Si vives en una gran ciudad, las aplicaciones de citas te ofrecen un reparto variado de personas que "no se toman la vida demasiado en serio".
Pero cuando Mark*, de 23 años, abre Grindr en la isla de Man (una dependencia de la Corona británica) tiene suerte si su número de citas potenciales alcanza un número de dos cifras.
"Hay tal vez 10 o 15 personas en la isla conectadas", me dice. "Tiendo a visitar lugares como Liverpool y Manchester con bastante frecuencia porque tengo amigos allí y cuando llego es, literalmente, como si fuera un niño en una tienda de dulces. Abro Tinder, abro Grindr, y de repente me siento muy popular".
Si amplía su radio, las aplicaciones le muestran hombres en Belfast y Liverpool, lo que puede ser tanto una bendición como una maldición. "Las cosas se han vuelto mucho más fáciles de lo que hubieran sido, digamos, hace 10 años", dice Mark sobre la oportunidad de conectarse con personas que viven más lejos.
Pero ir a una cita en el continente es, en su caso, todo un compromiso: requiere un viaje en avión o barco y también podría conducir a una relación a larga distancia. "Digo a larga distancia", aclara. "Quiero decir, es como un vuelo de media hora. Pero aún así, eso es mucho dinero".
Tinder, una de las aplicaciones preferidas de Mark, dice que no brinda información sobre la localización en entornos rurales o urbanos de sus usuarios, pero una encuesta de 2015 realizada por Global Web Index sugirió que solo el 7% de quienes lo utilizaban vivían en áreas rurales. En comparación, el 17.6% de la población de Inglaterra vive en zonas rurales, según el censo más reciente.
"Es difícil encontrar a alguien que no conozcas, especialmente alguien con quien no tienes amigos o familiares en común", dice Ashlee, de 22 años, respecto a conseguir citas en su pueblo de Melbourn en Reino Unido. "Sería bueno conocer a alguien que no tenga acceso a información de segunda mano sobre ti".
Internet se convirtió en la forma más común de conocer pareja en Estados Unidos a mediados de la década de 2010, según una investigación publicada este año por la Universidad de Stanford. Ahora es mucho más probable que las personas conozcan a alguien en la red que a través de amigos, familiares o en el trabajo.
Adiós al anonimato
Algo peor que tener opciones limitadas para conseguir citas es el hecho de que, si vives en una aldea aislada, esas alternativas podrían ser tu ex, alguien con quien te sentaste en tercer año de primaria o... tu propio médico.
El anonimato y la oportunidad de reinventarse que pueden hacer que las citas en línea sean atractivas desaparecen cuando la gente entre la que puedes elegir son solo un puñado de personas.
Joe*, de 22 años, divide su tiempo entre la universidad de Londres y su pueblo natal en West Sussex. Cuando está en Londres, establece el radio de ubicación de sus aplicaciones de citas en 3 km y, según dice, tiene "personas interminables".
Pero en casa es una historia diferente. "Volveré aquí, me conectaré y habrá unas tres personas con las que fui a la escuela primaria", dice.
Puede parecer que abrir una aplicación de citas es solo un recordatorio de tu aislamiento si vives en un lugar remoto, pero Peter Saddington, un consejero de relaciones, dice que no siempre es así. Muchos de sus clientes son agricultores u otras personas que viven en pequeñas comunidades.
Explica que las granjas permanecen en manos de las mismas familias por generaciones, por lo que quienes están al frente de una granja tienden a casarse con alguien que vendrá y trabajará junto a ellos.
"Particularmente en invierno, [los agricultores] pueden aislarse o distanciarse por completo", me dice. "Al estar en la granja, trabajas largas horas y estás en circunstancias difíciles".
Él dice que las apps pueden ofrecer una fuente de conexión que no hubiera existido incluso hace una década: "Si termina a altas horas de la noche y está realmente agotado, aún tiene la oportunidad de conectarse".
Ampliar el radio de distancia en las aplicaciones puede permitir que las personas que viven en zonas rurales entren en contacto con otras en pueblos o ciudades vecinas. Pero, como dice Mark, esto puede significar que los riesgos de una primera cita se sienten mucho más altos.
