El presidente estadounidense Donald Trump, ante la incapacidad de cumplir su promesa de fulminar la reforma de salud de su antecesor, Barack Obama —conocida como Obamacare—, decidió pasar a la acción y, a través de un decreto, inició el desmantelamiento que el Congreso, bajo control republicano, ha sido incapaz de hacer.
“Hoy es sólo el principio. En los próximos meses tomaremos nuevas medidas que darán a nuestra gente más alivio y más libertad”, anunció Trump en la firma de la acción ejecutiva, medida que criticó enormemente cuando era utilizada por Obama pero a la que ahora recurrió para mantener con vida la prometida “derogación y sustitución” de Obamacare.
El “inicio del proceso” para terminar con la “pesadilla” del sistema de salud actual significa entrar en los resquicios legales posibles para flexibilizar el mercado de seguros de salud de diversas formas. Una de ellas es contratar un seguro en un estado en el que no se reside, algo prohibido por la legislación oficial. El otro, permitir que las pequeñas y medianas empresas, tal y como pueden hacer las grandes compañías, puedan ofrecer a sus empleados coberturas sanitarias con menos servicios.
La opción más novedosa es, quizá, la de adquirir servicios de salud temporales y limitados, más económicos pero menos completos y sin necesidad de cumplir los “mandatos y reglas” a las que obliga Obamacare, tanto en extensión de tiempo como de cobertura mínima.
“Incrementará la competencia, las opciones y el acceso a opciones más baratas y de más calidad”, aseguró el presidente en el acto de anuncio del decreto, en el que estuvo rodeado de gran parte de su ejecutivo y del que casi se va sin estampar su firma en el documento.
Con la medida adoptada por la Casa Blanca, lo más probable es que la balanza del mercado de seguros de salud se desequilibre, con personas sanas adquiriendo coberturas económicas, mientras que aquellas con enfermedades o más predisposición a no estar sanas tendrían que gastar mucho más dinero por coberturas más completas.
Ese precisamente fue uno de los elementos más controvertidos de todas las opciones fallidas de reforma sanitaria que se presentaron en los últimos meses en el Congreso.
La posibilidad de que más de 20 millones de personas se quedaran sin seguro por el aumento de precios para obtener las coberturas adecuadas fue uno de los motivos por los que los republicanos no cerraron filas en torno a alguna de las propuestas; expertos creen que el plan de Trump creará el mismo escenario.
El decreto de ayer, tal y como anunció Trump, es sólo el primer paso de lo que finalmente debería terminar con una ley aprobada en el Capitolio. “Seguiremos presionando al Congreso enérgicamente para terminar derogando y sustituyendo el Obamacare de una vez por todas”, prometió el presidente, escandalizado por los “precios desorbitados” a los que ha ascendido la sanidad con el sistema de salud actual.
A pesar de que la semana pasada Trump llamó a los rivales demócratas para relanzar la posibilidad de terminar con Obamacare, la nueva decisión parece haber enterrado las opciones. El líder progresista en el Senado, Chuck Schumer, se desmarcó del decreto, diciendo que sólo servirá para “sabotear el sistema a expensas de millones de estadounidenses” y añadir “más caos”.