"Advierto a Canadá que si no saca de aquí la basura la semana que viene, emprenderé un viaje por mar hacia Canadá para botarla en su costa".
Con esa declaración, el presidente de Filipinas, Rodrigo Duterte, espera concluir una disputa que lleva fraguándose años y que ha provocado que toneladas de residuos acaben acumulados de manera ilegal en los litorales del país asiático.
Pero si esta advertencia no surte efecto, está dispuesto a llegar más lejos y "declararle la guerra" a la nación norteamericana, dijo este martes.
"Canadá, quiero que preparen un barco", dijo con determinación (y en inglés). "Es mejor que saquen eso de aquí o yo mismo me pondré a navegar y les avisaré de que su basura está de camino. Preparen una grandiosa recepción. ¡Cómansela, si quieren! Celebren que su basura está de vuelta a casa".
Cuando pronunció esas últimas frases, los asistentes al evento estallaron en carcajadas.
Pero el tema es serio.
El país presentó durante este tiempo varias quejas diplomáticas a Canadá por las 2.500 toneladas de basura que fueron enviadas a Filipinas entre 2013 y 2014.
Varios grupos ecologistas organizaron protestas en las que acusaron al país occidental de tratar al archipiélago asiático como un basurero y el propio Duterte dijo que su país no es "el vertedero" de Canadá.
Y el problema sigue sin resolverse.
Anna Marie Kapunan, coordinadora del Departamento de Químicos de la ONG filipina BAN Toxics, una de las más activas en las protestas, escribió en agosto de 2016 una carta abierta en la que le pidió al presidente Duterte que tomara medidas.
"La basura (que Canadá dejó en Filipinas) son desechos municipales mixtos", escribió la activista. "Imaginen lo que es la basura mixta: pañales usados, desechos electrónicos tóxicos y desperdicios de alimentos en descomposición... todo ello mezclado, pudriéndose dentro de los contenedores, con el sol de Filipinas hirviendo sobre esa mezcla nociva".
"¿Permitirá el presidente Duterte que eso se deposite en nuestro país, aún cuando nosotros ya enfrentamos nuestra propia crisis de basura?", se preguntaba Kapunan.
La activista también publicó una petición a través del sitio web Change.org que comenzaba así: "¡Canadá, recoge tu basura! ¡Filipinas no es tu basurero!".
La campaña se prolongó en los años sucesivos sin obtener resultados.
Con las nuevas advertencias del presidente Duterte de enviar los desechos a Canadá, el mandatario busca cambiar las cosas, aunque el tono que usó no es ninguna novedad. El mandatario es conocido por su estilo controversial y por usar improperios.
La responsable del envío de la basura es una empresa privada canadiense que, hasta ahora, no se ha pronunciado al respecto.
Las organizaciones medioambientales calculan que envió 103 contenedores de basura al país asiático.
Manila dice que esos contenedores, que llegaron a su puerto internacional, fueron falsamente etiquetados para simular que contenían plástico reciclable cuando, en realidad, dentro había toneladas de desechos domésticos.
Una inspección reveló que algunos de los contenedores incluían botellas y bolsas de plástico, pero también basura doméstica y pañales usados, tal y como apuntó Kapunan en su carta.
Otra inspección de 2015 encontró que también había basura de la calle.
Kathleen Ruff, una de las principales activistas sobre derechos humanos en Canadá y fundadora del grupo Right On Canada, escribió en enero en una publicación en su blog que "el envío de basura de Canadá a Filipinas es inmoral e ilegal".
"Es hora de que primer ministro Justin Trudeau demuestre liderazgo tomando responsabilidad por la devolución de los desechos ilegalmente depositados".
Canadá asegura que está "fuertemente comprometida" a resolver el problema y que trabajará con Filipinas para hacerlo.
Ahora, un grupo de trabajo técnico con funcionarios de Filipinas y Canadá está examinando "todo el espectro de temas relacionados con la eliminación de los residuos con la idea de encontrar una solución oportuna", le dijo este martes a la BBC una vocera de la organización Environment Canada, una agencia gubernamental.
En el comunicado enviado a la BBC, el grupo también dijo que garantizará que "el material es procesado de una manera responsable a nivel medioambiental".
Trudeau dijo previamente (durante una visita en 2017) que es "teóricamente posible" que el país retire su basura del archipiélago, pero no explicó cómo.
El desafío de los desperdicios globales —y el debate sobre dónde terminan— es una preocupación creciente en el mundo.China introdujo una prohibición sobre "basura extranjera" hace apenas un año para tratar de gestionar el problema.
La cantidad de plástico que llega al país asiático aumentó en un 94% entre 2016 y 2017, y también entre 2017 y 2018. En cambio, Malasia (que era uno de los primeros), Turquía, Polonia e Indonesia lograron bajar su cifra.
Naciones Unidas dice que el sector mundial del mercado de los residuos, desde la recolección hasta el reciclaje, se estima en unos 410 millones de dólares, "excluyendo un sector informal muy grande".
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