos que llegó al Supremo, despedido hace siete años de su trabajo como coordinador de servicios de bienestar infantil tras apuntarse a un equipo gay de softbol.
“Desde hoy podemos trabajar sin miedo a ser despedidos por ser quien somos ni a quién amemos. Pero todavía queda trabajo por hacer: la discriminación no tiene lugar en este mundo, y no vamos a descansar hasta que todos tengamos los mismos derechos”, sentenció Bostock.