- Se cumple el primer aniversario de una de las crisis más importantes en la relación bilateral entre Estados Unidos y México: el caso Cienfuegos . La detención y acusación de narcotráfico al exsecretario mexicano de Defensa Salvador Cienfuegos , y su posterior liberación marcaron el punto álgido de una relación hecha trizas en cuanto a la falta de confianza en temas de seguridad entre ambos países.
“Aunque el caso de Cienfuegos generó mucho estrés en la relación, ese hecho, por sí solo, no fue el detonante de una cooperación mermada”, comenta a este diario Cecilia Farfán-Méndez , jefa de programas de investigación de seguridad del Centro de estudios EU-México de la universidad de california en San Diego y confundadora y el Mexico Violence Resource Project.
A Cienfuegos se le acusó de tres cargos por producción, distribución e importación de múltiples kilos de droga , además un cargo por lavado de dinero de los beneficios del narcotráfico. Delitos que cometió cuando estaba en activo como máximo responsable del ejército mexicano durante el sexenio de Enrique Peña Nieto .
La ocultación al gobierno mexicano de la investigación y la acusación contra el general levantó ampollas e hizo sonar las alarmas, convirtiéndose en la demostración de más alto rango de que la relación en temas de seguridad no iba por el buen camino, viciada por una tensión casi insostenible.
Desde ese episodio, y el escándalo que supuso a lado y lado de la frontera, las cosas han evolucionado, parece que a mejor al menos en la superficie. “Sin duda, México y EU están en una mejor situación comparando con lo tenso que fue tras el arresto de Cienfuegos”, apunta Farfán Méndez, y pone como ejemplo un evento muy concreto: “el hecho de haber celebrado el Diálogo de Alto Nivel en Seguridad fue un paso importante”, argumenta, si bien “todavía faltan avances concretos”.
Avances concretos que se resumen, en gran parte, en el prometido Entendimiento Bicentenario , sustituto de la Iniciativa Mérida , que tiene que marcar el nuevo camino en cuanto a la cooperación en seguridad. “La reactivación del diálogo de alto nivel en esta área es un logro importante”, señala la analista, “Sin embargo, seguimos a la espera de conocer los detalles”, remarcó.
En su opinión, debería tener más especificidad sobre “cómo dependencias que reciban asistencia y entrenamiento serán monitoreadas para verdaderamente, y no solo en la narrativa, respetar los Derechos Humanos”. “En México estamos viendo una tendencia preocupante hacia la militarización y el militarismo y me preocupa que el Entendimiento Bicentenario apoye esto en vez del desarrollo de instituciones civiles de seguridad”, reflexiona.
Por otra parte, Farfán-Méndez apunta que es “importante que (el Entendimiento Bicentenario) rescata el lenguaje utilizado en la Iniciativa Mérida como la responsabilidad compartida y es prometedor que incluye el tema de consumo de drogas desde una perspectiva de salud pública y no criminal”.
Estos avances en la reconstrucción de la cooperación y confianza en temas de seguridad, no significan que todo se haya arreglado, ya que “sigue habiendo muchas tensiones en los niveles operativos”.
“En general”, apunta la experta, “desde la perspectiva de EU, México está utilizando mecanismos burocráticos para frenar la cooperación. Por ejemplo, la DEA ha hecho declaraciones públicas sobre el retraso o falta de autorizaciones de sus agentes para trabajar en México”. El asunto de las visas para los agentes antinarcóticos, reforma legal decretada para regular la presencia de agentes extranjeros en México, todavía no se ha resuelto.
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