San José. – Cada vez que, en los últimos 35 años, un capo del narcotráfico de América Latina y el Caribe pereció abatido a balazos por la policía o por sus enemigos mafiosos, cayó preso, viajó extraditado a Estados Unidos, recibió una condena a prisión o murió por causas naturales, la rueda de la guerra por la sucesión girópara desatar un reacomodo de las fuerzas locales, regionales, nacionales e internacionales del narcotráfico .

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Tras el fallo de culpabilidad por narcoactividad que un jurado de una corte de Nueva York emitió anteayer contra el mexicano Genaro García Luna, secretario de Seguridad Pública de México de 2006 a 21012, las redes latinoamericanas y caribeñas del narcotráfico internacional seguirán funcionando con la misma normalidad que las caracterizó desde que, en junio de 1971, EU lanzó la hoy cuestionada guerra mundial contra las drogas.

Un caso extremo evidenció que persistieron las mortales reglas mafiosas y que, con los cabecillas fuera de circulación, se reestructuraron: la extradición a EU, en abril de 2022, del expresidente de Honduras, Juan Orlando Hernández (2014-2022), por su presunto involucramiento en el tráfico ilícito de estupefacientes desde 2004 al mercado estadounidense.

Acusado de traficar 500 toneladas de cocaína desde 2004 por Centroamérica y México a EU en asocio con el Cártel de Sinaloa, uno de las más poderosas narcomafias mexicanas, y con policías y militares corruptos y criminales hondureños, Hernández se convirtió en 2022 en el primer ex presidente de América Latina y el Caribe extraditado por narcotráfico desde 1971.

Sin embargo, Honduras tampoco dejó de ser un estratégico trampolín en la ruta del incesante tráfico de cocaína de Colombia y Venezuela a México y EU.

El escenario parecería calzar con la vieja máxima de… a rey muerto, rey puesto.

“No es que haya un repuesto después de cada rey muerto o detenido. Hay muchos duques y duquesas que surgen de la caída de un liderazgo abatido [por la policía] o procesado judicialmente”, aclaró el economista colombiano Jorge Restrepo, director del (no estatal) Centro de Recursos para el Análisis de Conflictos, de Bogotá.

“Como en cualquier actividad económica que genera rentas, legales o ilegales, hay una muy fuerte tendencia a la concentración precisamente por esas rentas y es lo que termina generando cárteles y estrategias de cartelización”, dijo Restrepo a EL UNIVERSAL.

“En el crimen organizado, como las rentas ilegales son tan grandes, la tendencia a concentrar y formar cárteles es mayor. Por eso hay tanta violencia. Las disputas por esas rentas no se pueden resolver si no a través de la violencia. El movimiento a concentrar supone más violencia”, subrayó.

Al aducir que “acabar con el liderazgo de las organizaciones no resuelve el problema de base”, explicó que “seguimos estando en una bicicleta que avanza muy lentamente” y que, en la batalla por sustituir a los capos, “nunca va haber competencia perfecta y ausencia de violencia, pero se reduce la capacidad de acumulación de rentas para generar capacidad de violencia”.

“La lucha contra el crimen organizado genera mucho daño y violencia. No es la solución perfecta, pero dejar de luchar contra el crimen organizado porque no se resuelve el problema del narcotráfico es incorrecto. Sí ha habido avances. No es una lucha pírrica, para nada”, recalcó.

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Triunfos

El historial de proclamas de victorias sobre el narcotráfico es abundante.

Los colombianos Pablo Escobar Gaviria (1949-1993) y Gonzalo Rodríguez Gacha (1947-1989), líderes del Cártel de Medellín —el más poderoso y temible de Colombia en los últimos 25 años del siglo XX—, murieron en choques a balazos con la policía de su país.

Los hermanos colombianos Gilberto (1939-2022) y Miguel Rodríguez Orejuela, del Cártel de Cali —otro de los fuertes de Colombia en el siglo XX—, fueron extraditados de su país a EU en la década de 2000, al igual que su compatriota Fabio Ochoa, miembro de la mafia de Medellín.

Los narcotraficantes mexicanos Joaquín “El Chapo” Guzmán y Jesús “El Rey” Zambada, del Cártel de Sinaloa, fueron extraditados en este siglo a EU. La cúpula del Cártel de Guadalajara, que se asoció a los de Medellín y Cali y fue el más fuerte de México de 1978 a 1989, está en prisión, como los narcotraficantes mexicanos Miguel Ángel Félix Gallardo y Rafael Caro Quintero, o estuvo, como Ernesto Fonseca.

Identificado como enlace del Cártel de Medellín, el general panameño Manuel Antonio Noriega (1934-2017), “hombre fuerte” de Panamá en el decenio de 1980, se entregó en 1990 a EU luego de que tropas estadounidenses invadieron ese país en 1989 y purgó prisión hasta su muerte. El tráfico de drogas y el “lavado” de dinero en Panamá es más fuerte hoy que en 1990.

La lista de personajes de América Latina y el Caribe que salieron de circulación al morir, ser detenidos, extraditados a EU y condenados en la justicia estadounidense o en sus países de origen llenó gran cantidad de expedientes.

Los cárteles de Guadalajara, Medellín y Cali dejaron de existir, pero la droga siguió fluyendo del sur al norte de América y el narcotráfico creció sin control.

La Oficina de Naciones Unidas para la Droga y el Delito (ONUDD) reveló en junio de 2022 que la producción mundial de cocaína subió de mil 723 toneladas en 2019 a mil 982 toneladas en 2020. No hay datos actualizados.

“Cuando matan a los capos, ya tienen relevo”, narró el abogado costarricense Gustavo Mata, ministro de Seguridad Pública de Costa Rica de 2015 a 2018.

“Si los detienen, ya tienen relevo. Este problema no lo vamos a poder parar si no se toman medidas claras y contundentes principalmente con los países consumidores, que fijan la demanda y la oferta de la droga”, advirtió Mata a este diario.

“Si hay más producción de hoja de coca (materia prima de la cocaína) en Colombia y otros países sudamericanos es porque hay demanda. Ya es hora de ver este problema no solo desde la seguridad sino también de la salud: hay un montón de enfermos adictos”, lamentó.

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