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Una ceremonia de más de mil años cargada de ritos, símbolos y pompa tuvo lugar este sábado en la Abadía de Westminster en Londres para coronar al rey Carlos III.
La última coronación que se vivió en Reino Unido antes de la de Carlos fue la de Isabel II hace 70 años.
En aquella ceremonia el actual monarca, quien apenas tenía cuatro años, estuvo visiblemente aburrido, la primera coronación en ser transmitida por televisión.
Su coronación no fue tan extensa como la de su madre, pero sí igual de fastuosa. Mientras que la coronación de Isabel II duró tres horas, la de Carlos III se prolongó por 90 minutos.
Unas 2 mil personas asistieron la ceremonia, entre ellas 100 jefes de Estado, miembros del gobierno británico e invitados de otras casas reales.
El costo total de la celebración se desconoce por el momento, pero críticos de la monarquía apuntan a que fueron destinados millones de dólares.
Lee también: Carlos III vive rito de la realeza
La primera procesión
El día comenzó con una procesión en la que Carlos III y la reina consorte, Camila, se trasladaron desde el Palacio de Buckingham a la Abadía de Westminster en una majestuosa carroza tirada por seis caballos, de apariencia antigua pero con comodidades modernas como calefacción, aire acondicionado y ventanillas eléctricas.
El rey y la reina estuvieron acompañados por el heredero de la corona, el príncipe William, su esposa, Kate, y sus hijos.
La procesión, que pasó por puntos emblemáticos de Londres como la Plaza de Trafalgar y la Plaza del Parlamento, fue escoltada por varios regimientos de la guardia real vestidos con uniformes de gala.
Como lo ordebana el protocolo, cuando los reyes arribaron puerta oeste de la abadía, se dirigieron en procesión solemne hacia sus tronos, frente al altar mayor.
Antes de la llegada de Carlos III y Camila, dignatarios que portaban las insignias reales, símbolos de la monarquía, habían llegado al lugar.
¿Cuáles son las principales insignias de la ceremonia?
Varios objetos valiosos fueron mostrados durante la ceremonia de coronación de Carlos III. Estos son algunos de los más icónicos.
La corona de San Eduardo: una rica obra de orfebrería de más de 300 años, que es símbolo del poder y la dignidad del monarca como jefe de Estado.
Las espuelas de oro: símbolos de honor y valor, virtudes asociadas a los caballeros medievales.
El anillo del soberano: emblema de dignidad real.
Entre los símbolos del monarca figuran además cinco espadas:
- La espada de la ofrenda: incrustada con piedras preciosas, representa el compromiso del rey con su pueblo y su reino.
- La espada del Estado: símbolo de la autoridad del monarca.
- La espada de la Justicia Temporal: representa el papel del rey como jefe de las Fuerzas Armadas.
- La espada de la Justicia Espiritual: símbolo del monarca como Defensor de la Fe.
- La espada de la Misericordia o Curtana: simboliza la misericordia del soberano.
Entre las insignias de Camila se encuentran el cetro y la vara de la reina consorte, el anillo y una corona de plata y oro con incrustaciones de 2.200 diamantes.
Una vez que el monarca y su consorte llegaron al escenario de la coronación, situado frente al altar mayor, comenzaron los ritos de la ceremonia que constó de 5 partes: el reconocimiento, el juramento, la unción, la investidura (que incluye la coronación) y la entronización y el homenaje.
El reconocimiento
El arzobispo de Canterbury y primado de la Iglesia de Inglaterra, Justin Welby, y otros tres dignatarios le preguntaron a los asistentes si reconocían a Carlos como su monarca.
El público respondió la célebre frase "Dios salve al rey Carlos".
El juramento
El rey juró respetar las leyes de Reino Unido y los dominios y territorios de los que es soberano, así como mantener el estatus de la Iglesia de Inglaterra como religión del Estado.
La unción, el momento secreto que nadie pudo ver
Esta fue la parte más sagrada de la ceremonia en la que se consagró a Carlos III como jefe de la Iglesia de Inglaterra.
Al rey se le quitó el manto ceremonial y se sentó en la Silla de la Coronación, un trono de madera fabricado en el año 1300 por orden del rey Eduardo I.
Bajo la silla estaba la Piedra del Destino, una roca sobre la que se sentaban los reyes de Escocia.
En esta ocasión se puso una mampara alrededor del monarca para que nadie pudiera verlo, pues el momento de la unción se considera tan sagrado que no debe tener testigos.
El deán de Westminster utilizó aceite de crisma, o aceite sagrado, de la ampolla, un recipiente en forma de águila dorada, a la cuchara de la coronación, que data del siglo XII.
Un dato curioso sobre esta cuchara es que es la única de las principales insignias reales que sobrevivió la destrucción ordenada por el gobierno de Oliver Cromwell en 1649.
El arzobispo ungió a Carlos III, haciéndole el signo de la cruz en las manos, el pecho y la cabeza.
Un aceite diferente
El aceite de la unción se extrajo de aceitunas del Monte de los Olivos en Jerusalén y fue consagrado por el patriarca de Jerusalén y el arzobispo anglicano de esa ciudad en la Iglesia del Santo Sepulcro.
