Beirut.— Tras las explosiones en el puerto de Beirut, ayer llegó la furia. Las fuerzas de seguridad libanesas utilizaron gases lacrimógenos para dispersar a decenas de manifestantes enfurecidos.
Los inconformes destrozaron comercios y lanzaron piedras a la policía en el barrio del Parlamento, según la Agencia Nacional de Información. La policía replicó y varios asistentes a la protesta resultaron heridos, añadió.
Los incidentes se producen la antevíspera de una gran manifestación antigubernamental, prevista para el sábado en este país inmerso en una crisis económica sin precedentes.
La enorme explosión del martes fue provocada por un incendio en un almacén del puerto de Beirut donde había almacenadas 2 mil 700 toneladas de nitrato de amonio desde hace seis años. Causó al menos 157 muertos, 5 mil heridos y decenas de desaparecidos, además de dejar a cientos de miles de personas sin techo. Las autoridades libanesas afirmaron que el almacén estalló por un incendio.
Las autoridades portuarias, las aduanas y algunos servicios de seguridad estaban al corriente de que había productos químicos peligrosos almacenados ahí y se echan la culpa los unos a los otros de lo sucedido.
Antes, el presidente francés, Emmanuel Macron, reclamó en Beirut una investigación internacional tras la devastadora explosión en la capital libanesa y pidió un “cambio profundo” por parte de las autoridades, a quienes la hastiada población acusa de incompetencia y corrupción.
Al cabo de una visita de unas horas, Macron anunció en una rueda de prensa su regreso a Beirut el 1 de septiembre, así como una conferencia de ayuda “en los próximos días” para Líbano.
En este contexto, el Fondo Monetario Internacional, también instó al poder libanés a “reformas cruciales” para sacar las negociaciones del bloqueo, y señaló que era “el momento para la comunidad internacional y los amigos de Líbano de movilizarse para ayudarle en este momento de urgencia”. Macron, con una mascarilla, visitó las ruinas del puerto y después el barrio Gemmayze, devastado por la tragedia, donde los habitantes, desesperados, reclamaron la salida de la clase dirigente al frente del país desde hace décadas.
“Hace falta una investigación internacional abierta, transparente, para evitar primero que se escondan cosas y también [para] que no se instale la duda”, dijo Macron durante su rueda de prensa tras reunirse con los dirigentes libaneses y representantes de la sociedad civil.
Dieciséis funcionarios del puerto y de las autoridades aduaneras fueron detenidos en el marco de la investigación por las explosiones, indicó el fiscal militar, Fadi Akiki, sin dar sus identidades, pero el gobierno aún no ha podido justificar por qué había nitrato de amonio almacenado “sin medidas de precaución” en el puerto.
Furiosos tras la catástrofe, en un país ya en pleno hundimiento, los libaneses piden cuentas.
“El pueblo quiere que caiga el régimen”, coreaban los habitantes de Gemmayze delante de Macron. Tras estrechar la mano a algunas personas y abrazar a una mujer, el presidente francés les prometió que pediría a sus dirigentes “cambiar el sistema [...], luchar contra la corrupción”.
El ministro de Relaciones Exteriores italiano, Luigi Di Maio, prometió por su parte una “respuesta internacional”.
Varios países ya han enviado socorristas y material para hacer frente a la emergencia después de la doble explosión.