Bruselas.— Perpetuar las clases a distancia como medida precautoria contra el Covid-19 podría profundizar en la infancia una serie de peligros que van más allá del rezago educativo, en particular entre los más vulnerables.
La falta del regreso presencial a clases eleva riesgos como la deserción escolar, el trabajo infantil, el embarazo prematuro y los matrimonios forzados a corta edad.
La alerta es emitida por la experta en educación del Fondo para la Infancia de la Organización de las Naciones Unidas (UNICEF), Lisa Bender, quien compare con EL UNIVERSAL su análisis sobre las consecuencias del cierre de las aulas como medida preventiva para detener la propagación de la pandemia por Covid.
Con base en evidencias científicas arrojadas por crisis de salud pública previas, sostiene que el cierre de escuelas puede tener consecuencias devastadoras para el bienestar y el aprendizaje de los niños, en particular para los de comunidades pobres.
Afirma que cuando los niños no pueden ir a la escuela, corren el riesgo de perder más que su educación, debido a que cuando las aulas cierran, los niños pierden la rutina, el tiempo con sus amigos, su única comida del día, el acceso a los servicios de salud y nutrición y la seguridad que les brinda la escuela.
“La evidencia sobre los impactos negativos en el aprendizaje, la seguridad, la salud y el bienestar de los niños cuando no van a la escuela es abrumadora”.
“Cuanto más tiempo estén los niños sin educación, mayor será su exposición a la violencia, la explotación y el abuso físico, emocional y sexual. El tiempo prolongado fuera de la educación también aumenta la vulnerabilidad de los niños ante el trabajo infantil y las consecuencias negativas para su salud mental”.
Asegura que los niños con menor nivel de aprendizaje corren un riesgo mayor de padecer pobreza de por vida, salud precaria y menos longevidad.
“Sabemos por experiencias pasadas, incluso durante la crisis del ébola, que cuanto más tiempo permanezcan los niños fuera de la escuela, es menos probable que regresen. Los niños de familias frágiles que viven con abuso, negligencia o paternidad disfuncional sufren un doble trauma al ser separados de las relaciones de apoyo con maestros y amigos en la escuela”, arguye.
En entrevista por escrito con este diario, la experta también expone sus impresiones sobre las políticas de regreso a clases en países como México y Holanda, que siguen modelos opuestos a pesar de enfrentar al virus.
En México, donde el Covid-19 parece no dar tregua, la apuesta es la televisión como la vía para el inicio del nuevo ciclo escolar, mientras que Países Bajos, donde los indicadores de infección van en pleno repunte, se prepara para reanudar las clases presenciales hasta media superior.
En el país europeo, los científicos del Instituto Nacional de Salud Pública y Medio Ambiente (RIVM, por sus siglas en neerlandés), máxima autoridad sanitaria, afirman que los adolescentes, en específico los menores de 12 años, desempeñan un papel menor en la propagación del virus.
“Todavía hay mucho que aprender sobre la transmisión e infección de Covid-19 en niños y jóvenes”, señala Bender. Aunque reconoce que las investigaciones, incluyendo las realizadas por el RIVM, continúan indicando que los niños, especialmente los menores de 10 años, tienen tasas más bajas de infección y transmisión.
“Cuándo están infectados, la mayoría de los niños presentarán síntomas leves. Los países deben priorizar la reapertura segura de las escuelas de acuerdo con el interés superior de los niños y las consideraciones generales de salud pública”, aconseja.
Al ser cuestionada sobre la reapertura de clases en México a partir del 24 de agosto vía televisión, responde: “Instamos a los gobiernos a que den prioridad a la reapertura segura de escuelas de acuerdo con el interés superior de los niños y las consideraciones generales de salud pública.
“En la decisión sobre la reapertura de las escuelas, las autoridades deben considerar los beneficios y riesgos en la educación, la salud pública y los factores socioeconómicos, en un contexto local, utilizando la mejor evidencia disponible. El interés superior de cada niño debe ser primordial”, reitera la experta.
Dice que cuando se considere que no es posible reabrir las aulas, el Estado debe ampliar el aprendizaje y el acceso a distancia para comunidades más marginadas.
“Cuanto más tiempo permanezcan cerradas las escuelas, mayor será el riesgo para el bienestar y el aprendizaje de los niños, mayor, el riesgo de embarazo prematuro y matrimonio forzado.
“A medida que aumenta la pobreza entre las familias, muchas niñas se verán obligadas a abandonar la escuela por completo, lo que profundizará las desigualdades y revertirá los avances logrados en la ampliación del acceso a la escuela”, subraya.
Con relación al aprendizaje por televisión, señala que la educación impartida a través de este medio constituye una forma importante de apoyar temporalmente la enseñanza de los niños.
“[Pero] el aprendizaje remoto nunca puede reemplazar la instrucción en clase, donde los niños pueden aprender juntos y entre amigos, hacer preguntas a los maestros, tener acceso a la mejor calidad posible de enseñanza.
“Dondequiera que se lleve a cabo la educación remota, recomendamos involucrar a los maestros y padres para apoyar el aprendizaje de los estudiantes y verificar su bienestar”, asevera.
Para el retorno a clases presenciales, Bender sugiere tomar en consideración el marco para la reapertura de escuelas, una herramienta diseñada por la UNICEF, la UNESCO, el Programa Mundial de Alimentos y el Banco Mundial, a fin de facilitar los procesos de toma de decisiones sobre cómo, cuándo y cuáles aulas pueden abrir.
La guía internacional señala que “el momento de la reapertura debe guiarse por el interés superior del niño y por consideraciones de salud pública, sobre la base de una evaluación de los beneficios y riesgos conexos, basándose en evidencias intersectoriales y específicas del contexto”.