París.— El movimiento de los chalecos amarillos demostró ayer que no ha perdido su fuerza contestataria y volvió a sacar a las calles de Francia a unas 84 mil personas para protestar contra la política del gobierno de Emmanuel Macron. En algunos lugares, como en París, la policía disparó cañones de agua y gases lacrimógenos a los manifestantes.
La cita de ayer estaba planteada como un termómetro para medir la capacidad de los chalecos amarillos de mantener su presión sobre Macron, en vísperas de que éste abra el lunes su debate nacional para abordar las reformas.
Aunque las cifras de manifestantes están lejos de las registradas en las primeras convocatorias, que se remontan al 27 de noviembre, ha quedado claro que existe un núcleo duro que no está dispuesto a abandonar su lucha.
Según el Ministerio del Interior, un total de 84 mil personas participaron ayer en las diferentes convocatorias por toda Francia, frente a las 50 mil reconocidas por las autoridades la semana pasada. El apoyo al movimiento sigue siendo muy amplio, por encima de 60%, de acuerdo con encuestas.
“Hemos recobrado fuerza y vamos a seguir”, aseguró Thibault Devienne, un chaleco amarillo de 23 años.
La manifestación de París partió temprano por la mañana desde el Ministerio de Economía y Finanzas, en medio de enormes medidas de seguridad tras los graves disturbios vividos el pasado sábado.
Miles de chalecos amarillos se encaminaron de forma pacífica hacia el Arco del Triunfo. Un grupo de voluntarios con brazaletes blancos se encargaron de controlar la seguridad del cortejo y de coordinar su marcha, una novedad en un movimiento que hasta ahora carecía por completo de organización interna.
El centro de París estaba bloqueado y edificios oficiales como el Parlamento y el Palacio del Elíseo fueron protegidos por barreras.
También hubo miles de manifestantes en las ciudades de Burdeos y Tolón, en el sur del país, y en Estrasburgo, en el este, y en la ciudad central de Bourges.
Tras una mañana sin incidentes, la violencia inició en la tarde en el Arco del Triunfo. Los manifestantes lanzaron fumígenos y piedras contra los gendarmes antidisturbios, quienes respondieron con disparos de gas lacrimógeno y cañones de agua.
La protesta se saldó con 244 detenciones en todo el país —102 en la capital—, de los que 201 quedaron bajo custodia policial. Sin embargo, la violencia fue menor que los últimos sábados.
“La responsabilidad ganó frente a la tentación del enfrentamiento”, felicitó el ministro de Interior, Christophe Castaner.