El aceite se suele perfumar con ajonjolí, rosas, jazmín, canela, neroli (que se obtiene de las flores del azahar), benjuí, ámbar y flor de naranja.
Pero esta vez, para Carlos III, un monarca que ha dedicado parte de su trabajo a la defensa del medio ambiente, la mezcla fue diferente.
No se usó la fórmula tradicional que incluye productos de origen animal como el ámbar gris, que se obtiene de las vísceras del cachalote y un extracto de las glándulas de la civeta.
Tras la unción, el rey fue vestido con el colobium sindonis, túnica del sudario en latín, una pieza de lino blanco sin mangas que simboliza la presentación del soberano en toda simplicidad ante Dios.
Sobre el colobium sindonis, le fue colocado un manto en brocado dorado conocido como supertunica. Es una forma de manto sacerdotal que simboliza que el monarca ha sido consagrado ante Dios y a su servicio.
La investidura y coronación
Este fue el momento culminante de la ceremonia, cuando el rey fue coronado.
Primero, el monarca recibió las insignias reales.
Y luego el arzobispo de Canterbury trajó la corona de San Eduardo desde el altar y la colocó sobre la cabeza del monarca.
La corona es de oro macizo de 22 quilates con incrustaciones de piedras preciosas. Data de 1661 y pesa más de dos kilogramos.
La entronización y el homenaje
En esta parte final, el rey se sentó en su trono para recibir el juramento de fidelidad conocido como homenaje.
Tradicionalmente este juramento correspondía al alto clero, al heredero de la corona, los duques de la casa real y los pares principales de cada título nobiliario.
Para la coronación de Carlos III, el rito fue modificado. Solo estuvieron el arzobispo de Canterbury, el príncipe William y el público presente en la abadía.
La coronación de Camila, la reina consorte
En la coronación de Isabel II en 1953, su esposo, el príncipe Felipe, no fue coronado.
Pero este sábado, Camila, la esposa del rey Carlos, sí recibió su corona como reina consorte.
Y es que la tradición de la realeza británica establece que las esposas de los monarcas sean coronadas, pero no así los hombres casados con las reinas.
Camila fue ungida por el arzobispo de Canterbury solo en la frente y, a diferencia del rey Carlos, esto se hizo a la vista de todos.
Tras la unción, recibió el anillo de la reina, símbolo de dignidad real, y dos cetros que simbolizan la equidad y la misericordia.
Seguidamente, el primado de la Iglesia de Inglaterra le puso la corona de la reina María, hecha en 1911 para la abuela de la reina Isabel II.
A principios de este año, la casa real comunicó que no se iba coronar a Camila con la corona de la reina madre de Isabel II que ha sido objeto de polémica por estar asociada a la historia colonial de Reino Unido.
Una de sus joyas más valiosas, el diamante Koh-i-Noor, es reclamado en India.
La Corona Imperial del Estado
Terminados los ritos, el rey y la reina se retiraron brevemente a la Capilla de San Eduardo, detrás del altar mayor.
Allí, Carlos III se cambió sus vestiduras y se puso la Corona Imperial del Estado, que tiene un valor sentimental para el monarca pues es la misma corona que se colocó sobre el féretro de su madre, la reina Isabel II, en septiembre de 2022.
Diferencias con otras coronaciones
Carlos III había dicho que quería que su coronación representara los valores del Reino Unido actual, un país de diferentes etnias y religiones, muy diferente al de 1952, el año en que su madre ascendió al trono.
Para ello se había modificado la ceremonia, en la que tradicionalmente los roles principales correspondían a la aristocracia.
Estos fueron algunos de los cambios:
Mujeres, personas de minorías étnicas y líderes de religiones no cristianas tuvieron algunos de los papeles ceremoniales que antes tenían los nobles, la mayoría de los cuales no fueron invitados.
Dado el espacio limitado de la abadía, se dio prioridad a individuos que han sido condecorados por la monarquía por su beneficio para la sociedad.
El rito del juramento: se modificó para incluir la promesa de la Iglesia anglicana de fomentar un ambiente en el que personas de todas las confesiones y creencias puedan vivir libremente.
La música: por primera vez en una coronación se escuchó un gospel y un canto en lengua galesa.
La vestimenta del rey: no se vio a un rey vestido como en coronaciones anteriores con pantalones cortos sino que llevó un uniforme militar.
El saludo desde el balcón del Palacio de Buckingham
Al finalizar la ceremonia en la abadía, los reyes coronados regresaron al Palacio de Buckingham en una segunda procesión en la tradicional carroza dorada que usan los monarcas británicos en las coronaciones.
El carruaje, fabricado en el siglo XVIII, está recubierto de pan de oro o delgadas láminas de este metal.
Los reyes fueron recibidos con honras militares en el Palacio de Buckingham y luego salieron al balcón central con miembros de su familia para ver un desfile aéreo.
Y terminaron con el tradicional saludo que cerró un día histórico en Reino Unido.
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