La tienda de zapatos "El forastero" está a metros de la carnicería "Fin de semana" que, a su vez, está al lado de la taquería de Luis.
Leyendo los carteles de estos comercios en español que, por cierto, estaban bastante concurridos un jueves por la mañana, podría imaginarse que uno está paseando por el centro de cualquier pueblo o ciudad mexicana.
Pero no.
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Estas coloridas marquesinas de las tiendas, desde las cuales se escuchan voces con acento mexicano y que algunas regalan el olor inconfundible a tamales y tacos, están a miles de kilómetros de México.
"Bienvenidos a Woodburn,donde tenemos un fuerte sabor latino y honramos el lenguaje español. Todas las culturas son bienvenidas aquí", le dice a BBC Mundo en un perfecto español Eric Swenson, el alcalde de esta población en el estado de Oregón.
Esta ciudad estadounidense de unos 26 mil habitantes se encuentra a unos 20 kilómetros al sur de Portland, al noroeste de EE.UU.
Allí, el 57% de su población dijo ser de origen hispano o latino en el último censo de 2020, aunque las autoridades locales afirman que el porcentaje supera el 70%.
"Aquí me siento como en México", describe Gustavo Miranda de 52 años que llegó desde Cuernavaca, previo paso por Los Ángeles, y fundó una panadería hace 15 años.
Allí ofrece todo tipo de productos de la pastelería mexicana. Su especialidad es el milhojas y dice que tiene clientes que llegan de Texas para saborearlo.
"Yo de este pueblo no me muevo", asegura.
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Del mismo modo, Rosa Torres, originaria del estado mexicano de Nayarit, es dueña de una sastrería para quinceañeras y novias y describe a Woodburn como "un miniMéxico".
"Casi todo lo puedes encontrar aquí. Hacen tortillas, se celebra el 5 de mayo, el día de las madres, la Fiesta Mexicana, cosas que se sienten como México. Entonces no extrañas tanto", afirma.
Cuenta que se estableció allí con su marido hace unos 25 años porque, además de tener familia, "en Woodburn no había racismo".
"Llegué para trabajar en el campo"
Woodburn es una ciudad relativamente nueva. Los habitantes originarios de estas tierras son los nativos americanos Kalapuya.
La población blanca empezó a crecer en 1871 con la llegada del ferrocarril y en 1889, la ciudad fue incorporada a Oregón.
El estado fue por mucho tiempo uno de los más blancos de Estados Unidos debido a sus leyes discriminatorias hacia la comunidad negra. Hasta 1926 era ilegal que las personas negras vivieran dentro de Oregón.
Debido a su clima húmedo y sus tierras fértiles, los campos de Woodburn son conocidos por sus frutales, viñedos y tulipanes. Estos últimos son protagonistas de un festival anual famoso internacionalmente que se realiza desde hace casi cuatro décadas.
Y el campo está estrechamente relacionado a la comunidad mexicana que se estableció en Woodburn.
"Yo llegué aquí con 10 años para trabajar en el campo", cuenta Daniel Quiñonez de 52 años.
Él nació en Texas en una familia de campesinos mexicanos que cruzaron la frontera. Describe que la pobreza lo acompañó siempre, pero que en Woodburn pudo estudiar y progresar.
Ahora trabaja como asistente social para el estado de Oregón y ayuda a las familias de campesinos que llegan indocumentados ofreciéndoles programas de asistencia.
"Cuando era chico entre las familias nos ayudábamos compartiendo o traduciendo información. Y desde que entré a este trabajo he tenido la suerte de tener acceso a programas para poder ayudar a personas que tienen necesidad", detalla.
"Lo último que queremos ver es que se nos muere gente por no saber que tienen este acceso", añade Daniel Quiñones.
Anthony Veliz tiene 54 años y nació en Woodburn. Sus abuelos llegaron a la ciudad al igual que la familia de Daniel Quiñones, para trabajar en el campo o en los "files" como lo llaman, una adaptación de la palabra fields.
"A mí me enseñaron los mejores líderes, los campesinos. No tenían nada, ni dinero ni educación, pero ellos me enseñaron a soñar", dice orgulloso Veliz que pudo estudiar y fundar Izo Public Relations and Marketing, una empresa de relaciones públicas bilingüe en Woodburn.
La migración mexicana trajo consigo sus sabores, su música y su cultura.
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Cada agosto desde hace más de cinco décadas, la comunidad celebra la Fiesta Mexicana, con bailes, desfile y la elección de la reina. Y por supuesto mucha comida.
Si bien la comunidad mexicana es mayoría en Woodburn, en los últimos años comenzaron a llegar migrantes de Guatemala, confirman las autoridades locales.
