San José.— Los pasaportes de los venezolanos, latinoamericanos, caribeños y europeos que en 2016 empezaron a negociar un arreglo al conflicto político de Venezuela rebosan de sellos migratorios por un ir y venir de siete años por capitales de América y Europa con el único resultado de que nunca hubo resultados contundentes reales y la crisis ancló en el inmovilismo.

Sin presencia directa de opositores ni de oficialistas venezolanos, que estarán atentos en el entorno, Bogotá albergará mañana una conferencia de emisarios de gobiernos americanos y europeos para buscar destrabar el nudo institucional y socioeconómico de Venezuela y combinar movidas políticas paralelas o a dos bandas: suspender las medidas económicas que Estados Unidos impuso a Caracas y lograr elecciones libres para democratizar al país.

Con los precedentes de 2016 a 2022, la capital de Colombia podría sumarse a la lista de escalas fallidas en México, Noruega, Barbados y República Dominicana como lo fueron Ciudad de México, Oslo, Bridgetown y Santo Domingo al servir de sedes de las negociaciones, frente a frente o indirectas, entre chavistas y antichavistas con mediadores europeos y latinoamericanos.

El presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela, Jorge Rodríguez (centro), durante una conferencia en la sede legislativa en Caracas, el 16 de octubre de 2021, Foto: Jean-Francois Badias, Foto: AP
El presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela, Jorge Rodríguez (centro), durante una conferencia en la sede legislativa en Caracas, el 16 de octubre de 2021, Foto: Jean-Francois Badias, Foto: AP

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“Acá todo se mueve, pero nada cambia”, admitió el opositor venezolano Stalin González, exdiputado y dirigente del centro-izquierdista partido Un Nuevo Tiempo. “Creo que podemos tratar de avanzar. Hay que darle una oportunidad a la iniciativa” en Bogotá, reconoció González a EL UNIVERSAL.

“Yo no me enamoro de los procesos, pero este tiene una agenda, se ha avanzado, tiene actores definidos y un plan de trabajo. A esto hay que ponerle sentido de urgencia”, añadió.

En los preparativos del cónclave, el presidente de Colombia, el izquierdista Gustavo Petro, recibió el sábado pasado en Bogotá a un sector de la oposición venezolana. Por su parte, el cuestionado presidente de Venezuela, el izquierdista Nicolás Maduro, se reunió en Caravas con el ministro de Relaciones Exteriores de Colombia, Álvaro Leyva.

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“Yo le manifesté todo el apoyo de Venezuela para que esa cumbre permita dinamizar y reanimar la lucha de nuestro país por lograr el respeto a nuestra soberanía, (…) a nuestra independencia y el levantamiento definitivo de todas las medidas coercitivas unilaterales sobre Venezuela, sobre la base de lo que nosotros siempre hemos buscado: el diálogo político”, informó Maduro.

La opositora Plataforma Unitaria, el principal bloque opositor, planteó a Petro la urgencia de que Maduro libere a los 274 prisioneros políticos venezolanos y le ratificó su esperanza de que la cumbre “sirva para la inmediata reactivación” de las negociaciones en México.

La tarea en México “es la herramienta que tiene hoy nuestro país para poner fin a la crisis política, social y económica mediante acuerdos que permitan la reconstrucción nacional del Estado, la alternabilidad en el poder, el rescate del valor del voto, el cese de la violación de los derechos humanos y el establecimiento de las condiciones que permitan el crecimiento interno, creando bases sólidas para el desarrollo sostenible y sustentable”, puntualizó.

La comunidad internacional “no olvida los inmensos problemas que sufrimos los venezolanos por la ausencia de libertades, democracia, instituciones y justicia”, subrayó.

La cita de mañana fue gestada, organizada y convocada por Petro, en una maniobra que reafirmó su inquietud por la prolongación del conflicto en el país vecino por el este y por sus efectos en suelo colombiano, que ya acogió a casi tres millones de migrantes venezolanos, regulares e irregulares.

Al cónclave de mañana fueron convocadas 20 cancillerías y representaciones de EU, América Latina y el Caribe y la Unión Europea (UE).

“Más democracia, cero sanciones, es el objetivo de la conferencia en Bogotá”, dijo Petro en una gira la semana anterior en EU en la que fue recibido el jueves por el presidente estadounidense, Joe Biden. Una pieza clave del diálogo Petro-Biden en la Casa Blanca fue Venezuela.

La intención es “destrabar las negociaciones” entre chavistas y antichavistas, afirmó.

“Yo pienso, sin entrometerme en la discusión política interna venezolana, que el camino del diálogo, el camino de la democracia es clave”, aseveró.

