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Labuan, Indonesia.— Rescatistas indonesios utilizaban ayer drones y perros rastreadores para buscar sobrevivientes en la devastada costa oeste de Java, azotada por un tsunami que mató al menos a 429 personas. Las autoridades indicaron que esperaban encontrar más víctimas a medida que avance la búsqueda.
La ola provocada por el volcán conocido como el “hijo” del Krakatoa, el Anak Krakatoa, arrasó el sábado cientos de edificios en las costas meridionales de Sumatra y en el extremo occidental de Java. Numerosos refugiados temen regresar a sus casas.
Al menos 154 personas están desaparecidas, más de mil 400 resultaron heridas y unos 5 mil residentes tuvieron que mudarse a terrenos más altos, por la advertencia de marea alta, que se extendió hasta hoy, miércoles.
Los rescatistas utilizaban maquinaria pesada, perros rastreadores y cámaras especiales para detectar y extraer cuerpos del barro y escombros a lo largo de un tramo de 100 kilómetros de la costa oeste de Java. Funcionarios dijeron que el área de búsqueda se ampliaría más al sur.
“Hay varios lugares que antes pensábamos que no estaban afectados”, dijo Yusuf Latif, portavoz de la Agencia Nacional de Búsqueda y Rescate. “Pero ahora estamos llegando a áreas más remotas (...) y de hecho hay muchas víctimas allí”.
Los equipos de rescate trataban ayer de llevar su ayuda a las regiones devastadas por el tsunami, pero la falta de agua potable y de medicamentos complicaba su tarea y afectaba a miles de personas refugiadas en centros de emergencia. Los trabajadores humanitarios advertían contra los riesgos de crisis sanitaria.
“Muchos niños están enfermos, tienen fiebre, dolor de cabeza y no tienen suficiente agua”, explicó Rizal Alimin, un médico de la ONG Aksi Cepat Tanggap, en una escuela transformada en refugio improvisado.
“Estoy aquí desde hace tres días”, declaró Neng Sumarni, de 40 años, quien duerme junto con sus tres hijos y su esposo en el suelo de la escuela, con otras 30 personas. “Tengo miedo, porque mi casa está muy cerca de la playa”, añadió.
Abu Salim, voluntario de la asociación Tagana, explicó que los trabajadores humanitarios apenas consiguen estabilizar la situación: “Hoy iniciamos la ayuda a los refugiados que están en los centros, instalamos cocinas, distribuimos equipos logísticos y más tiendas en los lugares más adecuados”, indicó.
La gente “sigue sin tener acceso al agua potable. Muchos refugiados fueron a zonas altas y no hemos logrado llegar a ellos”, dijo.
Los rescatistas hacían llegar las ayudas principalmente por carretera. Dos barcos del gobierno abastecían a varias islas cercanas a las costas de Sumatra, donde los habitantes permanecen atrapados.
Los esfuerzos de rescate se veían obstaculizados por las fuertes lluvias y la baja visibilidad. Equipos militares y voluntarios utilizaron drones para evaluar el alcance de los daños a lo largo de la costa.
Miles de personas se alojan en tiendas de campaña y refugios temporales como mezquitas o escuelas.
“No podemos dormir por la noche, y si conseguimos dormir, un automóvil pasa junto a las sirenas y nos despertamos de nuevo”, mencionó Enah, una mujer de 29 años que logró sobrevivir con su familia.
Las autoridades advirtieron de más olas altas a consecuencia de la actividad volcánica y aconsejaron a los residentes del lugar que se mantengan alejados de la costa.
“Dado que Anak Krakatoa ha estado en erupción activa durante los últimos meses, no se pueden descartar otros tsunamis”, aseguró Hermann Fritz, profesor del Georgia Institute of Technology.
Este año, el archipiélago de Indonesia, que se encuentra en el Cinturón de Fuego del Pacífico, ha sufrido su peor cifra anual de muertos por desastres en más de una década.
“Todo el mundo está en un estado de pánico”, dijo Atmadja Suhara, un funcionario local en la ciudad de Labuan. “A menudo tenemos desastres, pero no tan mal como esto. Si Dios quiere, reconstruiremos”.
Terremotos arrasaron partes de la isla de Lombok en julio y agosto; en septiembre otro terremoto, seguido de un tsunami, mató a más de 2 mil personas en una parte remota de la isla de Sulawesi.
Hasta ayer, seguían saliendo gruesas nubes de cenizas desde Anak Krakatoa, isla volcánica donde el sábado el colapso de un cráter por la marea alta generó un maremoto que golpeó las áreas costeras a ambos lados del estrecho de Sunda, entre las islas de Sumatra y Java.