En un caso sin precedentes en España, Patrícia Casas, una bióloga de 42 años, se convirtió en el primer caso registrado en el país de úlcera de Buruli, una enfermedad tropical desatendida causada por la bacteria Mycobacterium ulcerans, que tiene la capacidad de destruir tejidos humanos y provocar graves deformaciones. Casas adquirió esta infección durante su estancia de cinco meses en las selvas de Perú.
Tras su regreso, notó una marca en su brazo izquierdo similar a una quemadura de cigarrillo, la cual evolucionó en una lesión expansiva, llegando a medir 12 centímetros y extendiéndose desde el codo hasta la axila. A pesar de inicialmente ser tratada como una quemadura o reacción alérgica, la verdadera naturaleza de su condición no fue identificada hasta meses después, forzando su hospitalización por seis semanas.
La úlcera de Buruli se incluye entre las 20 enfermedades tropicales olvidadas, afectando principalmente a comunidades empobrecidas en todo el mundo, con una prevalencia notable en África Central, aunque también se han reportado casos en Perú, México y especialmente en Australia. A Casas le tomó casi dos años de tratamiento con antibióticos superar la infección, la cual le dejó secuelas significativas como daño hepático y sordera.
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El origen de la transmisión de esta enfermedad ha sido objeto de debate desde su primera descripción en 1948. Casas y un grupo de científicos australianos sugieren que la picadura de un mosquito, específicamente Aedes notoscriptus, podría ser el vector de transmisión. Estudios en la península de Mornington, cerca de Melbourne, Australia, han mostrado una interacción entre las personas infectadas y mosquitos portadores en áreas comunes, aunque investigaciones en África no han logrado encontrar pruebas concluyentes de esta teoría. La investigación en Australia ha proporcionado nuevos insights sobre el papel de los mosquitos y marsupiales locales como posibles vectores y reservorios de la bacteria, respectivamente. Sin embargo, la falta de recursos financieros limita investigaciones similares en África, donde la enfermedad tiene un impacto más severo.
En España, el caso de Casas es notable no solo por su rareza sino también por su final feliz, gracias a la asistencia sanitaria pública y la dedicación médica que evitaron la amputación de su brazo, un destino no compartido por una paciente de Guinea Ecuatorial tratada años antes en Barcelona. El tratamiento estándar de la úlcera de Buruli, si se diagnostica a tiempo, implica ocho semanas de antibióticos, con esfuerzos en curso para reducir este periodo a cuatro semanas, destacando la disparidad en el acceso y la calidad de la atención médica a nivel global.
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La infección por Mycobacterium ulcerans, que pertenece a la misma familia que las bacterias de la lepra y la tuberculosis, produce una extensa destrucción de la piel y los tejidos blandos; provoca la formación de grandes úlceras, en general en piernas y/o brazos, de acuerdo con la Revista de Enfermedades Infecciosas.
Si el paciente no se atiende a tiempo, puede sufrir discapacidades funcionales, como movimiento articular limitado y/o amputación, además de los problemas estéticos relacionados con la llaga que genera.
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