Al menos 123 personas han muerto por incendios forestales en Chile, lo que llevó a su presidente a declarar dos días de luto nacional. La devastación ocurría poco después de la declaración de desastre en Colombia por otros incendios. Los científicos dicen que el cambio climático hace más probables las olas de calor y sequías como las que sufre ahora Sudamérica, y ambas contribuyen a los incendios secando las plantas que alimentan las llamas.
Los incendios en Chile se produjeron durante una ola de calor que elevó las temperaturas en la capital, Santiago, a unos 37 grados Celsius (casi 100 grados Fahrenheit). El calor extremo evapora la humedad de la madera, lo que la convierte en el combustible ideal. Los incendios se propagan más rápido y arden con más intensidad. Apenas unos grados adicionales pueden suponer la diferencia entre una temporada moderada de incendios y una grave.
El cambio climático “calienta el mundo, lo que significa que se evapora más agua de las plantas y la tierra se seca más”, explicó Edward Mitchard, experto en bosques en la Facultad de Geociencias de la Universidad de Edimburgo, en Escocia.
Bastan unos pocos días de tiempo muy seco y cálido para que las hojas estén secas y quebradizas, dijo. “Eso es combustible que arde muy bien”, dijo. “La tierra más seca hace que los fuegos estén más calientes y duren más”.
Un estudio de Nature mostró que las temporadas de incendios duran de media un 18.7% más debido al cambio climático. Eso amplía el periodo en el que pueden comenzar fuegos desastrosos.
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El incremento de sequías por las alteraciones de los ciclos globales de lluvia supone que regiones enteras pueden quedar inusualmente áridas y ser más vulnerables a las llamas.
“El cambio climático ha hecho las sequías más habituales”, dijo Mitchard. “Y eso ha ocurrido especialmente en Sudamérica este año”.
“Hemos tenido la sequía más extrema jamás registrada en la cuenca del Amazonas, y si hay sequías en la cuenca del Amazonas, también hay menos lluvia en el sur de Sudamérica”.
En el caso de Chile, se cree que unas lluvias inusualmente intensas el año pasado aumentaron el crecimiento de arbustos que se convirtieron en la mecha ideal para los incendios.
A esto se suma el fenómeno meteorológico de El Niño, un calentamiento natural y periódico de las aguas en la superficie del Pacífico que afecta al tiempo en todo el planeta. En Sudamérica ha supuesto un aumento de las temperaturas y las sequías este año.
El cambio climático hace más probable que los ciclos de El Niño sean más fuertes, indicó Mitchard, y las sequías que provoca tienen más posibilidades de ser más intensas. Colombia declaró el mes pasado el desastre nacional por docenas de fuegos asociados al fenómeno meteorológico.
Y la enorme cantidad de dióxido de carbono liberada por los propios incendios incrementa el calentamiento global.
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El Instituto de Recursos Mundiales utilizó datos de satélites para calcular que los fuegos forestales destruyen ahora unos 30 mil kilómetros cuadrados (11 mil 600 millas cuadradas) de bosques al año, aproximadamente el tamaño de Bélgica y el doble que hace 20 años.
Y el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático ha determinado que en todo el mundo, las olas de calor extremo ocurren cinco veces más a menudo debido al calentamiento global provocado por la humanidad. Por lo tanto, las temporadas de incendios son más secas y con temperaturas más altas, las condiciones ideales para que se extiendan las llamas.
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