Una parte del tesoro de valor incalculable que llevaba el galeón San José cuando se hundió hace más de 300 años verá la luz por primera vez.
El gobierno de Colombia anunció esta semana que realizará próximamente una operación “de alto nivel” y “con una tecnología novedosa” en aguas profundas para investigar y rescatar partes del naufragio, que durante mucho tiempo fue uno de los tesoros perdidos más buscados en el mundo.
El galeón San José era una embarcación española de 40 metros de largo que naufragó en la Batalla de Barú de 1708 en los alrededores de las Islas del Rosario, un archipiélago cerca a la ciudad de Cartagena, Colombia.
En 2015, cuando el Estado colombiano encontró el pecio a 600 metros de profundidad, el entonces presidente Juan Manuel Santos lo describió como “uno de los más grandes hallazgos de patrimonio sumergido, si no el más grande, dicen algunos, de la historia de la humanidad”.
En base a documentos históricos, se asume que el galeón llevaba toneladas de mercancías, oro, plata y piedras preciosas.
“El galeón había pasado por el puerto de Portobelo en Panamá, donde se hacían intercambios de mercancías que venían del Virreinato del Perú y del Caribe”, explica a BBC Mundo Alhena Caicedo, la directora del Instituto Colombiano de Antropología e Historia (ICANH).
“Sabemos que había parte del fisco que se había recogido en los virreinatos. Intuimos también que hay unas líneas de comercio ilegal que también participaban de este cargamento, contrabando y otras cosas”, agrega.
El galeón fue declarado en 2020 como un bien de interés cultural de Colombia, por lo que el gobierno defiende que su valor no se debe ni se puede contabilizar en términos monetarios.
“Entiendo que para buena parte de las sociedades occidentales el valor se haya equiparado al precio. Pero hay asuntos, como el que nos reúne hoy (el galeón), que, a mi modo de ver, tienen un inmenso valor que no tiene precio”, expresó el Ministro de Cultura, Juan David Correa, el pasado viernes 23 de febrero en Cartagena.
En todo caso, una empresa cazatesoros estadounidense que alega ser dueña de parte del galeón ha especulado con que el tesoro podría estar valorado en unos US$20.000 millones.
Lo que se sabe sobre el cargamento que llevaba el galeón, sin embargo, proviene de fuentes de archivo y no se ha podido constatar de primera mano en el lugar del naufragio.
En 2022, la Armada Nacional y la Dirección Nacional Marítima de Colombia hicieron la primera exploración no intrusiva del galeón, gracias a la cual se conocieron imágenes del mismo, en las que se pueden observar cañones, algunas monedas y una vajilla china.
“Lo que podemos identificar son botijas, vasijas, jeringas, vasos, porcelana, una que otra moneda, ese tipo de materialidades que hablan de la vida a bordo”, explica Caicedo.
Uno de los propósitos del nuevo proyecto de investigación es tener más certezas y detalles sobre lo que yace del galeón a 600 metros de profundidad.
La exploración, que según el Ministro de Cultura, Juan David Correa, se hará entre abril y mayo de 2024, utilizará un robot operado remotamente de diseño sueco y fabricación británica que descenderá hasta el galeón y recuperará algunas piezas entre aquellas que están dispuestas más superficialmente en el pecio.
El objetivo es observar cómo reaccionan esas piezas al salir del agua.
“Una vez se saquen del agua, son materiales que son muy vulnerables, porque han estado sometidos a unas presiones muy importantes durante 300 años y entonces perfectamente pueden desbaratarse”, le explicó Alhena Caicedo a BBC Mundo.
“Nosotros necesitamos garantizar que ese tipo de materalidades sepamos cómo manejarlas, cómo estabilizarlas, cómo conservarlas para que, si en algún momento se quiere hacer una exposición, tengamos piezas que no vayan a perecer en el intento”, añade.
Las piezas serán estudiadas en un laboratorio en Cartagena y, a mediano plazo, se contempla la construcción de un museo.
Por lo pronto, las autoridades colombianas descartan que se vayan a sacar del galeón grandes cantidades de oro y plata.
El robot que descenderá hasta el galeón será operado desde el ARC Caribe, un buque que le compró el Estado colombiano a un astillero chino en 2017 por US$13 millones.
“Nuestro buque tiene la capacidad de enfrentar las olas, el viento y todos los movimientos en seis direcciones que existen en el océano para poder sostenerse en un punto preciso, porque la exploración requiere que el robot a 600 metros de profundidad pueda ser conectado con la mano y el ojo del operario que está en el barco”, explicó a agencia EFE el almirante Hermann León.
La operación será un esfuerzo coordinado del Ministerio de Cultura, el Instituto Colombiano de Antropología e Historia, la Armada Nacional (ICANH) y la Dirección Nacional Marítima, todas instituciones públicas.
