San José.— Una consigna creció con potencia en Colombia después de 13 días de un paro nacional teñido de sangre y de caos: “¡Chao, Duque!”.
Las multitudinarias y violentas protestas antigubernamentales, que empezaron el 28 de abril para rechazar una reforma tributaria impulsada por el presidente Iván Duque y prosiguieron con intensidad, luego de que el gobernante aceptó el 2 de mayo retirarla del debate legislativo, derivaron en una exigencia que ganó fuerza: la renuncia del jefe de Estado y el adelanto de las elecciones de 2022 a 2021.
Los colombianos Germán Calvo, de 23 años, egresado de Derecho y líder del bloque juvenil de paro de Barranquilla, en el norteño departamento (estado) de Atlántico, y David Álvarez, de 25, estudiante de Historia y del Movimiento por la Defensa de los Derechos del Pueblo (MODEP-Colombia) en Medellín, en el noroccidental departamento de Antioquia, coincidieron en que la proclama “Chao, Duque” crece como vía para resolver la crisis.
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En entrevistas por separado con EL UNIVERSAL, ambos representantes de agrupaciones que integran el Comité Nacional del Paro adujeron que la protesta contra Duque va más allá del lío tributario. Duque asumió en 2018 un cuatrienio que deberá concluir en agosto de 2022 y la primera ronda electoral será dentro de un año.
“El nervio central de los reclamos es, sin lugar a dudas, el gobierno de Duque, que no representa a las mayorías y precariza la vida. El coronavirus profundizó la crisis socioeconómica y política. ‘Chao, Duque’ está en el aire: es la consigna de los movimientos que estamos en las calles. No sólo Iván Duque, sino todo su partido”, el derechista Centro Democrático, afirmó Álvarez.
“El gobierno es el blanco de los manifestantes que en las calles decimos ‘chao, Duque’. Rechazamos sus políticas, su ideología y la forma como han respondido a la protesta social. ‘Chao, Duque’ está en el ambiente”, subrayó.
Al preguntársele por qué la decisión de Duque de abortar el plan tributario tampoco desactivó las marchas contestó que “se mantuvo la movilización constante porque se entiende que no es sólo ese tema”, sino que hay otros como una reforma a la salud y la aspersión con glifosato (herbicida) a los cultivos de hoja de coca, “un daño increíble para el medio ambiente”.
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Un factor a debatir “es la militarización y la represión policial” a partir del 28 de abril, con muertos y desaparecidos, entre otros asuntos de una lista de demandas socioeconómicas y políticas a un gobierno que “nunca supo responder a las necesidades populares al comenzar la pandemia”, aseguró.
Tras calificar la oferta oficialista de diálogo como “pantalla”, adujo que “Duque buscó dividir y llamó por aparte a estudiantes, trabajadores, sindicalistas, campesinos y partidos. Al fracasar, lo orientó a gobernaciones y alcaldías a reunirse con los comités departamentales. Pero el reclamo es al Estado central y no al descentralizado”.
Una primera cita ayer en Bogotá entre gobierno y comité finalizó sin acuerdos. La administración Duque argumentó repetidamente que está abierto a negociar un arreglo.
“Rechazamos tajantemente cualquier diálogo con el gobierno en tanto el gobierno se niegue a retirar a las fuerzas militares de las ciudades y a indagar a los policías que cometieron violencia homicida en la represión de los últimos días”, advirtió.
“Hoy el pueblo está en las calles y no porque el Comité Nacional le dijo que saliera a marchar. Está en las calles por voluntad propia. Rechazamos cualquier negociación con un gobierno genocida y violador de los derechos humanos”, insistió.
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Sin control
Las protestas, repletas de solicitudes, evidenciaron que no hay un hilo conductor que ligue a manifestantes y organizaciones ni una coincidencia de tácticas políticas de los dirigentes.
Calvo admitió, por su lado, que el movimiento “ha sido bastante espontáneo y es poco probable que tengamos control de todas las manifestaciones y protestas. Las personas y las expresiones sociales que confluyen en una sola causa no tienen orientación clara de qué quieren luego de que cayó el plan tributario”, reconoció.
La negociación debe incluir puntos vitales como una reforma tributaria “negociada” sin exclusiones y el respeto al pacto de paz suscrito por el gobierno y la entonces guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), y que entró en vigor en diciembre de 2016 para poner fin a 52 años de guerra, planteó el líder juvenil.
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“Duque se sentó (ayer) a negociar con ciertas personas que tampoco representan a este paro nacional. No estamos en condiciones para sentarnos a dialogar sabiendo que todavía está el país sumido en un despliegue militar y policial que arremete contra los ciudadanos que están protestando”, denunció.
Ante el actual escenario de calles colombianas sacudidas por batallas campales entre policías, militares y manifestantes, Germán Calvo describió:
“Una clara realidad: esto es una olla de presión. La gente está conmocionada y quiere la renuncia de Duque y elecciones anticipadas”.