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Por segunda vez en cuatro meses, esta semana la vicepresidenta de Colombia, Francia Márquez, está en África buscando fortalecer los lazos para ella "abandonados" entre el país y el continente.
En mayo, la primera vicepresidenta afrodescendiente de la historia colombiana realizó visitas oficiales a Sudáfrica, Kenia y Etiopía. Ahora, este 4 y 5 de septiembre participa de la Cumbre Africana sobre el Clima, en Kenia; y el 6 y 7 estará en Ghana en visita oficial.
Todo esto es parte de la "estrategia África 2022-2026", un plan del gobierno de Gustavo Petro para profundizar las relaciones con un continente que, según el oficialismo, tiene mucho que ofrecer a y recibir de Colombia.
"No solo es la región con más potencial de crecimiento económico del mundo, sino que cuenta con una población que se duplicará para 2050", dijo Márquez cuando terminó su primera visita de hace unos meses.
Aquel viaje generó una dura polémica en los medios de comunicación, donde se leyeron críticas por el "alto costo" del transporte y el tamaño de la comitiva, que contaba con casi 60 funcionarios, entre ellos la pareja de Márquez.
Pero Márquez desestimó las críticas por tener un supuesto "sesgo racial": "He hecho viajes a otros lugares, he viajado a Europa y Estados Unidos y por esos viajes no vi preguntar por el combustible que se gastaba por el avión o por los recursos que gastábamos movilizándonos".
Entre un 15 y 20% de la población en Colombia es afrodescendiente y vive en las regiones más excluidas y pobres del país.
La llegada de Márquez al poder significó una reivindicación para muchas de esas comunidades, pero también puso a muchos colombianos en un lugar incómodo que refleja, entre otras cosas, cómo ha sido gobernado el país a lo largo de su historia: mirando a Occidente como ideal y relegando otras regiones como fuente de recursos y conocimiento.
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El continente relegado
Aunque ninguno se dio en los términos de éste, Colombia tuvo dos acercamientos a África en su historia reciente.
Primero, durante el gobierno de Ernesto Samper, que en 1995 hospedó la undécima conferencia del Movimiento de los No Alineados, un grupo de países, muchos de ellos africanos, que no adherían a ninguno de los bloques de la Guerra Fría.
"Ahí hubo varias visitas de Colombia a varios países de África, pero no eran visitas oficiales, ni dirigidas a fortalecer relaciones bilaterales, sino, sobre todo, para dialogar en el marco del movimiento", explica Jerónimo Delgado, doctor en Geografía y profesor de Estudios Africanos en la Universidad del Externado, en Bogotá.
Luego, hace una década, el gobierno de Juan Manuel Santos se acercó, como parte de su "diplomacia para la paz", a varios países africanos para intercambiar experiencias relacionadas con la desmovilización de grupos armados ilegales.
De resto, la mayoría de los gobiernos colombianos han visto África como un territorio lejano a sus prioridades.
"Colombia ha ignorado a África", dice Mara Viveros, doctora en Antropología y experta en Estudios Raciales de la Universidad Nacional.
"No solo se ve como un país, se niega su heterogeneidad, sino que se ha visto a todo este continente como el deslizadero al que no se quiere llegar, como un tercer mundo supuestamente inferior al nuestro".
Como presidenta de la Asociación de Estudios Latinoamericanos, Viveros impulsó la organización de la cumbre anual de la organización en Ghana, que se celebra este año, en parte porque, pensó, "la relación de América Latina ha sido con todos los continentes excepto con África".
"El cuestionamiento a los viajes de Márquez es porque es a África, no se haría si fuera a Europa o Estados Unidos; se da porque ella [la vicepresidenta] está pensando el desarrollo económico de una manera distinta, con otros ojos", opina la profesora.
Y Delgado, también profesor, coincide: "Este es el primer gobierno que mira a África con otros ojos, con intereses particulares, en busca de una relación comercial y cultural".
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Lo que hay y lo que puede haber
Colombia, en todo caso, ya tiene cierta relación con países africanos: hay embajadas en Argelia, Egipto, Marruecos, Sudáfrica y Kenia, pero no en Nigeria y Etiopía, dos de los más importantes de la región.
Y en lo comercial: se exporta carbón, petróleo, productos agrícolas, chocolates y café; y se importa fosfato de calcio, minerales de titanio, ceras minerales, semillas de cebolla, alimentos y medicamentos.
Si fuera un país, África tendría para Colombia la misma importancia comercial que Perú: de allá vienen un 1,5% de las importaciones y para allá van un 2% de las exportaciones.
Con la diferencia de que África —que no es un país, sino 54— tiene 30 veces más gente que Perú y un Producto Interno Bruto 12 veces más grande.
Colombia, explican los analistas, podría aumentar sus exportaciones a África en productos como carne, maquinaria industrial, café verde, cueros, trigo y aceite de palma. Y promover sus importaciones en autopartes, maquinaría, alimentos y prendas de vestir.
"África sacó a 24 millones de la pobreza y su economía crece a más del 6%, sostenidamente", señala Caicedo. "Es un continente que es importante para el resto del mundo, pero no para América Latina que, salvo los casos de Cuba y Brasil, que tienen vínculos fuertes, no se ha dado cuenta del potencial".
Como destacó Márquez en un discurso reciente, África es hoy "la mayor zona de libre comercio del mundo y espera en los próximos cinco años eliminar el 90% de los aranceles sobre las mercancías".
La estrategia África 2022-2026 espera potenciar la relación con países africanos en todo tipo de sectores: vuelos comerciales directos, nuevas embajadas, acuerdos comerciales y alianzas para promover el intercambio cultural, que tiene un sinnúmero de conexiones históricas y ancestrales.
"Muchos esperarán escuchar cuántos negocios se realizaron", dijo Márquez tras su primer viaje. "Pero eso no funciona así, primero se establecen diálogos políticos y mecanismos legales; nuestras relaciones con ese continente estaban prácticamente abandonadas".
mcc