A principios de agosto tres personas fueron gravemente heridas en un tiroteo a plena luz del día cerca de un centro comercial en Kristianstad, en el sur de Suecia.
El mes anterior, un policía era acribillado mientras patrullaba en un suburbio de Gotemburgo, la segunda ciudad más importante del país.
Pocos días después de aquel evento, que ya había consternado a la sociedad sueca, dos hombres encapuchados irrumpieron en una barbería de la misma ciudad para dispararle diez veces a un joven cliente, antes de huir.
Estos son sólo tres de los más de 180 incidentes con disparos que ha registrado la policía en lo que va de año.
En la década de los 90, Suecia era una de las naciones más seguras de Europa, con una envidiable calidad de vida y bajísimos índices delictivos; hoy se ha convertido en la capital continental de los tiroteos.
Según cifras oficiales, el país escandinavo registró 366 incidentes con armas de fuego en 2020, que resultaron en 47 muertes.
Lo más alarmante del asunto es que el número de tiroteos no para de aumentar desde la década de 2000, de acuerdo a un informe del Consejo Nacional para la Prevención del Delito de Suecia (BRA).
En 2000, Suecia ocupaba el puesto 18 de 22 países de Europa por número de muertes per cápita en tiroteos. Quince años después, en 2015, se convirtió en el segundo país europeo donde morir a balazos es más común; en ese entonces era solamente superado por Croacia.
Pero en 2018, el último año del que se han publicado datos, subió al poco deseado primer lugar en muertes por bala en Europa, según el informe del BRA, que fue realizado con datos de la Oficina Europea de Estadística, Eurostat.
"Es muy inquietante y un enigma para los que estudiamos este problema", le dice Klara Hradilova Selin, investigadora del BRA, a BBC Mundo.
"El crimen de forma general no ha aumentado, de hecho ha disminuido, pero el número de tiroteos sigue subiendo", prosigue.
Según la Eurostat, Suecia fue el quinto país de la Unión Europea (UE) en donde se registraron más robos por habitante en promedio entre 2016 y 2018, detrás de Bélgica, Francia y España.
Durante ese periodo, se reportaron 86 robos por cada 100 mil habitantes en la nación escandinava, por encima del promedio de 70 de la UE.
El país se desprende aún más del promedio europeo al comparar las cifras de homicidios con armas de fuego.
En Suecia es de aproximadamente cuatro muertes por millón de habitantes al año, mientras que el promedio de los demás países incluidos en el estudio es mucho más baja, de 1,6 muertes por millón de habitantes.
Un dato aún más impresionante: Suecia fue el único país del estudio en donde las muertes por armas de fuego aumentaron con respecto al año 2000.
Según Klara Hradilova Selin, el aumento es difícil de explicar, pero hay al menos tres factores que influyen en la ola de asesinatos con armas de fuego que atraviesa Suecia.
"La existencia de pandillas criminales, el tráfico de drogas y la falta de la confianza en la policía en los suburbios", precisa.
El informe del BRA señala que más de ocho de cada 10 tiroteos están relacionados con el crimen organizado, una proporción significativamente más alta que en otros países.
Este tipo de crímenes se ha convertido en una de las mayores preocupaciones de los suecos. Una encuesta reciente realizada por el Instituto SOM de la Universidad de Gotemburgo arrojó que al 90% de los suecos les gustaría ver penas más duras para los delincuentes pertenecientes a pandillas.
Los factores de riesgo que menciona la investigadora sueca se repiten en otros países de Europa, pero sin los mismos resultados. "También hay pandillas y tráfico de drogas en otros países, como Francia o Inglaterra, pero ninguna otra nación ha registrado el mismo aumento en tiroteos que Suecia", agrega Hradilova Selin
"En Inglaterra y Gales, por ejemplo, se puede decir que existe un tipo de violencia similar en aumento, pero vía otro método: homicidios cometidos con cuchillos".
"Sin embargo, el contexto es parecido: sucede en suburbios o en zonas deprimidas, las víctimas son jóvenes y frecuentemente hay una conexión con el tráfico de estupefacientes".
La mayoría de las muertes por armas de fuego en Suecia ocurren en hombres de entre 20 y 29 años.
Håkan Jarborg, un jefe de la policía en el sur de Suecia, explica que la lucha contra el aumento de la violencia en Suecia "no es una tarea del todo sencilla".
"Los crímenes son difíciles de investigar. Las víctimas que sobreviven rara vez participan en el avance de la investigación y las declaraciones de los testigos a menudo son muy escasas", le dijo al Göteborgs-Posten, uno de los principales diarios de Gotemburgo.
Tras la más reciente ola de violencia en Suecia que ya ha provocado cerca de 30 muertes en lo que va año, el gobierno sueco anunció a finales de agosto que buscaría cambiar las leyes de seguridad nacional para permitir que la policía pueda espiar con más facilidad a presuntos pandilleros.
"Queremos considerar la posibilidad de darle a la autoridad policial otra herramienta clave para prevenir nuevos tiroteos", aseguró el ministro del Interior, Mikael Damberg, en una conferencia de prensa el 27 de agosto.
"Haremos todo lo que esté a nuestro alcance para luchar contra las pandillas".
Otro informe del BRA sobre el crimen en Suecia publicado este mes arrojó resultados alarmantes y que han desatado un intenso debate sobre la inmigración en el país.
Según el nuevo estudio, los nacidos en el extranjero y sus hijos tienen entre 2,5 y 3 veces más probabilidades de ser sospechosos de un delito que los nacidos en Suecia de padres suecos.
Un 30% de los hombres nacidos en Suecia pero cuyos padres nacieron en África fueron sospechosos de delitos entre 2015 y 2018.
Para Asia Occidental, que incluye Medio Oriente, la misma cifra fue de 24%.
Mientras que para los suecos cuyos padres nacieron en el país la cifra fue de apenas 4,8%. Dentro de todo eso cabe destacar que no todos los sospechosos de la policía son culpables.
De acuerdo al periodista sueco Håkan Boström, estas cifras muestran "claramente" que Suecia tiene un "difícil problema" de integración.
"Los grupos más activos en materia de delincuencia tienen su origen en los países de los que Suecia ha recibido un gran número de refugiados: Oriente Medio y África".
"¿Es la pobreza lo que causa la cultura de las pandillas, el abuso de drogas y los malos resultados escolares? ¿O es la cultura de las pandillas y los malos resultados escolares en combinación con las dificultades de los padres para establecerse lo que causa la pobreza?", se pregunta el periodista en un artículo publicado a finales de agosto por el Göteborgs-Posten.
El primer ministro de Suecia, Stefan Lofven, tiene previsto abandonar el cargo próximamente y su Partido Socialdemócrata tiene la ardua tarea de elegir a un nuevo líder que pueda convencer a los votantes de que pueden detener la ola de violencia de pandillas.
Mientras tanto, los críticos del gobierno no pierden la oportunidad de utilizar el crimen como arma para llegarle al electorado.
"El estado de seguridad es completamente oscuro, pero juntos podemos hacer que Suecia vuelva a ser segura", aseguró en mayo Oliver Rosengren, concejal de Växjö del Partido Moderado.
"Una guerra contra el crimen de pandillas espera al próximo gobierno".
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