Miami.— En la historia de la lucha por los derechos civiles, pocos capítulos han sido tan tensos como el que ha vivido la en Estados Unidos durante la administración de Donald Trump entre 2017 y 2021. Políticas que parecían retroceder décadas en igualdad e inclusión redefinieron las batallas por los derechos básicos de la comunidad gay. Con el regreso de Trump al poder en 2025, las preocupaciones no han hecho más que intensificarse.

El episodio más reciente de los republicanos contra la comunidad LGBTQ+ se llama Sarah McBride, la primera mujer trans elegida al Congreso de EU. Sarah ha enfrentado ataques políticos y un clima polarizado mientras se prepara para asumir su cargo el 3 de enero. Recientemente, se convirtió en el objetivo de una resolución presentada por la congresista republicana Nancy Mace que busca restringir el acceso de mujeres transgénero a los baños femeninos en el Capitolio. McBride ha optado por no reaccionar directamente a estos ataques y ha centrado su atención en problemas más amplios, como la vivienda y la inflación.

La victoria de McBride se produce en medio de una oleada de leyes anti-LGBTQ+ en Estados Unidos, con 16 estados de la Unión Americana —republicanos— aprobando un total de 45 leyes que restringen los derechos de las personas trans en el ámbito de la salud y la educación. Figuras como McBride comenzaron a emerger como símbolos de resistencia y progreso. En noviembre pasado, hizo historia al convertirse en la primera mujer transgénero elegida para la Cámara de Representantes de Estados Unidos, por el estado de Delaware.

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Pero la respuesta republicana ha sido furibunda, atizada por las posturas conservadoras de Trump, su líder. Consciente de ellos, la comunidad se mantiene firme.

Sarah Kate Ellis, presidenta de GLAAD, expresó, el orquestado contra McBride “no es sólo un ataque a una mujer transgénero, es un intento de intimidar a toda nuestra comunidad. Pero no retrocederemos”. McBride adelantó que “estoy aquí para demostrar que no importa cuántos obstáculos nos pongan, seguimos avanzando. Nuestra lucha no se detiene”.

Exclusión militar

En julio de 2017, el entonces presidente Trump sacudió a la comunidad LGBTQ+ y sus aliados: “El gobierno de Estados Unidos no aceptará ni permitirá que las personas transgénero sirvan en ninguna capacidad en nuestras Fuerzas Armadas. ¡Nuestro ejército debe centrarse en la victoria decisiva y no puede ser gravado con los tremendos costos médicos y las interrupciones que implicarían las personas transgénero!”, posteó.

La prohibición afectó directamente a más de 15 mil personas transgénero en servicio activo, incluyendo Jamie Rivera, un veterano transgénero que sirvió por más de una década. “No solo perdí mi carrera, sentí que perdía mi propósito de vida”.

En 2021, la administración Biden revocó la prohibición, permitiendo nuevamente que las personas transgénero sirvieran abiertamente, pero con el regreso de Trump, se prevé su reimplementación.

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Equidad laboral

El lugar de trabajo ha sido históricamente un espacio de discriminación para las personas LGBTQ+ y, durante la primera administración Trump, esa realidad recrudeció.

Ashley Harris, una enfermera lesbiana de Texas, fue despedida en ese lapso, bajo el pretexto de “no encajar en la cultura de la empresa”. Ashley contó a EL UNIVERSAL la excusa que usaron para despedirla. “me dijeron que mi vida personal no era compatible con los valores de la organización. Fue devastador”.

Con el apoyo de Lambda Legal, Ashley presentó una demanda y ganó su caso, pero el daño emocional ya estaba hecho. “No se trata sólo de perder el empleo. Es la sensación de que nunca serás suficiente, de que siempre serás juzgada por algo que no puedes ni debes cambiar”.

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Historias como la de Ashley no son raras. Según un informe de la Human Rights Campaign, más del 30% de las personas LGBTQ+ han enfrentado discriminación en el trabajo, y esa cifra es aún mayor para las personas transgénero.

La educación y la salud

El impacto de las políticas de la primera administración Trump también se sintió en las escuelas, especialmente entre los jóvenes LGBTQ+. Entre otras cosas, el Departamento de Educación revocó directrices federales que protegían a estudiantes transgénero, permitiéndoles usar baños y vestuarios acordes con su identidad de género. Estas medidas dieron pie al acoso y la exclusión en los entornos educativos. Según un informe de la organización estadounidense Gay, Lesbian & Straight Education Network (GLSEN), más del 70% de los estudiantes LGBTQ+ informaron haber experimentado acoso verbal o físico en la escuela. GLSEN trabaja para crear un entorno escolar seguro e inclusivo para los jóvenes LGBTQ+ en las escuelas K-12.

Lucas Martínez, un joven gay de 16 años, vivió esta exclusión de primera mano. En su escuela, el acoso era constante. “Me llamaban con insultos todos los días y cuando pedí ayuda los maestros simplemente dijeron que no podían hacer nada. Fue como si me dijeran que no les importaba”, relató a este diario.

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David y Mike Hanson, una pareja gay de Colorado, vivieron la exclusión de otro modo: en 2019, se les negó el alquiler de un apartamento porque el propietario alegó que su relación “violaba sus principios religiosos”. Con la ayuda de Lambda Legal, la pareja llevó el caso a los tribunales, logrando una resolución favorable que sentó un precedente en su estado.

El regreso de Trump preocupa a la comunidad LGBTQ+. Pero están listos para “la resistencia”. Shannon Minter, del National Center for Lesbian Rights (NCLR), advirtió que “las políticas de Trump fueron diseñadas para dividirnos, pero lo que lograron fue unirnos más” y llamó a abrir bien los ojos, para proteger a aquellos de la comunidad más vulnerables en esta nueva era Trump.

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