Pero tal vez lo que más contrasta en la geografía de los campos verdes de Woodburn son las cúpulas doradas de iglesias rusas.
Aproximadamente el 10% de la población de la ciudad pertenece a la iglesia ortodoxa rusa Old Believers (viejos creyentes), que empezaron a llegar a Woodburn en la década de 1960 y muchos de ellos se dedican a trabajar la tierra.
"En Woodburn somos una cultura diversa, somos la historia inmigrante de Estados Unidos", dice el alcalde Swenson.
Según datos suministrados por el gobierno de Woodburn, el ingreso medio de un habitante de la ciudad es de casi US$54.000 al año.
Las industrias principales son la agricultura, procesamiento de alimentos y la manufactura de productos elaborados con madera.
También es un centro de distribución y almacenamiento de productos. Incluso el gigante Amazon planea inaugurar en 2023 un enorme almacén en Woodburn que se convertirá en uno de los edificios más grandes de toda la historia del estado y que promete dar trabajo a unas 1.500 personas.
"Puedo vivir aquí y hablar sólo español"
Según el censo de 2020, más del 60% de la población de Woodburn habla español y eso se ve y se escucha claramente en las calles de la ciudad. Incluso el gobierno local emite sus comunicaciones de manera bilingüe.
"Puedo vivir aquí y hablar sólo español. No puedes tener un negocio en Woodburn sin hablar español", asegura Anthony Veliz.
No es frecuente que los hijos y nietos de migrantes latinos en Estados Unidos hablen fluidamente el español, el paso del tiempo hace que pierdan el idioma.
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Pero, curiosamente, en esta ciudad más del 80% de los cerca de 5.700 estudiantes sí lo habla.
"Me encanta Woodburn porque podemos hablar en español y quiero que mis hijos continúen ese mismo paso", dice orgullosa Marisela González, de 40 años, que nació en Guanajuato, México, pero llegó a Woodburn con sus padres a los 5 años.
"Porque aunque ellos nacieron en Estados Unidos son latinos. Nuestros hijos hablan español en la escuela", añade esta madre de tres niños.
Como describe Marisela González, este alto porcentaje de jóvenes que habla español en Woodburn se debe en parte a la educación.
Desde hace 20 años, la ciudad implementa el Dual Language Program (programa de lenguaje dual) en todas las escuelas públicas de su distrito.
Se trata de programas educativos en los que se adquiere un segundo idioma mientras se mantiene la lengua materna. Esto fomenta el bilingüismo, la diversidad lingüística y cultural y altos niveles de rendimiento académico.
Es decir que en las escuelas de Woodburn, los niños empiezan el ciclo escolar con aproximadamente el 90% de las materias en español y 10% en inglés. Este porcentaje va cambiando a medida que los niños avanzan en los años escolares y alcanza hasta la secundaria.
Si bien estos programas se pueden encontrar en varias ciudades estadounidenses, "Woodburn es el único lugar en toda la costa oeste de EE.UU. con un programa dual de idiomas en todo el distrito", asegura Anthony Medina, presidente honorario del Consejo Escolar de Woodburn.
"Eso es único, es algo que refleja nuestra comunidad y nuestros valores. Es una forma en la que el distrito se acerca a la comunidad para reflejar su cultura, su idioma y ayudar a los estudiantes a aprender de una manera en la que estén preparados para aprender", afirma a BBC Mundo.
La mayoría de los programas duales en Woodburn son español-inglés, pero uno es en inglés-ruso para atender las necesidades de la comunidad rusa en la ciudad.
"Somos un distrito diverso y multilingüe", añade Medina que es hijo de mexicanos.
Y los estudiantes también ven los beneficios del programa educativo.
"Yo creo que el mundo se sigue haciendo más diverso y tenemos que tener fluidez en muchos idiomas. El español es importante porque me ayuda a poder comunicarme con más gente", afirma Joaquín Ixta, de 17 años, que nació en Woodburn pero su familia es de Michoacán.
"El español nos da ventaja en el juego"
La comunidad de Woodburn tiene otra pasión: el fútbol.
Los equipos de fútbol juveniles masculinos y femeninos de la escuela Woodburn High School llevan acumuladas casi una decena de victorias en los campeonatos estatales en los últimos 10 años.
Los equipos están compuestos en un 98% por hijos o nietos de migrantes mexicanos.
Este fenómeno hizo que el periodista estadounidense Steve Wilson publicara en 2010 el libro The boys from Little México (Los jóvenes del pequeño México), haciendo que Woodburn se conociera por ese apodo.
"El fútbol les da alegría a los muchachos", dice Leroy Sánchez, asistente social y uno de los entrenadores de los tres equipos de fútbol masculino que tiene la escuela.
