Bruselas.— A las peticiones de la justicia estadounidense en materia de narcotráfico, no todos los países que se suponen son aliados responden favorablemente.

Eslovenia, socio incondicional de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), de acuerdo con el enlace de la agencia antinarcóticos (DEA) en Bélgica, se rehúsa a poner las manos encima de los Karners, un clan que construyó un imperio delictivo especializado en el tráfico de anabólicos y la venta ilícita online.

La falta de colaboración de Liubliana provocó esta semana la activación del sistema de recompensa estadounidense. El Departamento de Justicia ofrece 5 millones de dólares por información que conduzca al arresto de alguna de las tres figuras más prominentes de la familia criminal: Mihael, Alenka y Matevz Karner. “Sentimos que la recompensa es un paso prudente, porque ya hemos tomado la mayoría de los pasos a nuestra disposición”, reporta Andrew Lelling, fiscal estadounidense para el Distrito de Massachusetts.

En el país de Europa central el paradero de los Karners no es secreto: no sólo la policía tiene conocimiento de sus movimientos, sino que su líder, Mihael Karner, ha hecho acto de presencia en canales de televisión nacional.

“Hasta donde sé los Karner no se esconden en Eslovenia. Supongo que viven abiertamente”, afirma Lelling. “Hasta la fecha, el gobierno esloveno no ha mostrado disposición de poner a los Karners en custodia y extraditarlos a Estados Unidos. Por eso están refugiados en Eslovenia”, denunció el fiscal en una conferencia telefónica con medios de comunicación internacionales. La justicia de Estados Unidos le sigue la pista a la familia delictiva del Adriático desde principios de 2000, cuando recibieron información de autoridades europeas acerca de sus actividades criminales transfronterizas.

De acuerdo con información de la justicia estadounidense, los Karners edificaron un imperio criminal desarrollando una astuta empresa delictiva.

Los ingredientes para la producción ilícita de esteroides anabólicos provenían de Asia, principalmente de China.

Luego eran transformados en una fábrica clandestina montada en Moldavia. La venta tenía lugar a través de decenas de portales en internet.

Para no dejar rastro, desarrollaron una red de distribución postal expandida por toda Europa, de manera que la droga no salía de la fábrica o directamente de Eslovenia, sino de puntos en movimiento y que por lo regular fueron elegidos tomando como parámetro la posibilidad de mayor o menor escrutinio por parte de la autoridad aduanera del país destinatario.

“Los Karners han sido una organización muy exitosa, enviando esteroides no sólo a Estados Unidos, sino a otras partes del mundo. Tuvieron mucho éxito y ganaron millones de dólares en su actividad ilegal”, afirma Kevin Scully, director regional de la DEA.

“En esta investigación no tenemos nexos con colombianos o mexicanos”, reconoció.

La orden de entrega y captura de Estados Unidos fue activada en 2010, bajo los cargos de distribución de esteroides y también de lavado de dinero.

Mihael y su esposa Alenka fueron arrestados por las autoridades austriacas, uno o dos años después de la solicitud de extradición; sin embargo, fueron puestos en libertad bajo fianza.

Desde entonces, son prófugos de una justicia que hasta ahora sólo ha podido asestar unos cuantos golpes, como el decomiso de un yate en Croacia y la adjudicación en proceso de una estación de esquí en Austria.

Las autoridades estadounidenses desconocen si la empresa delictiva continúa activa, aunque el agente Scully es claro: “Los Karners son fugitivos y no vamos a renunciar. Queremos verlos arrestados y ante la justicia en Estados Unidos”.

Los cargos imputados implican penas de hasta 20 años de prisión a cada uno de ellos.

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