San José. – Con los rangos de criminalidad de Colombia y México como los peores del hemisferio occidental, América se convirtió en “el centro mundial para los mercados ilegales”. La conclusión está contenida en el índice internacional de delincuencia elaborado por la Iniciativa Global Contra el Crimen Organizado Transnacional (GI-TOC por sus siglas en inglés), una institución de la sociedad civil, no estatal e independiente con sede en Suiza y presencia en los cinco continentes.
La zona que forman México y Centroamérica registró “el nivel más alto de criminalidad”, seguida por Suramérica, y “se posicionó en tercer lugar a nivel global para los delitos contra la flora y la fauna”, puntualizó el estudio, difundido la semana anterior, elaborado con datos de 2022 y del que EL UNIVERSAL tiene copia.
Colombia, con una tasa de 7.75, y México, con una de 7.57, ocupan respectivamente el segundo y el tercer lugar de criminalidad de todo el planeta, solo superados por Myanmar, en el sudeste de Asia, con 8.15, según el reporte. México quedó de primero entre Costa Rica, Panamá, Nicaragua, Honduras, Belice, Guatemala y El Salvador y de segundo entre los 35 países americanos, precisó.
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Al describir que América se transformó en el centro de la criminalidad, el índice, en su segunda edición desde 1993, advirtió que “las regiones del continente (americano) figuran consistentemente entre las tres primeras posiciones a nivel global para 11 de los 15 mercados criminales que mide el Índice”.
“Todos los mercados y actores criminales presentes en las Américas están presentes en varios países, destacando el alcance de estos mercados y la importancia del continente para el comercio ilícito mundial. A nivel regional los grupos de tipo mafioso ejercen una influencia más fuerte sobre los mercados criminales en las Américas que en cualquier otro continente, principalmente en la forma de cárteles del narcotráfico”, explicó.
Suramérica “se ubicó en el segundo puesto para los delitos contra recursos no renovables, como la extracción ilegal de oro y otros minerales o el tráfico de petróleo y combustibles derivados”, añadió.
En su orden, en la lista siguen Paraguay (7.52), Ecuador (7.07), Honduras (7.05), Panamá (6.98), Brasil (6.77), Venezuela (6.72), Guatemala (6.60), Perú (6.40), Guyana (5.97), El Salvador (5.92), Haití (5.93), Jamaica (5.80), Nicaragua (5.72), Estados Unidos (5.67), Costa Rica (5.53), Trinidad y Tobago (5.20), Chile (5.18), República Dominicana (5.02), Argentina (5.00), Bolivia (4.95), Belice (4.87), Surinam (4.77), Canadá (3.88), Bahamas (3.75), Santa Lucía (3.53), San Cristóbal y Nieves (3.52), Cuba (3.37), Uruguay (3.22), San Vicente y las Granadinas (3.98), Barbados (3.07), Antigua y Barbuda (2.98), Granada (2.93) y Dominica (2.63).
“Las mafias están protegidas por grupos de poder económico y político”, aseguró el sociólogo, politólogo y relacionista internacional boliviano Franco Gamboa, catedrático para Bolivia de Fulbright, un programa internacional estudiantil y cultural de EU.
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“Las estadísticas que identifican a América como el continente más peligroso del mundo y como el escenario más propicio para el crimen organizado, no solamente datan de este año o los últimos cinco, sino que lamentablemente es una tendencia desde comienzos del 2000”, dijo Gamboa a este periódico.
Una raíz de la crisis “está relacionada con la desigualdad socio-económica y política que reina en la región. El continente muestra una estructura de poder y de distribución desigual de la riqueza que derrumba los pilares más importantes de cualquier Estado de Derecho”.
“La criminalidad, violencia y las amenazas principales que giran en torno a la trata de personas, tráfico de drogas y armas, se relacionan con sociedades fragmentadas, balcanizadas y destruidas por la desigualdad, lo que conduce a que muchos ciudadanos manipulen la ley a favor del más fuerte, del que tiene más dinero y abusando de privilegios”, adujo.
Para el abogado costarricense Gustavo Mata, exministro de Seguridad Pública de Costa Rica y exjerarca de la policía judicial de este país, una de las realidades que atizó la penetración del narcotráfico, entre otras modalidades del crimen organizado, es que “estamos ante un país que, como EU, es el mayor consumidor mundial de drogas”.
“Estamos entre países que cultivan y exportan grandes cantidades de cocaína y de marihuana (por Centroamérica). Esto nos mete en una tormenta perfecta. Al estar inmersos estratégicos en este cordón umbilical, realmente todos (los países) vamos para atrás”, señaló Mata a este periódico, en referencia a Colombia como principal productor mundial de cocaína y a otras naciones suramericanas.
“El crimen organizado golpea por cualquier lado, como minería ilegal, deforestación para pistas clandestinas de avionetas que trasladan cocaína a México y otros países. No visualizo una pronta salida a estos problemas. Esto se va a poner peor en los próximos años y vamos a estar metidos en esa escala de calificaciones con más criminalidad en todos los delitos”, anticipó.
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“América transita de la esperanza a la desesperación tras décadas de democracias liberales y populismos autoritarios. La zona es un campo de batalla del crimen organizado transnacional y del narcotráfico”, narró, por su parte, el abogado y diplomático boliviano Jaime Aparicio, exembajador de Bolivia en la Organización de Estados Americanos (OEA).
Consultado por este diario en Washington, planteó que “esta es una de las regiones de mayor depredación del medio ambiente, deforestación, quemas provocadas de áreas naturales para ampliar los cultivos ilegales de hoja de coca (materia prima de la cocaína). México, Ecuador, Colombia y Centroamérica tienen uno de los mayores índices de criminalidad del mundo”.
“México, Colombia, Centroamérica, Bolivia, Venezuela son todavía economías basadas en el extractivismo (de recursos naturales). Son depredadores de la naturaleza. Estamos ante una situación extremadamente grave… y los países no le están poniendo atención”, recalcó.