Eso supone un cambio frente a los planes iniciales que tenía el Estado colombiano durante el gobierno de Juan Manuel Santos de hacer una alianza público-privada que contemplaba dividir el tesoro del galeón y pagarle a la empresa exploradora en especie, es decir, con parte del tesoro.
La primera fase de la investigación, que se adelantará en 2024, le costará al estado unos US$4,5 millones.
Además de detallar la información sobre las piezas que hay en el galeón y extraer las primeras del agua, la exploración busca ser una fuente para definir un plan de manejo arqueológico de los restos a largo plazo y declarar un área arqueológica protegida.
Según Caicedo, eso es importante por el riesgo de expolio que existe, es decir, de que personas no autorizadas como piratas o cazatesoros lleguen a él y lo saqueen.
Desde que se encontró el pecio, las coordenadas del galeón son secreto del Estado colombiano.
A partir de la nueva información que se conozca sobre lo que yace en el fondo del mar, “Colombia espera obtener respuestas a múltiples preguntas de investigación científica sobre la historia sumergida del comercio marítimo entre América y Europa a inicios del siglo XVIII”, dice un comunicado del ministerio de Cultura.
Una docena de expertos agrupados en la Red Universitaria de Patrimonio Cultural Sumergido expresaron críticas al gobierno porque consideran que el plan de manejo arqueológico del galeón tiene importantes “vacíos” e “inconsistencias”.
Según los académicos, no existe “la debida justificación científica” para extraer piezas del galeón y va en contravía del principio de conservación in situ que el mismo ICANH ha sugerido aplicar.
Afirman que actualmente hay un “imperativo” de extraer el pecio del galeón que “prima sobre cualquier procedimiento científico, técnico y de gestión, con lo cual el plan de manejo arqueológico resulta una mera formalidad a cumplir, frente a decisiones tomadas de antemano por el actual gobierno”.
También, señalan que “no se menciona ningún detalle, ni se presentan datos de las temporadas adelantadas entre 2015 y 2016 por la firma de cazatesoros Maritime Archaelogy Consultants, que habrían implicado, además, una posible intervención del pecio”.
Esa era la empresa que había firmado un contrato con el Estado durante el gobierno de Juan Manuel Santos para extraer los restos galeón, aunque el posterior gobierno de Iván Duque decidió que no seguirían adelante con el acuerdo.
La directora del ICANH, Alhena Caicedo, le aclaró a BBC Mundo que, por consejo de la Agencia de Defensa Jurídica del Estado, el proyecto de investigación actual no puede tener en cuenta ningún informe sobre el galeón producido por la firma en ese momento.
Al mismo tiempo que el gobierno anunció esta ambiciosa investigación científica en aguas profundas, la Corte Permanente de Arbitraje de La Haya inició formalmente un litigio internacional entre Colombia y Sea Search Armada, una empresa estadounidense, por el galeón.
Sea Search Armada dice que encontró el naufragio antes que Colombia y reclama US$10.000 millones, lo que en sus cálculos corresponde a la mitad del valor del galeón.
La directora de la Agencia Nacional de Defensa Jurídica del Estado, que es la institución que debe asumir la defensa de Colombia en el caso, calificó ese reclamo como “grotesco” y “frívolo”, y afirmó que “las coordenadas que da el demandante no son las coordenadas donde está el galeón”.
Las leyes colombianas dicen que el galeón es “inalienable, imprescriptible e inembargable”. Pero eso no ha evitado que desde su hallazgo haya habido disputas sobre a quién pertenece.
En 2015, el ministro de Asuntos Exteriores español dijo que “España no renunciará al galeón porque es un barco de Estado”. Sin embargo, ambos gobiernos han mantenido la intención de lograr una resolución amistosa y diplomática de la disputa.
El pasado 23 de febrero, el embajador de España en Colombia dijo que tenía instrucciones de el gobierno de su país de ofrecerle a Colombia “la posibilidad de trabajar en un acuerdo bilateral para crear un nuevo paradigma en materia de protección del patrimonio subacuático”.
Aunque reitera que el galeón le pertenece a Colombia, Alhena Caicedo, directora del Instituto Colombiano de Antropología e Historia, dice que “el patrimonio tiene otras dimensiones que también tienen que ser consideradas, como la dimensión simbólica”.
“Nosotros reconocemos y queremos reconocer que compartimos la historia con otros muchos, compartimos esa historia del galeón específicamente con España, con Bolivia, con gente de lo que era el antiguo Nuevo Reino de Granada, con muchos actores sociales que queremos reconocer”, explica.
La comunidad indígena boliviana Qhara Qhara también reclama parte del galeón, aduciendo que el oro y la plata que transportaba fueron obtenidos de las minas de Potosí mediante la violencia y la explotación.
“Esto es un patrimonio que tenemos que mirar todos con curiosidad. Todos están invitados”, concluyó el ministro Correa.
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