Sánchez, de 30 años, nació en Woodburn y es hijo de mexicanos. Él cuenta que el fútbol une a sus estudiantes al igual que el idioma español. Y que muchas veces tuvieron que enfrentar agresiones racistas jugando de visitante en los campeonatos.
"Hemos tenido problemas. Nos han tirado frijoles, los aficionados se ponen sombreros y ponchos y comienzan a decir cosas como: 'Vete a tu país'", detalla.
Pero Sánchez cuenta que el español en realidad suele darles beneficios.
"Muchas veces el español nos da ventajas en el campo de juego porque vamos a otras ciudades y no saben lo que estamos diciendo", dice riéndose.
"Desde chiquita quise cantar mariachi"
Vestidos con sus trajes bordeaux con detalles en dorado y cada uno de ellos con un instrumento, el grupo mariachi de la escuela Woodburn High School recibe a BBC Mundo con una presentación impactante.
Ellos son 15 jóvenes de entre 14 y 18 años orgullosos de cantar y tocar sus instrumentos siguiendo la tradición de sus familias.
"He entrado al mariachi porque desde chiquita siempre me ha gustado la música ranchera mexicana y el mariachi. Mis papás siempre me han enseñado a involucrarme en música", dice Karen, de 14 años, una de las cantantes.
"Este grupo de mariachi es algo muy importante para mi. Aquí puedo representar mi cultura cantando y tocando", cuenta Aaron, de 17 años.
La diversidad de Woodburn también se refleja en la misma banda mariachi.
Nadia Maksimov tiene 29 años y pertenece a la comunidad rusa. Ella se crió en Woodburn, fue a estudiar música a Portland y regresó a su ciudad.
Desde hace tres años es directora de las tres bandas de mariachi que tiene la escuela.
"Woodburn es tan única por su diversidad y cultura y me encanta enseñar a los chicos porque siempre están dispuestos a aprender", detalla sobre las bandas mariachi que tienen una trayectoria de 17 años y son tan populares que las contratan para eventos.
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"No vivimos en Disneyland"
Los ejemplos de diversidad y testimonios de convivencia armoniosa se repiten en Woodburn. Pero nada es perfecto.
"No vivimos en Disneyland. Vivimos en un mundo real donde el racismo va en ambas direcciones", analiza Bruce Thomas, un comerciante de unos 60 años, que vive en Woodburn desde hace casi medio siglo.
Él no habla español, aunque se arrepiente de no haber aprendido.
"No me siento como un extraño en mi comunidad. Soy como todos los demás, pero tengo amigos que no van al centro de la ciudad porque se sienten incómodos", afirma.
"No puedes culparlos por eso. Pero no soy ingenuo. Hubo un período de tiempo en que hubo un 'boom' de la población hispana y obviamente había cierta tensión racial", describe.
Varios de los entrevistados por BBC Mundo cuentan que muchas personas de la comunidad blanca abandonaron Woodburn en el pasado.
La comunidad también experimentó deportaciones en los últimos años ya que un gran porcentaje de sus habitantes son indocumentados.
"Hay muchas historias tristes. Muchos padres de familia que llegaron hace 30 años siguen indocumentados", describe el alcalde Swenson.
"Las deportaciones nos afectaron como comunidad. Hubo un momento que había mucho temor hasta para salir a la tienda", agrega Marisela González.
"Vieron en mí alguien como ellos"
Otra de las problemáticas que enfrenta Woodburn es la escasa representatividad política de hispanos en cargos públicos, dicen algunos locales. Pero hay excepciones.
"Todavía no nos vemos en esos puestos. Mis papás nunca fueron a la escuela pero tenían la visión de mejorar las vidas de nuestra familia y nos trajeron aquí. Estudiar y tener experiencias me abrieron los ojos", cuenta Teresa Alonso León, la primera mujer inmigrante mexicana, indígena purépecha, que es legisladora en Oregón.
Ella representa al distrito 22 que incluye Woodburn, Gervais y la parte norte de Salem en el congreso estatal y en las elecciones de medio término de 2022 competirá como representante de Oregón para el Congreso de Estados Unidos.
Teresa Alonso León cuenta que la mayor parte de su vida fue indocumentada. Consiguió la ciudadanía estadounidense en 2012 y sus padres lo hicieron hace un par de años. "Pudieron votar por mí", dice emocionada.
Cuenta que el camino no fue fácil y que muchas veces la agredieron por su origen o por hablar español.
"Para mí es muy importante ser inclusivo. El español me ayudó a platicar con la gente. Ellos pudieron ver en mí alguien que se ve como ellos que también está luchando", describe.
Sin dudas, Woodburn es una comunidad única, diversa, con sus problemas y dificultades como muchas otras, pero donde el español suena y canta libremente.
acmr