"Lo que pasa cuando vives en una localidad rural es que a menudo no haces viajes largos", explica Saddington. "Pero a través de las aplicaciones, las personas viajan a otras ciudades, que están fuera de su zona de confort. Y eso agrega algo de presión y lo hace aún más desalentador cuando no funciona".
Después de la universidad, George*, de 24 años, se mudó para trabajar en una pequeña ciudad rural en el noroeste de Inglaterra, donde no había muchos otros jóvenes.
"Después de unas pocas semanas de vivir allí y de no tener mucha actividad social ni muchas oportunidades de hacer amigos o conocer gente, me encontré inconscientemente usando aplicaciones de citas como una forma de socializar", dice.
Las citas de George viajaban desde otras ciudades para conocerlo. "Venían a mi casa la mayor parte del tiempo simplemente porque, como conducían, era más fácil que vinieran donde yo estaba", me dice. "La primera vez que conocí a mi pareja actual, su amiga condujo 45 minutos para traerla a que me conociera".
Dificultades para la comunidad LGBT
Para las personas del colectivo LGBT que residen en lugares aislados, las aplicaciones pueden proporcionar un sentimiento de comunidad, incluso si los usuarios no ven en persona a quienes se encuentran en la app, dice Gavin Brown, profesor de Geografías Políticas y Sexualidades en la Universidad de Leicester, Reino Unido. Él dice que las aplicaciones pueden ser "realmente importantes para los jóvenes LGBT".
"Incluso si no eligen interactuar con esas personas, incluso si esas no son personas que les interesan, creo que hay una visibilidad de esas aplicaciones que podrían cambiar la comprensión de una persona de cómo encajan en el área local," explica.
Lee*, de 24 años, menciona otro aspecto de las citas gay en un entorno rural que las personas en las ciudades pueden no haber experimentado.
"La mayoría de los hombres en Grindr están dentro del armario y son solteros, o están dentro del armario y están casados", afirma.
"Es difícil estar fuera del armario en esta isla. Crecí con mucha homofobia y transfobia. Yo di un giro de 180º. Cuando tenía 14 o 15 años, yo mismo era increíblemente homofóbico y transfóbico y creo que fue por el hecho de que estaba tan metido en el armario en ese momento ".
George utilizó apps de citas para lidiar con sentimientos de aislamiento. "No voy al bar a ver el fútbol ni tomar una copa o algo así, así que sentí que era una batalla cuesta arriba desde el principio", dice sobre tratar de socializar en su nueva ciudad.
"Descubrí que, al hablar con personas en aplicaciones de citas y conocerlas y reunirnos en persona, aunque bajo la apariencia de citas o simplemente para pasar el rato, ese vacío de conexión interpersonal pronto se llenaba".
George, que es heterosexual, incluso intentó usar la aplicación de citas gay Grindr para conocer nuevos amigos.
"Mi salud mental sufrió un poco con los primeros meses después de mudarme", recuerda. "En este punto, había aceptado el hecho de que usaba aplicaciones de citas para la interacción social, solo para comunicarme con otras personas. Y pensé, '¿Por qué no?'"
Estableció un perfil, mencionando en su biografía que era heterosexual, y dice que le llovieron mensajes.
"Muchos de ellos son de naturaleza sexual, mucha gente me pedía que enviara fotos y cosas por el estilo. Pero por primera vez en mucho tiempo, me sentí querido, aunque de manera sexual", dice.
"Fue una sensación increíblemente gratificante, me sentí muy emocionado. Hasta el punto en que, algunos días, si recibía una notificación de un mensaje en Grindr, estaba aún más emocionado que con un mensaje en Tinder".
Peter Saddington dice que es común que las personas usen aplicaciones de citas para "probar su sexualidad" o para hacer amigos. Y agrega: "Eso puede ser muy tranquilizador. También puedes sentirse muy aislado porque estás en línea con todas estas personas, pero en realidad, reunirse con ellas es bastante difícil porque podrían estar a cierta distancia".
Para George y su prometida, que es de un pueblo cercano, valió la pena ampliar su radio de aplicación de citas. Ahora dejó su ciudad para mudarse con ella.
"Si no hubiera estado en aplicaciones de citas, no habría conocido a mi futura esposa", dice con una sonrisa. "Entonces, solo por eso, definitivamente valió la pena".
* Los nombres han sido cambiados.
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