NAIROBI, Kenia. — El rey Carlos III visitó este miércoles un cementerio de guerra en Nairobi y dejó una corona de flores en memoria de los kenianos que combatieron con las tropas británicas en las dos guerras mundiales, al día siguiente de que el monarca expresara su “mayor pesar y más profundo arrepentimiento” por la violencia de la era colonial.
Carlos, que llegó el lunes con la reina Camila para su primera visita oficial a un país de la Mancomunidad como monarca, mencionó los “abominables e injustificables actos de violencia” cometidos contra los keniatas cuando reclamaban la independencia. Sin embargo, no se disculpó de forma explícita por las acciones de Reino Unido en su antigua colonia, como querían muchos keniatas.
En el banquete de estado ofrecido el martes por el presidente de Kenia, William Ruto, Carlos dijo que “no puede haber excusa” por los “crímenes del pasado”. Señaló que abordarlos de forma abierta y honesta permite “seguir construyendo un vínculo aún más estrecho en los años por venir”.
Tras la ofrenda floral, el monarca entregó medallas de reemplazo a cuatro veteranos que las habían perdido. Entre ellos estaba el cabo Samwel Nthigai Mburia, de 117 años. Los otros tres eran los soldados John Kavai, Kefa Chagira y Ezekiel Nyanjom Anyange.
Kavai, de 101 años y que combatió en India y la antigua Birmania en la II Guerra Mundial, dijo que sus medallas eran una “alegría y un orgullo” para él y toda su familia, que le recordaban a su servicio. “No perderé estas hasta mi muerte, y mis hijos serán custodios”, añadió.
Mburia, que combatió en Damasco, El Cairo y Jerusalén, dijo que se había deshecho de su medalla hacía muchos años por miedo a verse asociado a los colonizadores británicos, pero que ahora se alegraba de recibir un reemplazo de manos del rey.
El cementerio tiene 59 tumbas y está junto al mercado de Kariokor, donde antes había un centro administrativo militar por el que pasaban los soldados antes de viajar al frente. Carlos también se reunió con miembros de la Comisión de Tumbas de Guerra de la Mancomunidad y con comunidades residentes cerca del cementerio.
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Kenia celebra este año el 60 aniversario de su independencia de Reino Unido. Los dos países han tenido una relación estrecha desde la independencia, aunque con desafíos tras la prolongada lucha contra el gobierno colonial, en ocasiones conocida como la Rebelión Mau Mau, en la que murieron miles de kenianos.
Las autoridades coloniales recurrieron a las ejecuciones y detenciones sin juicio en su intento de sofocar la insurrección, y miles de kenianos dijeron haber sufrido golpizas y agresiones sexuales de agentes del gobierno.
Camila visitó el miércoles el Santuario Brooke de Burros en Nairobi para escuchar cómo trabaja la organización benéfica con la Sociedad Keniata para la Protección y el Cuidado de Animales en el rescate de burros. Vio cómo se aloja y atiende a los burros y se reunió con sus propietarios, que explicaron el impacto del proyecto en sus vidas.
Camila vestía un vestido camisero de color crema con jirafas bordadas de Anna Valentine.
En las calles que llevaban al cementerio de guerra, a distancia de paseo del distrito financiero, había un fuerte despliegue de fuerzas de seguridad que incluía soldados, una unidad policial antiterrorista, unidades de élite y policías corrientes.
Trabajadores y peatones podían utilizar sólo un lado de la carretera. Una pequeña multitud se congregó fuera del cementerio tras la llegada del rey.
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Carlos tenía previsto visitar más tarde la oficina de Naciones Unidas en Nairobi para saber más sobre el trabajo de los programas ambientales de la ONU en Kenia.
Después esperaba visitar el Parque Nacional Naoribi y reunirse con la activista medioambiental Wanjira Mathai, hija del fallecido nobel Wangari Maathai, para recalcar su compromiso con la protección medioambiental.
Durante la visita, Reino Unido anunció una partida de 4.5 millones de libras (5.5 millones de dólares) en nuevo financiamiento para reformas educativas en Kenia.
La familia real británica tiene antiguos lazos con África. En 1947, la futura reina prometió servir toda su vida a Reino Unido y la Mancomunidad en un discurso desde Sudáfrica en su 21er cumpleaños. Cinco años más tarde, Isabel y su esposo, el fallecido príncipe Felipe, visitaban el Parque Nacional de Aberdare en Kenia cuando supieron que el padre de Isabel había muerto y ella se había convertido en reina.
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