Han pasado cinco meses desde que la tragedia sacudió a varias familias en la costa de Galicia, en el noroeste de España.
En la gélida noche del 15 de febrero de 2022, un buque pesquero español, el Villa de Pitanxo, se hundió durante una tormenta en las aguas del Atlántico Norte en Canadá, a 280 millas de la costa de Terranova.
En la embarcación iban 24 pescadores que vivían en la costa. Solo sobrevivieron tres. Entre ellos, el capitán, su sobrino y otro de los pescadores.
La prensa española consideró el accidente como la peor tragedia de los últimos años y el presidente del país, Pedro Sánchez, declaró luto nacional.
Pero a varios meses del hundimiento, los familiares de las víctimas no pueden pasar página. Hay muchas preguntas sin respuestas. Denuncian "opacidad" en el caso y piden explicaciones.
El videoperiodista de la BBC Bruno Boelpaep visitó a los afectados y recogió sus frustraciones a casi medio año de la tragedia.
La frustración de los afectados se centra especialmente en el capitán, Juan Padín, uno de los únicos tres sobrevivientes del naufragio.
"El último en abandonar el barco tiene que ser el capitán, el responsable de la tripulación. Sabemos que hay gente que quedó dentro y que él no fue el último", le dice a la BBC Kevin González, hijo de uno de los fallecidos.
El padre de González, Fernando, tenía 54 años. Su cuerpo nunca se recuperó.
Es el mismo caso de Edmund Okutu, cuya desaparición ha dejado a su esposa Francisca Ahedor Okutu sola, al frente de la crianza de sus tres hijos.
"El día que vi las noticias, el capitán llamó a su familia para decirles que estaba bien. ¿Qué hay del resto? ¿El resto no es importante? El padre de alguien, el hermano de alguien, el tío de alguien, el esposo de alguien... él (el capitán) los perdió", dice Ahedor Okutu.
La explicación del capitán Padín es que el motor se detuvo al intentar recoger la red de pesca, dejando al barco expuesto a los vientos y las olas y causando el hundimiento de la embarcación.
Los otros dos sobrevivientes fueron el sobrino del capitán, Eduardo Rial, y un pescador de origen ghanés, Samuel Kwesi. Este último ha contado una versión distinta a la de Padín.
"Lo que dice Samuel es que el motor no falló. Juan Enrique Padín, el capitán, no quiso cortar la red de pescar, entonces el agua empezó a comerse la embarcación y se detuvo el motor", le explicó a la BBC Lara Graña, periodista del medio local Faro de Vigo.
Es decir, que según Kwesi, fue después y no antes cuando se detuvo el motor y sucedió el naufragio.
Pero aquí no acaba la polémica.
Después de encontrarse en un bote salvavidas a los tres sobrevivientes y recuperarse nueve de los cuerpos de los fallecidos, solo el capitán Padín y su sobrino llevaban un traje de supervivencia.
"Según el capitan, pidió a toda la cabina llevar un traje especial para sobrevivir en el océano y abandonar la embarcación", cuenta Graña.
Sin embargo, la versión de Kwesi vuelve a diferir y dice que el capitán no dio esa orden.
"Quiero saber realmente lo que pasó porque no quiero que nadie nos mienta", dice Helena Okutu, una de las hijas del fallecido Edmund Oku
A cinco meses de la tragedia, el capitán Padín y la compañía dueña del buque están siendo investigados por homicidio por negligencia.
La BBC se puso en contacto con Padín y sus abogados, pero estos declinaron las solicitudes de comentarios.
Muchas preguntas persisten y los familiares de los fallecidos creen que se ha podido hacer algo más para alcanzar la verdad.
"Queremos que se investigue y se aclaren las causas del fallecimiento de estas 21 personas", dice María José de Pazo, hija de una de las víctimas.
"Que aparezca la verdad, que bajen al mar, vean al barco y vean muchas pruebas que pueden conseguir ahí", pide Gloria Salinas Sánchez, quien perdió a su hijo en el naufragio.
Marluz Esquivel Alarcón, por otra parte, lamenta no conocer más detalles de las investigaciones.
"No sabemos dónde va a ser el juicio, si lo va a llevar la Audiencia Nacional o si lo mandan a un tribunal local. No sabemos nada", dice Esquivel, viuda de otra de las víctimas.
A algunos de los afectados les queda la sensación de herida abierta, de no poder dar el útimo adiós a sus pérdidas porque piensan que todavía no se conoce la verdad.
"Esto es dolorísimo. Necesito poder cerrar el círculo ya", dice Noemí Rivas, viuda de otra víctima.
"Estamos peleando por la verdad y aún no tuve ni dos ni tres díás seguidos para estar tranquilos relativamente y ser conscientes de que mi padre no va a volver", lamenta, por su parte, Kevin González.
Ahora puedes recibir notificaciones de BBC Mundo. Descarga nuestra app y actívalas para no perderte nuestro mejor contenido.