Miami.— En Estados Unidos, el periodo de transición presidencial está marcado por un intrincado equilibrio entre la tradición, la legalidad y las expectativas públicas. La atención está puesta en la reunión del Colegio Electoral, un mecanismo fundamental que validará oficialmente el resultado de los comicios del pasado 5 de noviembre y el triunfo oficial del republicano sobre los demócratas.

Paralelamente, se observa a un próximo mandatario a quien apenas van a confirmar oficialmente, pero que no ha dejado de moverse en todas y cada una de las áreas que van a pertenecer a su autoridad, previendo el inicio de su gobierno, mientras se va nublando el final de la administración de Joe Biden.

El Colegio Electoral, establecido por la Constitución, llevará a cabo un proceso que combina ceremonia y legalidad. Los 538 electores se reunirán en las capitales de sus respectivos estados mañana para emitir sus votos y confirmarlos. Aunque en la práctica el resultado es conocido desde el conteo del voto popular y electoral desde noviembre, es en esta reunión donde se da el sello oficial a los resultados.

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El ritual que inicia el 16 de diciembre concluye el 6 enero, cuando el Congreso, en sesión conjunta, certifica oficialmente los resultados. Foto: Kent Nishimura / AFP
El ritual que inicia el 16 de diciembre concluye el 6 enero, cuando el Congreso, en sesión conjunta, certifica oficialmente los resultados. Foto: Kent Nishimura / AFP

John Merrill, secretario de Estado de Alabama, ha comentado que esta reunión confirma que “el Colegio Electoral es una de las tradiciones más importantes de nuestra democracia. Es un recordatorio de que las instituciones importan y de que el poder debe transferirse de manera ordenada y transparente”.

Cada elector, designado por su partido político, emite un voto para presidente y otro para vicepresidente. Estos votos son registrados en certificados oficiales y enviados al Congreso y a los Archivos Nacionales, donde serán contados formalmente el 6 de enero próximo. Aunque es un procedimiento que rara vez genera sorpresas, en el contexto polarizado actual cada paso adquiere un peso simbólico adicional, por lo que quieren estar muy atentos.

La historiadora Barbara Smith ha dejado claro que “aunque la reunión del Colegio Electoral es en gran medida ceremonial, tiene un impacto real en cómo el público percibe la legitimidad de las elecciones. Es un evento que refuerza la confianza en el sistema democrático [de EU]”.

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Además, la reunión tiene un trasfondo histórico. El Colegio Electoral, diseñado originalmente como un compromiso entre el Congreso y el voto popular, ha sido objeto de debate a lo largo de los años, especialmente en comicios cerrados o controvertidos. Según el profesor en derecho constitucional Mark Levinson, “el Colegio Electoral simboliza el federalismo en acción. Sin embargo, también ha demostrado ser un punto de tensión, porque no siempre refleja el voto popular nacional”, como sucedió en las elecciones más recientes entre George W. Bush y Al Gore en 2004 y también entre Donald Trump y Hillary Clinton en 2016, donde Gore y Clinton ganaron el voto popular, pero perdieron el del Colegio Electoral.

La certificación final

Este ritual que inicia el 17 de diciembre, con la reunión del Colegio Electoral, concluye el 6 enero, cuando el Congreso, en sesión conjunta, certifica oficialmente los resultados del Colegio. En este acto, la vicepresidenta Kamala Harris anunciará al próximo presidente y vicepresidente, cerrando el ciclo electoral. Jane Williams, politóloga, asegura que sin duda es un trago amargo para la excandidata presidencial demócrata. “Ella será quien marque el cierre oficial del ciclo electoral y el inicio de un nuevo capítulo en la historia del país”.

Hasta esas fechas, la Unión Americana estará atenta a la tradición y la acción, con un presidente electo quien, fiel a su estilo, no parece dispuesto a esperar para comenzar a organizar y a dar órdenes. Este periodo de transición será observado de cerca no sólo por los ciudadanos estadounidenses, sino también por el mundo, que mira con interés cómo una democracia moderna maneja la transferencia de poder bajo las circunstancias especiales que el propio Trump ha creado.