Desencanto

Pese a que una salida negociada en Venezuela aliviaría la presión de los venezolanos en Colombia, las expectativas acerca de lo que surja de Bogotá quedaron limitadas por el desencanto tras las estaciones políticas en República Dominicana, Noruega, Barbados y México.

Un temor persistió acerca de si el trabajo que comenzará mañana sería aprovechado por Maduro para oxigenarse, ganar tiempo, aparentar que prometerá abrirse a comicios libres y luego recurrir a cualquier pretexto para romper la baraja y bloquear la jugada a dos bandas por riesgo de perder.

Maduro atribuyó la aguda crisis de su país a las sanciones comerciales y financieras que EU le impuso desde 2017 y a la “guerra económica” que lanzó en su contra a partir de 2014 para intentar forzar su salida u obligarlo a negociar una solución política.

Washington acusó a Maduro de violar los derechos humanos, de represión política y de romper el orden democrático.

Desconocido como presidente desde enero de 2019 por más de 50 países que adujeron que se reeligió en 2018 para un segundo sexenio consecutivo en comicios ilegítimos, Maduro rechazó repetidamente las acusaciones de EU, defendió su legitimidad y argumentó que Washington se dedicó a desestabilizar a su gobierno, que se inició en 2013.

Maduro calculó en enero de este año que el impacto directo de las represalias de Washington llegó a 232 mil millones y el daño patrimonial a 642 mil millones de dólares; detalló que, desde 2015, las pérdidas por el acoso de EU fueron por 411 millones de dólares al día y acusó que “ha sido una estrategia de guerra criminal. Crímenes imperialistas de lesa humanidad”.

La mezcla sanciones-elecciones dominará mañana en Bogotá, como sucedió en las conversaciones previas. La fórmula sería que, a cambio de que Maduro admita introducir profundas reformas electorales para que los venezolanos acudan en 2024 a comicios libres, justos y verificables, EU aprobara flexibilizar sus actos punitivos sobre Caracas.

El saldo del cruce de reabrir las llaves del flujo financiero en EU y las del libre y equitativo juego político-electoral en Venezuela, que prevalece en la controversia venezolana, sería retornar a la democracia.

Con el oficialismo en defensa del sistema socialista y la oposición a favor del capitalista, con Noruega como mediador, Rusia acompañante del “chavismo” y Países Bajos del “antichavismo”, oficialistas y opositores se reunieron tres veces en la Ciudad de México entre agosto y octubre de 2021, cuando fueron suspendidas hasta su reanudación en una sola ronda en noviembre de 2022.

Esporádicas o espaciadas en el tiempo como en México, las primeras pláticas fueron en República Dominicana en 2016, 2107 y 2018 y siguieron en Noruega y Barbados en 2019.

Al asumir el 7 de agosto de 2022 para un cuatrienio, el gobernante colombiano restableció los lazos diplomáticos de Bogotá y Caracas, rotos en febrero de 2019 por Maduro en un fuerte choque con el centro-derechista Iván Duque, predecesor de Petro.

Pero el flanco bilateral fue sólo un paso de Petro en su plan de impulsar un arreglo en Venezuela, con más de 7 millones 200 mil venezolanos ya insertados en un éxodo al exterior para huir del precipicio interno de escasez y encarecimiento de medicinas, alimentos y bienes básicos, con inflación, devaluación, descontento popular y ruptura de la convivencia política.

Tras instalarse en 1999 al ganar la presidencia en 1998 por la vía electoral, Hugo Chávez (1954-2013) consolidó su dominio del Poder Ejecutivo y trascendió como líder histórico de la revolución venezolana, que forjó un sólido eje político con la Revolución Comunista de Cuba.

Chávez reforzó y concentró el control militar y policial, expandió progresivamente su mando a los poderes Legislativo, Judicial y Electoral y lo extendió a las mayorías de gobiernos, consejos legislativos y estructuras municipales de los estados.

El oficialista Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) relegó a la oposición y se afianzó en un trayecto hacia el unipartidismo. Con todos los hilos institucionales monopolizados por Maduro, las fuerzas opositoras denunciaron repetidamente la existencia de una dictadura en Venezuela.

En una declaración que envió a este diario, la venezolana María Corina Machado, jerarca del opositor partido Vente Venezuela y principal figura femenina del antichavismo, dijo que “la única negociación que nosotros reconocemos y queremos (es) para la democratización de Venezuela… punto”.

“Y eso pasa por desmontar el sistema (chavista) criminal y (…) de mafias. Entonces. ¿quién representa a Venezuela allí?”, recalcó.

Foto: Especial
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