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La urgencia de gobernar

Mientras el Colegio Electoral alista su reunión, Trump no ha esperado para comenzar a trazar los límites de su próximo mandato. En un mitin en Ohio, Trump declaró: “Hemos ganado estas elecciones con un apoyo histórico. No hay tiempo que perder; vamos a devolver la grandeza a este país desde el primer día”.

Entre las políticas anunciadas se encuentran medidas contundentes sobre inmigración y comercio, temas que definieron su primera presidencia y que continúan dividiendo y creando fuertes debates en la opinión pública. “Vamos a construir una América segura y próspera nuevamente”, afirmó Trump en otro discurso en Florida; “eso incluye asegurar nuestras fronteras y proteger nuestros empleos”.

A esto se suman declaraciones específicas que han generado fuertes reacciones. Durante una entrevista televisiva, Trump afirmó que su administración será clara, “protegeremos a los ciudadanos estadounidenses primero, esto no es negociable”. Estas palabras están quedando muy claras tanto entre sus seguidores como entre sus detractores; “baste revisar cuáles serán sus primeras acciones en materia de inmigración, seguridad y de comercio”, subraya Williams.

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Sin embargo, sus anuncios no han estado exentos de críticas. Algunos votantes cuestionan la prisa con la que Trump está avanzando. Emily Rodríguez, residente de Arizona, dijo a este diario que “entiendo que quiera mostrar liderazgo, pero, ¿no debería esperar al menos hasta que el Colegio Electoral confirme todo oficialmente?”.

“Legalmente, Trump no está obligado a esperar la reunión del Colegio Electoral para planificar y anunciar sus políticas”, explica Williams; “como presidente electo, tiene toda la legitimidad para empezar a moldear su gobierno”, aseguró. Sin embargo, algunos analistas sugieren que una postura más mesurada podría reducir la tensión que sus propuestas generan en ciertos sectores. El historiador Michael Stevens ha explicado que “el Colegio Electoral es más que un mero trámite. Es una tradición que refuerza la legitimidad del proceso electoral. Aunque Trump tiene el derecho de actuar, respetar ese proceso podría ayudar a calmar los ánimos”.

Otros ven estas acciones como una muestra de su determinación. “Trump está enviando un mensaje claro a sus bases y al Congreso; está listo para gobernar desde el día uno”, dijo el analista político Jona- than Price, “esto también le permite marcar la agenda antes de enfrentarse a posibles bloqueos políticos”. Además, esta urgencia se conecta con el estilo característico de Trump. Según Jane Williams, “Trump ha construido su marca como un líder que actúa rápido y desafía lo convencional. Esto no es sorprendente, pero sí plantea preguntas sobre cómo se manejarán las transiciones formales que están dando mucho de qué hablar y poniendo nerviosos a muchos más”.

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Balance entre tradición y acción

Los partidarios del próximo mandatario ven las acciones tempranas de Trump como un signo de determinación. Tom Baker, votante de Iowa, defendió al republicanos en las redes, “Trump fue elegido para tomar decisiones y eso es lo que está haciendo. No necesitamos más ceremonias, necesitamos resultados”.

Este balance entre tradición y acción no es nuevo, pero adquiere un matiz único en el contexto actual de división política. Según Williams, “las transiciones presidenciales siempre han sido momentos de tensión, pero en esta ocasión las divisiones son más profundas. Esto hace que el simbolismo del Colegio Electoral sea más relevante que nunca”.

En esta transición, la democracia estadounidense se muestra en toda su complejidad. Por un lado, está el simbolismo de un proceso que refuerza la confianza en las instituciones, y por otro, la realidad de un liderazgo que, con o sin ceremonias, busca dejar su marca desde el primer momento. Entre ambos extremos, los ciudadanos observan y analizan con la esperanza de que la democracia estadounidense siga siendo un ejemplo global de libertad y fortaleza.

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